Imagino que algunos de ustedes habrán leído 19 de diciembre de 1971. Es un cuento del ya fallecido escritor y dibujante argentino Roberto Fontanarrosa, lo mejor que he leído sobre el fútbol junto con Fiebre en las gradas, de Nick Hornby. Fontanarrosa inventa la historia del viejo Casale, hincha del Rosario Central y ya mayor y débil del corazón, al que los muchachos convencen para que vaya a la grada a ver la semifinal del Torneo de 1971 contra el Newells Old Boys. No les contaré nada más del cuento, por si alguno se anima a leerlo, pero me encuentro un poco como el viejo Casale, que no quiero ver el partido de mañana y lo mismo me voy a escucharlo a ratos por ahí con la radio, como hacía José Antonio de Garriz en Ibero. José Antonio era pastor y se ponía nervioso con Osasuna y con la radio, por los campos de las afueras de Ibero, apagaba y encendía para no pasarlo mal. Yo ando parecido. He invitado a gente a casa, así que me da que tendré que cumplir, pero anímicamente no sé si me veo con toda la energía y el temple necesario para aguantar la tensión del partido. Ya en la ida de la semifinal para mi que si no me dio un perrenque masivo fue por los pelos. Y en la vuelta, claro. Mañana el perrenque será de nuevo colectivo, lógicamente. Eso sí nos lo tomamos como si tuviésemos opciones de ganar, serias. Si te lo tomas como que sea un milagro igual lo puedes ver tan feliz ronchando unas rufles. Pero es que ya llegados aquí pues que como que tenemos opciones, claro que las tenemos ¿Cuántas? No sé, pero suficientes para, si damos el callo de principio a fin, tener nuestros momentos. Creo que el día malo malo de la temporada fue la vuelta con el Athletic, que nos pudo el escenario o yo qué sé. Mañana podemos ganar, qué coño. Así que de una u otra manera, como el viejo Casale, tendré que verlo. Ánimo a los centenares de miles en esta misma situación. ¡Vamos rojos!