Estoy seguro que a muchos de ustedes también les pasa. En inglés se le llama overthinking, pensar por encima, mientras que en castellano lo podríamos definir como pensar de más, eso de “es que tú le das demasiadas vueltas a las cosas”. A mí me pasa. A algunas les doy tantas vueltas que si les doy una más creo que directamente me piden la cuenta. Están cansadas de mí, esas cosas.

Quizá tenga que ver también la profesión a la que me dedico, que a fin de cuentas se reduce a darle vueltas a temas y a ver si rascas algo, pero seguro que tiene que ver también la forma de ser de uno mismo. No es bueno darle un exceso de vueltas a las cosas. Se suele avanzar más bien poco o nada y es más el daño que le haces a tu cabeza que lo que sacas en claro. Por ejemplo, el día que la presidenta del Gobierno de Navarra fue a visitar un nuevo colegio público que se va a inaugurar en Pamplona.

Pues quien le escribió el discurso o le pasó cuatro ideas cometió el pecado de pensar de más y le vendió a Chivite la idea esta tan chunga de “lo mejor”, tanto que la presidenta, que es presidenta y máxima responsable de las decenas y decenas de centros educativos públicos que hay en Navarra, soltó la frase que nunca hay que soltar: “Es sin duda uno de los mejores colegios públicos, no de Navarra, sino que estaríamos hablando de uno de los mejores colegios públicos de España”. Esto es por pensar de más. Cuando piensas de más quieres ir más allá de la realidad visible y cometes errores así, de exageración. En este caso, además, minusvalorando a otros que también son tuyos y que necesitarán cientos de reparaciones, cariño y ayuda. Y luego, amén de pensar de más, te anticipas, que es otro de los pecados mentales habituales: anticiparse y sufrir de antemano, en este caso no sufrir sino colgar medallas. El colegio será bueno cuando funcione. Esto es pensar y hablar de más. Y anticiparse.