Que te digan que esta semana será muy positiva o prepararás el camino para obtener un gran triunfo o hacer realidad una gran ilusión más adelante no es moco de pavo. A ver cuántas veces te lo dicen al año. Y eso es exactamente lo que pone en mi horóscopo. Venimos de milenios de pensamiento mágico y lo que nos queda, así se explica que en estos tiempos de postpandemia e inseguridad hayan crecido significativamente las consultas a las páginas de astrología. Lo digo para incluirme en una corriente mayor, por quitarle peso. Necesitamos sentido para apuntalar nuestras existencias precarias. Percibir que nos quieren y nos identifican. Y así, pensar que la coreografía cósmica se detuvo para señalar el momento de nuestra llegada al mundo, que astros, planetas regentes y signos ascendentes se asomaron como reyes magos contemplativos y dispuestos a nuestra cuna tiene su atractivo.

Sin embargo, hay otras cuestiones que es probable que pasen del pensamiento mágico al científico. Hablo de los FANI antes OVNI. Pasan cosas en el cielo que las leyes de la física no explican. Igual sobran extraterrestres y faltan leyes de la física. Menos ET y más Einstein. Conoceremos. Sin embargo, V anda mohína, fantaseaba con un encuentro con seres inteligentes y bondadosos que le darían una prueba instantánea de ello, algo como quitarle de golpe unas cuantas dioptrías o arreglarle la rodilla y entonces, sin gafas y garbosa, podría embarcarse ilusionada en la misión que le encomendaran, que mejoraría, si no todo, al menos la parte pequeñita del mundo que le rodea. Hay que decir que V gestiona su vida diaria con sensatez y racionalidad aceptables aunque su fantasía cifre la esperanza personal y colectiva en una aparición milagrosa que copia el esquema de las de toda la vida. Seguimos mirando al cielo.