Anotó el jueves Ante Budimir su noveno gol para Osasuna en Liga, un registro tremendo para ser la primera vuelta, y en redes sociales ya se preguntaban algunos si podíamos ir colocándole la etiqueta de leyenda rojilla, habida cuenta de que era su gol número 36 como rojillo en Primera, entre los 5 históricos de cabeza, tras Sabino (57 goles), Urban (45) y empatado con Echeverría e Iriguibel (36 los tres).

Este debate, como casi todos los que tienen que ver con la subjetividad –poner una etiqueta como leyenda lo es–, no tiene fácil arreglo, pero al menos en mi caso siempre he pensado que los números, siendo importantes, no son la piedra angular de algo así, sino que el aficionado, valorando por supuesto el rendimiento efectivo de los jugadores, suma más cosas a la hora de meter a un jugador en su lista de leyendas o mitos.

No cabe duda de que Budimir es uno –si no el que más– de los extranjeros más efectivos de cara a puerta de la historia de Osasuna, puesto que en apenas 4 campañas ha alcanzado cifras no muy habituales en un equipo que, como el rojillo, rara vez tiene jugadores por encima de los 10 goles anotados por campaña. 11, 8, 8 y 9 son por ahora sus cifras, números más que correctos para el que es el fichaje más caro de la historia del club. Del mismo modo, el croata es querido por la parroquia y parece todo lo buen tipo que además nos gusta por estos lares que sean los jugadores. Pero, no sé qué es, para mi gusto le falta algo –quizá sea tiempo, quizá sea una forma de ser aún más expresiva, quizá algún gol más que pase a la historia, no sé–. Echeve e Iriguibel, por ejemplo, más allá de ser de casa, ya llevaban más de 50 goles cada uno en 2ª cuando empezaron a hacerlos en Primera, mientras que la cifra de Sabino habla sola y Urban a sus 45 goles añadía una calidad nunca vista aquí. Budimir quizá ya sea leyenda, quizá le falten pasos que dar. Para mí que sí.