No manejo la información necesaria para opinar sobre las reivindicaciones de los agricultores y ganaderos, ya que por lo que veo se dan muchas circunstancias que forman un totum revolotum en el que admito que no tengo la capacidad de entrar. Seguro que determinados sectores tratan de aprovecharse para sacar réditos políticos, pero esto no debe ocultar las legítimas quejas de quienes nos dan de comer. Yo solo me voy a limitar a señalar un punto que veo como consumidor y que a veces se difumina: el precio que paga el cliente. Digo esto porque leí el otro día a uno que venía a decir que hay que comprar en el comercio local y de cercanía y además producto local. Claro, es imposible estar en contra, nadie puede criticar una idea así.

El tema es que aquí entra la variable del precio y aquí entra la variable de la crisis esta permanente en la que vivimos desde 2008 y la variable de los sueldos bajos y la variable de un porcentaje amplio de población que, sencillamente, no puede pagar por muchos productos que le gustaría pagar y que le gustaría consumir y acaba comprando productos sin fijarse en su procedencia, sin fijarse en su trazabilidad, sin fijarse en qué ha sido necesario para llegar hasta allí y un montón de variables más. Se compra por precio. Punto.

Ves esas fruterías de bajo coste con fruta no tan perfecta de aspecto como la que ves en otros sitios pero a precios notablemente más bajos y ves claro el por qué en unos hay cola para comprar y en otros no: el precio. Se necesitan políticas y exigencias iguales para todos, se necesita ayuda en todo el proceso para que el producto sea sano, respetuoso con el medio ambiente y a la vez rentable a quien lo genera y a quien lo mueve, pero al mismo tiempo asumible por quien lo compra para llevárselo a casa. Supongo que es a lo que aspiramos muchos, también los productores, y que ahora mismo es imposible de lograr.