Con toda su buena intención, el consejero de Agricultura, José Mari Aierdi, comentaba esta semana que una buena manera de que los “ciudadanos aplaudan más al agro es comprando alimentos navarros” y mencionaba “la ternera de Navarra, el cordero, alcachofas de Tudela, espárragos, pimientos”. A ver, ya lo comenté. Nadie en su sano juicio no quisiera meter esos productos en la cesta de la compra cada semana. O de vez en cuando.

El problema es que la calidad, innegable, de todos esos productos y de muchos más que tenemos aquí lleva aparejado un precio que miles y miles y miles de familias no se pueden permitir. O que no están dispuestas a permitirse, puesto que bastante tienen ya con adquirir una cesta mínimamente variada sin quedarse sin dinero. Por supuesto, hay un sector de la población que sí puede permitirse esos gastos y seguro que bastantes lo hacen, pero otro sector mayoritario de navarros y navarras no puede andar pagando productos a más de 20 euros el kilo o 15 o 12, de la misma manera que se va a los lineales de las grandes superficies porque en carnicerías al uso el precio es mayor. Esto está así y esto va a estar así mientras haya unas diferencias tan importantes de precios, que unos productos van a quedar para un sector de la población exclusivamente, mientras que el resto tira de lo que va viendo y se va ajustando a su cada vez más maltrecho bolsillo.

Es comprensible la llamada del consejero al consumo de producto local, que además tiene una huella casi cero al menos en cuanto a transporte, pero el problema es poder apoyar al agricultor local comprándole el producto, cuando su producto, sin ser caro para lo que te ofrece, sí que se te escapa de tu presupuesto. Miles de personas comen tomates de plástico en temporada porque no pueden permitirse pagarse tomate de ensalada decente. Y así hay cien ejemplos. Hacer la compra abre mucho los ojos.