Más de 30 años han transcurrido desde que en 1993 se abrió el vertedero de Góngora tras meses de protestas y la frontal oposición vecinal. No aprendimos mucho de aquella imposición porque a los pocos años se volvía a dar la espalda a los habitantes de los valles de Aranguren y Olza con un proyecto de biometanización sin separación en origen que daba traslado a los residuos del contenedor verde y marrón hasta Arazuri -previa separación en Góngora- para exprimir gas antes de regresar al vertedero y sin lograr, según sus opositores, un compost de calidad.

Ambos ayuntamientos tumbaron el proyecto en los tribunales (se declaró actividad insalubre próxima a núcleos urbanos). Un convenio in extremis alcanzado con ambas administraciones logró salvar la nave de Arazuri al servicio de la depuradora y reconvertir la de Góngora para separar envases. El primer debate técnico sobre las alternativas a la basura llegó a la MCP en 2015-2019 e Imárcoain fue la opción elegida. El acuerdo suscrito ayer con el Ayuntamiento de Noáin y la MCP pone fin a siete años de confrontación y litigios, y permite avanzar en las obras de la nueva planta donde se pretende aprovechar toda la basura.

Un pacto lógico viendo la nave industrial que se levanta en la Ciudad del Transporte ya que nadie está pensando en una escombrera como la de Aranguren. Y es también un hito en la historia de la Mancomunidad que tiene luz verde para acelerar la recogida de basura con contenedores inteligentes. La verdadera batalla está en convencer a la ciudadanía para que mejore la separación en casa, lo que baja al contenedor.