Este 24 de febrero será el aniversario de la invasión de Rusia a los territorios del Dombás (Donestisk y Lugansk), y lo que parecía que iba a ser una guerra de corta duración por la superioridad armamentística de Rusia sobre Ucrania nos está recordando a la salida de EEUU de Afganistán en el año 2021 después de 20 años de guerra. En aquella guerra la diferencia armamentística también era abismal y la derrota ha sido del mismo tamaño.

En esta ocasión, ante el ataque de una gran potencia a un estado más débil, Europa y la OTAN, aunque no han entrado en un enfrentamiento militar directo, sí han respondido de una forma activa, no como en otras ocasiones. Recuérdese como ejemplos de nula intervención el caso de la invasión del Sáhara Occidental por Marruecos, o la ocupación de Palestina por parte de Israel.

Los motivos para justificar una actitud activa nos vuelve a recordar la guerra de Afganistán e Irak. Y resurgen los argumentos de guerra justa: hay que defender los valores de la democracia y los valores occidentales frente a dictadores o gobiernos autoritarios y autárquicos.

Un argumento que deja en evidencia un gran cinismo, ya que no se interviene en multitud de países no democráticos o con una democracia deficiente. Sin entrar a valorar la necesidad de profundizar la democracia en la misma Europa y en los países occidentales.

Por otra parte, la intervención que han propuesto los países occidentales ha sido una intervención exclusivamente militarista. Entrega de armamento moderno y adiestramiento de los soldados ucranianos. A estas medidas habría que sumar las sanciones económicas con el fin de estrangular la economía de Rusia y que el empobrecimiento de la población empujase a la revuelta contra Putin.

Respecto a la cuestión militar parece que Ucrania ha conseguido frenar el avance de Rusia, pero no está consiguiendo que retroceda de una forma significativa a pesar de que Occidente, incluido el Estado español, está entregando armamento más sofisticado de gran poder de destrucción.

Después de prácticamente un año las sanciones económicas que paulatinamente se han ido imponiendo no están teniendo el efecto esperado en Rusia y, al contrario, sí han repercutido muy negativamente en la economía occidental con la subida de la energía y la escalada de la inflación. Sin olvidar que en otras partes del mundo, sobre todo de África y Asia, las consecuencias han sido mucho peores con un gran aumento de la hambruna.

Estas sanciones han puesto de manifiesto que muchos países con economía emergente no tienen voluntad de seguir los dictados de EEUU y la Unión Europea. China, India, Brasil, Corea del Sur, Sudáfrica, etcétera no están dispuestos a tener un retroceso en sus economías por una guerra que está muy lejos y no es de su interés.

El tiempo pasa, la guerra sigue y el sufrimiento de la población aumenta. Al igual que aumenta la implicación militar de la OTAN y Europa o se eleva la probabilidad de utilizar armamento nuclear tanto táctico como estratégico.

Este año pasará a la historia como el invierno más duro para los habitantes de Ucrania, que sienten en sus cuerpos la falta de calefacción, electricidad, agua y comida.

Este sufrimiento será lo que una a la población ucraniana y a la población de los territorios ocupados que soportan las bombas del ejército de Rusia y del ejército de Ucrania. Como en todas las guerras, a los miles de soldados muertos en combate hay que sumarle las personas civiles muertas por no poder ser atendidas, por hambre, por enfermedades, por la miseria y la destrucción.

EEUU y Europa están gastando miles de millones en armas, instrucción militar y cooperación militar y no se está invirtiendo un euro en parar la guerra y encauzar el conflicto por vías diplomáticas. Sólo Turquía, país perteneciente a la OTAN, con déficit democrático, que aterroriza al pueblo kurdo, ha conseguido unos acuerdos entre Ucrania y Rusia para exportar cereales a África y también a Europa.

Exigimos a la Unión Europea y a todas la potencias y países de economía emergente que presionen y logren establecer las condiciones para que el conflicto encuentre una salida negociada teniendo en consideración la voluntad de la población afectada.

Mientras tanto, nuestro gobierno y la Unión Europea deben promover la acogida a desertores y objetores de uno y otro bando garantizándoles de inmediato el estatuto de persona refugiada.

Así mismo deben paralizar la venta y entrega de armas y todo tipo de colaboración militar.

Por un mundo con más justicia y humanidad. No a ninguna invasión. No a ninguna guerra. No a ningún ejército. No en nuestro nombre.

Plataforma contra las guerras - Gerrarik ez