Ante la pasividad de gran parte de la comunidad internacional, Israel continúa su frío y planificado genocidio: más de 33.000 muertos -13.000 niñas y niños, 12.000 mujeres, 8.000 hombres, 200 cooperantes- y más de 75.000 heridos y mutilados.

Ahora se monta el revuelo, no por esas criminales cifras, sino por el asesinato premeditado de 7 colaboradores -ellos y sus vehículos iban identificados y se había comunicado al ejército israelí sus horarios e itinerarios- de la ONG WCK del chef José Andrés. No ha sido un error. Conocedores de que las organizaciones humanitarias suspenderían su ayuda al ser consideradas objetivos de guerra, se ejecutó para hacer del hambre un arma más para su genocidio. Israel actúa perversamente en el asedio de Gaza y desprecia el derecho internacional bombardeando el consulado iraní en Damasco.

Si aún queda ética, la comunidad internacional debe detener a Israel y reconocer ya un Estado palestino, tal y como mandata la resolución 181 (II) de la ONU desde 1947.