El 25 de febrero de 1987 Navarra ultimaba los actos de los carnavales y el inicio de la Cuaresma; los periódicos informaban que Felipe González había anunciado la derogación de la Ley Antiterrorista y la adhesión al tratado de no proliferación nuclear, de la inauguración, con la presencia de Gabriel Urralburu, de la factoría Safel en Estella, de la vía libre a la Universidad Pública de Navarra y del reciente acuerdo de PNV y PSOE para formar gobierno en la CAV. Ese miércoles, el árbitro José Emilio Guruceta y su auxiliar Eduardo Vidal perdían la vida al sufrir un accidente con el BMW en el que viajaban a Pamplona para dirigir el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey entre Osasuna y Real Madrid.

Si en el fútbol de los años ochenta hubo un cóctel explosivo era aquel que reunía los siguientes ingredientes: la base de un Osasuna-Real Madrid, el aditamento de un árbitro parcial, un chorro grueso de hooliganismo, una capa de tensión política y unas gotas de tinta exprimida de titulares de prensa. Sin que hubiera antecedentes deportivos que pudieran alimentar la sospecha, el equipo blanco se convirtió tras el regreso de Osasuna a Primera en el enemigo número uno de los rojos, en el símbolo de la opresión del imperio sobre la pequeña y rebelde aldea, en “el equipo del Gobierno”, como se cantaba en la grada, contra el equipo del pueblo.

Ambiente en el fondo sur en el partido de ida.

Cuando el Real Madrid hizo su primera aparición en El Sadar en un encuentro oficial, ambos clubes llevan diecisiete años surcando caminos en dirección contraria. Pero aquel repetido cántico tras conquistar el ascenso en Murcia (“Madrid, espera, Osasuna está en Primera”) era un aviso de lo que estaba por venir.

El estreno merengue en el estadio en febrero de 1981 fue un ensayo de lo que ocurriría durante aquella década. Hubo lanzamientos de objetos al campo y la Policía Nacional irrumpió por la parte de Graderío Sur, siendo recibida con una lluvia de botellas, optando por la retirada. El juego se detuvo unos minutos y al poco de la reanudación otro objeto golpeó a un juez de línea en la entrepierna. “Esos señores que lanzan envases están estropeando el deporte”, recriminaría Guruceta tras dirigir su único duelo entre ambos equipos en los 18 años que formó parte de la elite del silbato. Al segundo, como queda dicho, no llegaría con vida. Tenía 45 años.

El resultado de aquel primer partido tras la muerte del dictador (1975) fue 1-2, el mismo marcador que depararía el choque de ida de la Copa de 1987, otro encuentro con lanzamiento de objetos, juego detenido y errores de bulto del árbitro que perjudicaban a Osasuna. Un encuentro que nunca debió celebrarse tras el fallecimiento de Guruceta y Vidal porque hubo horas suficientes para anunciar su aplazamiento. En el compromiso de vuelta, con los rojillos enfrascados en la lucha por no descender, el Real Madrid despachó la eliminatoria con un 4-1.

Los antecedentes

Cuatro años de tregua y una clausura en 1986

Tras los incidentes de 1981, sobre los que el Gobierno Civil ordenó abrir una investigación, se encadenaron cuatro años de tregua en El Sadar que coincidieron con otras tantas victorias de Osasuna. El incidente más cómico en aquel tiempo fue la suelta de un cochinillo envuelto en una tela blanca que llevaba pintado el número 7 del extremo Juanito Gómez.

El chispazo que volvió a encender los ánimos saltó en el encuentro de Liga de octubre de 1986 en Pamplona, partido que ganó Osasuna (1-0) con un gol de Bustingorri. Pero más que un chispazo fue un castañazo o un tornillazo lo que reanimó los enfrentamientos de la hinchada con los blancos. El centrocampista Gallego fue alcanzado por una castaña cuando se acercó a la esquina de Graderío Sur con Preferencia. En el tumulto consiguiente, un tornillo hizo blanco en Jorge Valdano. El juego estuvo detenido por espacio de cinco minutos. El Comité de Competición clausuró El Sadar por un partido y Osasuna eligió Zaragoza para su destierro.

En esa animadversión hacia el Madrid que manifestaba una parte de la hinchada latían también los efectos de los agravios sufridos en el Bernabéu, que no eran pocos. En aquel caldo de cultivo tan maligno que fue la temporada 1986-87 hay un hecho que no se puede pasar por alto. Tres semanas antes de arrancar la eliminatoria de Copa, Osasuna rendía visita liguera a Madrid. Durante más de una hora el equipo que preparaba Pedro Zabalza llevó ventaja en el marcador gracias a un gol de Robinson, el primero que marcó como rojillo. Valdano empató en el minuto 63 y en el 88 el árbitro castigó a Osasuna con un polémico penalti que ejecutó Hugo Sánchez. Las quejas y lamentos de los rojillos solo encontraron eco en Pamplona, donde la decisión del colegiado se calificó de “escandalosa”.

El ambiente

Fuertes medidas de seguridad con el doble de guardas jurado

Que el Madrid volviera a cruzarse poco después en la trayectoria de Osasuna activó todas las alarmas en los dirigentes del club, con una clausura de estadio ya a sus espaldas y con la certeza de que la repetición de incidentes era casi inevitable. El mismo día del encuentro, la prensa subrayaba las “fuertes medidas de seguridad” para el evento, como si se tratara de la visita de un Jefe de Estado.

Para intentar mantener el orden, el club duplicó el número de guardas de seguridad, que se encargarían también del control de entrada al recinto. El filtro en los accesos trataba de impedir que los espectadores portaran, botellas, latas y cualquier otro objeto pesado que pudieran lanzar desde la grada al césped y lastimar a alguno de los protagonistas. Así mismo, la Policía Nacional también reforzaría la vigilancia, aunque la directiva osasunista intentaba relegarla a un segundo plano dada la animadversión que provocaba en un sector de la hinchada y la facilidad que los agentes tenían para tirar de porra en El Sadar o en cualquier desplazamiento.

El presidente, Fermín Ezcurra, explicó que estas medidas trataban de evitar incidentes como los registrados en octubre, pidió tranquilidad a los aficionados y dijo que hablaría con el presidente del Real Madrid para que desde el club se evitaran manifestaciones que pudieran enturbiar el ambiente.

Los partidos

La Federación y Osasuna, contrarios a la suspensión

Osasuna olvidaba en la Copa los problemas que sufría en la Liga, con relevo del entrenador incluido: en octubre terminó la etapa de Ivan Brzic y le sustituyó Pedro Zabalza. El equipo eliminó a partido único a Huesca (0-1), Atlético Monzón (0-6), Orense (1-1 y penaltis) y Albacete (1-2). En octavos protagonizó un recordado duelo con el Barcelona; tras ganar 0-1 en el Camp Nou con gol de Goikoetxea, un jovencísimo Unzué daba el pase a su equipo en la tanda de penaltis después del 0-1 en El Sadar.

La muerte de Guruceta y Vidal tensionó más todavía el partido en las horas previas. En el debate entre lo que había que hacer o no hacer se impuso la teoría de jugar el partido, defendida por la Federación Española y Osasuna, y según otras fuentes también por el Real Madrid, aunque las informaciones en este sentido son contradictorias. Se llamó de urgencia al árbitro aragonés Pes Pérez y este aceptó apechugar con el marrón.

Una vez más, el enfrentamiento entre Osasuna y Real Madrid estuvo envuelto en la polémica. En la primera parte un objeto arrojado desde Graderío Sur (donde todavía no se había instalado una red protectora) impactó en la cabeza del portero Buyo. Minutos después Rípodas empataba el partido.

En la segunda parte el colegiado se convirtió en protagonista al no contemplar dos penaltis reclamados por los rojillos y su afición. Una de esas acciones polémicas, unas claras manos del defensa Salguero, la resolvió el colegiado señalando falta del atacante.

Pes Pérez recogió en el acta del partido que sus auxiliares fueron rociados con vino y que hubo lanzamiento de botellas, bolas, bocadillos, un paraguas y que se soltó un conejo que corrió por el césped. Con esta denuncia, el Comité de Competición volvió a cerrar El Sadar por un partido, aunque tras las alegaciones de Osasuna lo cambió por un apercibimiento.

En el partido de vuelta, una parte de la afición madridista clamaba venganza. El área defendida por Unzué fue bombardeada con todo tipo de objetos “sin que el árbitro detuviese el juego”, según resaltaba la Agencia Efe. Por estos incidentes, la Policía detuvo en el Gol Norte a dos espectadores, presuntamente miembros de Ultra Sur. La eliminatoria la resolvió el Real Madrid con un 4-1. Los merengues serían eliminados en semifinales por el Atlético de Madrid, derrotado por la Real Sociedad en la final en la tanda de penaltis.

“¿Quieres que haya más muertos?”

La trágica muerte de Guruceta y Vidal, que se jugara el partido con los cadáveres aún calientes, generó una polémica que ha trascendido al paso de los años. En un documental emitido en febrero de 2022, el árbitro Pes Pérez relató que Fermín Ezcurra presionó a José Luis Roca, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, para celebrar el encuentro con el siguiente argumento: “Ya hay un muerto, ¿quieres que haya más?”. El colegiado relató también que uno de sus jueces de línea le pedía que le cambiara de banda porque en la zona de Preferencia pasaba miedo.

Pes Pérez, que actuó 13 años en Primera división, confesó que ese partido “es un borrón en mi carrera” y que, transcurridos los años, aún le seguía doliendo.

A toro pasado, el colectivo arbitral criticó la decisión de Osasuna y aportaba que el club navarro no quiso respaldar la postura del Real Madrid de optar por el aplazamiento. En este capítulo, y desde la perspectiva de 2023, llaman la atención unas declaraciones vertidas por el entones árbitro Enríquez Negreira, ahora señalado en una presunta trama de cobro de dinero pagado por el FC Barcelona por la redacción de informes. Clamaba entonces el personaje: “Tenemos que luchar por una independencia total (de la RFEF) del movimiento arbitral. Ahora estamos sujetos a la Federación y los clubes, que son los que mandan y dicen lo que tenemos que hacer, que deciden que debemos arbitrar un partido aún en el caso de la muerte de un compañero”.

Los árbitros cobraban entonces 25.000 pesetas (150 euros) por partido más 21.000 (126) en dietas y, por lo general, a quienes trabajaban para una empresa les descontaban de la nómina si tenían que ausentarse para atender un partido. En el caso de Guruceta también se cuestionó que la noche anterior no durmiera en la ciudad donde se celebraba el encuentro, como estaba estipulado. 

Cuartos

25 de febrero de 1987

Osasuna 1

Real Madrid 2

OSASUNA Unzué; De Luis, Castañeda, Lecumberri, Ibáñez, Rípodas, Lumbreras, Bustingorri (Sola, m. 46), Goicoechea, Robinson, Martin (Orejuela, m. 65).

REAL MADRID Buyo, Sanchís, Chendo, Salguero, Solana, Gordillo, Gallego, Michel (Martín Vázquez, m. 85), Hugo Sánchez, Valdano y Juanito (Mino, m. 80).

Árbitro Pes Pérez.

Goles 0-1, 15 m.: Valdano. 1-1, 47 m.: Rípodas. 1-2, 54 m.: Hugo Sánchez.

11 de marzo de 1987

Real Madrid 4

Osasuna 1

Real Madrid Buyo; Chendo, Mino, Gallego, Camacho (Solana, m. 46), Martín Vázquez, Michel, Sanchís, Gordillo, Santillana y Hugo Sánchez (Pardeza, m. 66).

OSASUNA Unzué; Mina, Castañeda, Lecumberri, Bernardo, Martín González, Rípodas (Pedersen, 52 m.), De Luis (Ibáñez, 63 m.), Bustingorri, Orejuela y Martín.

Árbitro Valdés Sánchez.

Goles 1-0, 13 m.: Hugo Sánchez. 1-1, 40 m.: Repodas. 2-1, 43 m.: Gordillo. 3-1, 52 m.: Gordillo. 4-1, 58 m.: Santillana.

LA ANÉCDOTA

La Asociación de Futbolistas también intervino. Ante el cariz que estaba tomando la rivalidad entre ambos equipos y a la que no era ajeno el comportamiento provocativo de algunos jugadores, el sindicato de futbolistas señaló a dos destacados militantes, José Mari Lecumberri y Juanito Gómez, para que hablaran con sus compañeros y les pidieran que rebajaran el tono de algunas declaraciones que habían cruzado. Un año después, tras la suspensión del Osasuna-Real Madrid de Liga, en la plantilla rojilla se planteó un posible abandono de AFE ante el comportamiento en el campo de algunos integrantes de la plantilla merengue.