La actuación arbitral, la decisión de anular el espléndido gol de David García que suponía el empate en el partido en una acción en la que decretó una falta previa al remate, se metió en la historia del partido entre Osasuna y Atlético de Madrid en El Sadar hasta asfixiar el resto de consideraciones. La interpretación más purista del juego repudia tradicionalmente introducir en la coctelera de las reflexiones finales del partido consideraciones que señalen al árbitro, cifrando todo a la pugna entre los contendientes. Pero ahora que la tecnología ha llegado para quedarse en la aclaración de las acciones discutibles, punibles o revisables, la teoría ha cambiado porque hay más métodos para la aplicación de la justicia al juego. 

Osasuna, que fue castigado en exceso por el acierto del Atlético de Madrid que ofreció un balance ofensivo minúsculo con tres remates entre los palos y dos goles como botín –la maldita eficacia de los visitantes de El Sadar no es cosa sencilla de asimilar–, tiene motivos para sentirse zarandeado en su estadio, ante su público y con el respeto pisoteado por los criterios que manejan los árbitros, una casta insolente en la aplicación de algunas de sus decisiones que no sólo no anda muy ducha en el uso de la tecnología, como ha quedado acreditado en varias oportunidades, sino que tiene a veces severos problemas de comprensión del juego. Sin entender el juego, lo que pasa en el pasto –no solo mirar lo que sucede–, la tecnología no sirve de nada.

Osasuna, herido en el amor propio y espoleado por la necesidad tras haber recibido un gol en contra en el único remate entre los tres palos del Atlético, colofón de una jugada de mala fortuna –Griezmann anda fino–, se comió al equipo madrileño en la segunda mitad. Lo devoró literalmente, porque no pasó del centro del campo y se vio sometido a una presión permanente, absoluta y meritoria por parte de los hombres de Arrasate. Los rojillos apretaron tantas veces y centraron en tantas oportunidades que al final el sólido castillo defensivo del Atlético se quebró. David García remató de forma espléndida un córner, un testarazo inapelable y limpio ante el que no había nada que objetar. La revisión del árbitro, la visión panorámica desde el VAR, descubrió entonces que Witsel había caído al suelo y que solo se había podido cometer algún tipo de falta sobre él. Está por descubrir tanto el ímpetu de la acometida sobre el colchonero caído como la génesis de la jugada. El sentido común, que también se debe aplicar al juego, descubre forcejeos entre futbolistas y también un empujón de Giménez sobre Aimar Oroz, al que se le señala como infractor. Tanto perseguir los penaltitos que se han perdido en la nueva enciclopedia lo vital del juego: a Aimar le empujaron y tocó a un rival. Le castigaron con el empellón que sufrió y la falta que le cobraron. Y a su equipo le dejaron sin el gol, que pasó en otra parte. Un caos que espera explicación.

Un delirio con final delirante, con los jugadores de Osasuna encorajinados por la tropelía del árbitro, con algún futbolista del Atlético escocido por alguna falta y metido en una tángana a destiempo, y con Arrasate en los vestuarios con antelación por andar por la banda con un poseso, pero con la razón de su lado, latiendo en el corazón. 

Antes del final caótico, el encuentro se fabricó raro. Osasuna sufrió el empuje del Atlético de Madrid desde el primer momento, porque el equipo de Simeone salió a mandar y hacerse duelo de la situación. El equipo de Arrasate se sintió incómodo en esta situación de partida, en la que no encontraba facilidad para combinar ni penetrar en el buen entramado rival. En la primera acción con más de tres pases, sin embargo, el conjunto de Arrasate se armó una buena acción para marcar que Lucas Torró envió fuera por muy poco.

Seguro en todo momento, el Atlético enseñó la maldad que acompaña a los grandes equipos en los instantes decisivos. De un despeje poco ortodoxo de Aitor Fernández –un balón demasiado tocado, muy alto y poco largo–, Griezmann gestionó de forma inmediata una jugada para su extremo, que centró con veneno al área pequeña. El rechace del portero dejó solo abierto un resquicio por el que el delantero francés marcó. El Atlético, una cuadrícula perfecta en defensa, dominó los minutos siguientes a partir de quedarse la pelota –no remató a puerta porque estaba cómodo en el juego del gato y el ratón con la bola en su poder– y solo en el tramo final notó la incomodidad de un Osasuna que mejoró y apretó. Fruto de la proximidad en el área, porque los rojillos merodearon bien pero sin conectar remates, Mojica se inventó una jugada que acabó en un disparo al poste. Mucho trabajo venía.

Osasuna no renunció a la tarea que se le ofrecía en la reanudación y realizó una segunda parte excelente, ensuciada en su valor futbolístico por la decisión del árbitro que enturbió sus méritos. Los rojillos metieron al Atlético en su campo de forma física y literal, y los hombres de Simeone solo salieron de la cueva para marcar su segundo gol en su segundo remate a puerta, a diez minutos del final. Antes, con una gran actuación de todo el mundo y estrellato para Aimar Oroz, los hombres de Arrasate crearon ocasiones de gol por mediación del Chimy, Lucas Torró y Budimir, además de centrar y rematar muchas veces como prolegómeno al gol anulado a David García. El central aún dispuso de otra ocasión con el 0-2 quemando en el marcador y en el amor propio. El retornado a casa Azpilicueta casi marca en el añadido, cuando los dos equipos se habían quedado con diez por las expulsiones de Morata y Chimy, y Osasuna descabezado en el banquillo, con Arrasate también con la roja a cuestas.

Osasuna sigue sin ganar en casa, continúa con el Atlético de Madrid como rival espantoso, sabe que le ha mirado un tuerto en lo del acierto y que debe andarse con ojo en sus relaciones con los árbitros. También nota que cuando hace su trabajo para llevarse el premio, se lo afean y no le tienen consideración.

Ficha técnica:

0 Osasuna: Aitor Fernández; Areso, Catena, David García, Juan Cruz, Mojica (Barja, m. 79); Aimar (Rubén García, m. 90), Torró (Iker Muñoz, m. 66), Pablo Ibáñez (Moncayola, m. 66); Budimir (Raúl García, m. 79), Chimy Ávila.


2 Atlético: Oblak; Molina (Azpilicueta, m. 61), Witsel, Giménez, Hermoso, Lino (Riquelme, m. 81); Llorente (Riquelme, m. 66), Koke, Saúl; Griezmann y Morata.

Goles: Griezmann 0-1 (m. 20), Riquelme 0-2 (m. 81)

Árbitro: Juan Martínez Munuera (Comité valenciano), asistido por Barbero Sevilla y Martínez Munuera. El colegiado valenciano mostró amarilla a Catena, Oroz y Aitor por parte de Osasuna. A Lino por parte visitante. Fueron expulsados con roja directa Arrasate (m. 78) por protestar y Chimy Ávila (m. 85) por un pisotón. Morata vio la segunda amarilla (m. 84+85) por codazo sobre Iker Muñoz.


Incidencias: Partido correspondiente a la séptima jornada de LaLiga EA Sports disputada en el estadio de El Sadar ante 20.192 espectadores.

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