Iker Muñoz ha afirmado que llevar el escudo de Osasuna en Primera es lo que siempre había querido, un año después de debutar en Valladolid a las órdenes de Jagoba Arrasate. “Ha pasado bastante rápido. Ha sido un tiempo muy intenso y muy bonito. Fue todo muy rápido en esa semana, empecé a entrenar con el primer equipo y fui convocado. Arrasate me dijo que estuviese preparado”, recordó Muñoz.

“Siempre veía al primer equipo un poco lejos, pero a la vez cerca. Cuando estás en las categorías inferiores no piensas en cuándo llegar al primer equipo, sino en dar pasos. Me surgió la ocasión de debutar, intento aprovechar todas las oportunidades que me den y así lo seguiré haciendo día a día”, dijo.

Este curso, el mediocentro de 21 años ha dado un paso adelante y ya acumula 11 titularidades en las 16 jornadas en las que ha tenido minutos: “Cada año luchamos por tener más minutos y jugar el máximo. Tenemos una competencia sana y voy a intentar jugar todo lo que pueda de aquí al final de mi carrera. Es muy bueno que con esta edad pueda estar teniendo protagonismo en Primera División”.

“Llegar a Primera nunca es fácil”, prosiguió el centrocampista. “A Osasuna llegué en juveniles y antes tuve que pasar por varios equipos. Estuve en el Milagrés, el Falcesino, San Adrián y tres años en Oberena. Después, surgió la ocasión de venir, la aproveché y poco a poco he ido quemando etapas, que era de lo que se trataba. Me siento un privilegiado, porque tengo muy buenos compañeros que al final no han podido llegar”, explicó.

Desde los 10 años, el 34 rojillo se fijo en uno de los mejores futbolistas de LaLiga: “Había gente muy buena, pero miraba a jugadores de medio campo. Cuando iba a El Sadar siempre ponía atención. Cuando fui a ver una fase de ascenso a Pamplona me sorprendió Mikel Merino”.