El rocambolesco lanzamiento de penalti que efectuó Ante Budimir contra el Valencia se podía haber repetido en el caso de que Munuera Montero, o el VAR que tenía al frente a Del Cerro Grande, que sí que le avisó de que en la acción en el área Guillamón había cometido penalti que no fue señalado en directo, hubieran observado la posición del portero georgiano Mamardashvilli cuando el delantero de Osasuna se disponía a semipatear la pelota.

Como se observa en la imagen de las retransmisiones televisivas, el guardameta ché no tenía ninguna de las piernas encima de la línea de gol, como marca el reglamento. El cancerbero aguardó hasta el último instante la carrera del punta rojillo, sin vencerse al suelo hasta el último momento. Fue entonces cuando flexionó el cuerpo, adelantó una punta los pies y se salió de la línea de cal antes de que Budimir golpeara el esférico.

Además, para ese momento, dada la peculiar forma de ejecutar el penalti por parte del osasunista, había dos defensas del Valencia, Foulquier en un lateral y Guillamón en el otro, que habían ingresado dentro del área, otro de los posibles motivos para que el lanzamiento se pudiera haber repetido. Ni una ni otra acción merecieron la revisión de los colegiados, seguramente absortos también, como el resto de espectadores, de la manera insólita en la que Osasuna desperdició el penalti.