Una pista de hielo o la Feria de Navidad de cada año. La Plaza del Castillo, a pesar de su tamaño, solo tuvo espacio para una de ellas y la segunda se trasladó el 15 de diciembre al Paseo de Sarasate, a unos pocos metros de distancia de su ubicación tradicional. Un total de 38 artesanos se han reunido hasta el próximo 6 enero para que los clientes ultimen las compras navideñas y, de paso, tomen el vermú en el nuevo autobús vintage, un espacio gastronómico donde se promueve el producto local.

El ritmo de las compras puede resultar frenético y en ocasiones muy estresante. Para evitarlo, hay quienes prefieren utilizar aparatos tecnológicos, como móviles u ordenadores, que permiten el acceso a distintas tiendas en línea desde casa. Ainhoa Iriarte, de Artesanía Energética La Espiral, ha recomendado el uso de orgonitas, que son unas piezas que se hacen con resina, cuarzos naturales y metales, como protección frente a los campos electromagnéticos de estas herramientas. 

Los vecinos de Pamplona realizan sus compras de Navidad en el mercadillo del Paseo Sarasate. Iñaki Porto

El proyectó nació como “un impulso para crear artesanía que sirviera para contribuir con la salud de las personas”, ha contado. Uno de los objetivos fundamentales de esta iniciativa, según comentó, es acercar la artesanía y hacer una labor divulgativa: “Queremos concienciar a la gente de que estamos expuestos a múltiples radiaciones y debemos poner solución”. Por otro lado, a pesar de las críticas al cambio de localización, Ainhoa se ha mostrado optimista después de haber estado ya dos años con su puesto en la Plaza del Castillo: “Seguimos estando en un espacio muy céntrico de la ciudad. No puedo asegurar nada todavía, pero espero que la gente quiera ojear un poco cuando pase por aquí”.

La curiosidad no siempre mata al gato, también le hace jugar con lana. Se trata de un material muy cálido que se puede destinar a múltiples usos. La pareja de Alain Flores, de Artal, se acercó hace cinco años a ese mundo y le trasladó esa inquietud por la producción de elementos de la vida cotidiana. “La lana es un residuo con el que no se sabe qué hacer, de manera que pensamos en hacer algo con este material local para asuntos cotidianos”, ha explicado. 

Un padre le enseña a su hijo los instrumentos de cocina. Iñaki Porto

Destacaban las plantillas de lana, para sobrellevar mejor el frío durante estas épocas del año, y los jabones recubiertos con lana a modo de esponja. Por otro lado, muchos clientes han preguntado por las bolas de lana a modo de suavizante para la ropa: “Te ahuecan la ropa, aligeran el secado y eliminan la electricidad estática”, ha comentado. En lo que respecta al cambio de localización, Alain ha considerado que era un cambio positivo “aunque la feria en la Plaza del Castillo llevaba tantos años que ya estaba muy consolidada. Todo cambio deja al principio muchos interrogantes. Es algo sobre lo que podremos reflexionar una vez pasen estos días”.

Los jabones de Montse es una pequeña empresa, ubicada en Aoiz, de origen familiar: “Todavía recuerdo a mi tía Montse haciendo jabones en su casa, cuando todavía era un pasatiempo”, ha relatado Irene Jaso Bueno. Su tía, muy sensibilizada con la naturaleza, estudió ingeniería agrónoma y se focalizó en buscar maneras de evitar la contaminación. Como consecuencia de un curso sobre plantas aromáticas y medicinales, comenzó este proyecto. “Nuestro objetivo es lograr una hidratación de la piel. Utilizamos aceites y mantecas vegetales (como aceite de oliva o de coco) y lo enriquecemos con macerado en aceite de oliva de las plantas que cultivamos en nuestra huerta familiar”. Se trata de un producto que contribuye a la salud de todo tipo de pieles, en especial aquellas que son más sensibles u otras con acné, dermatitis o eccemas. 

El autobús ‘vintage’ llama la atención a todos los que visitan la Feria de Navidad. Iñaki Porto

Además, “tratamos de cuidar el medioambiente, por lo que evitamos el uso de plásticos y productos químicos. Nada de lo que se va por el desagüe va a ser nocivo”. Desde hace tres años son habituales de esta Feria de Navidad y alaba el traspaso al Paseo de Sarasate: “Ahora tengo la sensación de que los artesanos estamos más en comunidad que antes, precisamente porque ahora nos vemos unos a otros”. Sin embargo, también ha señalado los problemas por las aglomeraciones que se producen al ser un espacio menor: “Si la gente se queda en el centro, es más difícil que haya posibles clientes que puedan acercarse a mirar los puestos o a preguntarnos cosas. En la Plaza del Castillo había más apertura; se podía hacer cola con más tranquilidad”.

Desde hace mucho tiempo, el trabajo de Carlos Zabala ha sido la venta de arándano rojo y setas deshidratadas en la calle Joaquín Beúnza de Rochapea. La experiencia de tantos años en la feria hizo que Carlos se mostrara desilusionado ante el cambio de ubicación porque, en comparación con el corazón de Pamplona, Paseo Sarasate no funciona igual: “Esto es un lugar de paso, la gente no se concentra tanto. Una feria circular evita que la gente pase por el medio. En este caso, al hacer un pasillo la gente viene, por supuesto, pero no nos presta demasiada atención. Me parece un desacierto lo que se ha hecho este año”, ha vituperado.

Los quesos de Navarra triunfan entre los clientes. Iñaki Porto

En contraste con Carlos, Xuana Orduna, de Quesos de Navarra, dedicados a la venta de las dos denominaciones de origen navarras (queso Idiazabal y queso de Roncal), ha sido menos categórica y ha explicado que “solía ser un concurso público y este año se ha hecho un convenio entre los artesanos y el Ayuntamiento de Pamplona. Todavía queda mucha feria por delante y tenemos que esperar para ver cómo funciona”.

Un autobús en plena calle

En un autobús de los años 30, muchos clientes pudieron subir al segundo piso y disfrutar de un espacio tranquilo desde el que poder ver la ola de gente generada por la Feria de Navidad. Se trata de una iniciativa del Ayuntamiento de Pamplona y Reyno Gourmet en colaboración con Ángel Martín e Imanol Perotxena. “Hemos diseñado una carta con alimentos típicos navarros; así reivindicamos el producto local”, contó Ángel. A los más pequeños les llamaba la atención encontrarse con un vehículo en medio de la calle y les pedían a sus padres montarse. Aunque la acogida no ha sido solamente positiva entre el público infantil: “Es una propuesta muy interesante. Por lo general, nos gusta que nos sorprendan, romper con los convencionalismos. Y este año se ha conseguido”, ha concluido.