Dos profesores universitarios, uno recién jubilado, convocados para dialogar. Luces largas ante la complicada actualidad. Contraste de pareceres pero también consenso frente a un tipo de retórica política “que a la gente no le interesa”, alejada de la falta de horizonte de la juventud. La charla parte de una pregunta: ¿Es un momento de incertidumbre o ya de impotencia ante una crisis?

–Alejandro Navas: Los alemanes tienden al pesimismo, llevo yendo ahí casi 40 años y querría su crisis como paraíso para nosotros. Ahora les preocupa la guerra en Ucrania y lo que traiga consigo en la energía y la inflación, inquietud que compartimos en el resto de Europa. He estado allí este verano. Varias personas me han dicho que harían unas macrovacaciones, porque después no saben qué ocurrirá. También he estado en Suiza. Su Gobierno repartió a todos los hogares pastillas de yodo ante un peligro nuclear. Hay una inquietud notable. De la guerra en principio sabemos todo lo que pasa, dónde se dispara cada bomba, pero no si durará tres días, tres meses, tres años... es una completa incertidumbre. También hay una crisis económica subyacente; burbuja inmobiliaria, financiera, inflación por la guerra y porque el Banco Central Europeo lleva años bombeando billetes. Y está el covid, aparentemente superado, pero que aún sigue coleando. Hoy el estado de ánimo colectivo en Occidente es de inquietud, incertidumbre, zozobra, miedo... y eso llega a Navarra. 

–Javier Erro: Tenemos una situación difícil y la crisis y la recesión están ahí. Lo que no tengo muy claro es que eso sea lo más preocupante. Podemos hablar de crisis en un sentido mucho más profundo. De una sociedad de los límites y del riesgo que no asumimos. De una juventud que se siente cada vez menos representada. Y no hablo solo de desafección política, ojalá fuera solo eso. Estamos en una crisis de ideas, de representación, de la manera de ser ciudadano. Sabemos que nuestro sistema de consumo es insostenible. ¿Entonces? Aquella paz perpetua que soñó Kant no ha llegado, aquel desarrollo que tantas veces se prometió por ejemplo en América Latina, tampoco, y la situación es de profundísima crisis. 

–A.N: Soy amigo de un alemán, Joachim Bitterlich, que fue mano derecha de Helmut Kohl, embajador de Alemania en la OTAN y en España. Después entró en una multinacional francesa, donde ha viajado mucho a China e hizo amigos en el Gobierno chino. Me contaba hace una década cómo ese Gobierno veía el mundo a medio plazo: con un foco de creación científica y tecnológica aún en Norteamérica. Dos focos industriales, la India y China, con sus satélites. África y América Latina, proveedores de materias primas. Y con Europa como destino turístico. Hemos creído durante cinco siglos en una civilización mundial europea, pero esto acaba con las guerras mundiales. Europa hoy está en declive. Seguimos arriba, pero desde el punto de vista político, económico, demográfico, cultural o de riqueza, Europa va para abajo. Y se suma una crisis de identidad. Europa se va haciendo irrelevante en términos económicos y políticos. Hay que hacerse a la idea de que el mundo ya no está centrado aquí. Europa pinta muy poco. 

“Lo que nos queda hoy es una época casi de cierre, póstuma, de extinción”

JAVIER ERRO SALA - Profesor de Comunicación Pública, Opinión Pública y Comportamiento Político en la UPNA

¿Agotada la Ilustración o el capitalismo?

–A.N: Hay una crisis de fondo: el modelo del la Ilustración está agotado y no hay uno que lo sustituya. Esto se ve ante la inmigración que llega, de gente que aspira a mejorar la vida o por personas refugiadas de zonas de conflicto, todo el debate sobre multiculturalismo, integración, asimilación... de quiénes somos y qué hay que pedir a los que llegan que aprendan, asimilen o respeten. No está claro. Tenemos hoy en Berlín, París o Londres barrios de islamistas donde impera la ley islámica, y donde la policía no entra, porque Europa no sabe quién es, ha perdido la identidad.

–J.E: Esa visión de Europa como destino turístico cuadra con el papel que esta nos adjudica a España, de playa y bar. ¿Pero realmente es el proyecto ilustrado el que se ha agotado? ¿Esa idea de que nos vamos a entender a través de las razones, reconociendo que nuestros argumentos son provisionales y ninguno perfecto? ¿O lo que está agotadísimo, porque era un proyecto de dominación, es la modernidad capitalista que ha impuesto un sistema de globalización neoliberal, un capitalismo salvaje y descontrolado, excluyente respecto a otras partes del mundo? ¿Qué es lo que está agotado? Si es el modelo de la Ilustración, pues apaga y vámonos, no nos queda mucho más que esos nuevos autoritarismos antiilustrados que están pululando, que se basan en la credulidad y en los credos. Pero si lo que está en crisis es el proyecto especulativo, basado en el crecimiento y en la producción ilimitada, que prometía una unidad política y económica en el mundo nunca generada, ya es otra cuestión, para repensar una radicalización de la Ilustración no vinculada ni agotada con esa modernidad. 

“Tenemos una narrativa que exalta a la juventud y una realidad que le cierra puertas”

ALEJANDRO NAVAS GARCÍA - Profesor jubilado de Sociología en la UNAV y exdecano de la Facultad de Comunicación

–A.N: Un sociólogo alemán, Guillaume Paoli, dice: “El premoderno sabe que cree, el moderno cree que sabe, y el posmoderno cree que no cree”. Hannah Arendt afirma que el moderno cree que todo es posible y todo está permitido. Creo que ahí está la esencia de la modernidad. Libertad como emancipación, y ciencia que es saber y poder, dominio. Después de cada revolución, de cada guerra, de cada crisis, hay más Estado. Después del covid, por ejemplo, con controles terribles, en China y también en Europa. Siempre que hay una crisis es el Estado el que está llamado a resolverla o paliarla, y sale fortalecido. El moderno está borracho de saber y de poder, cree que él manda. Ya vemos con el covid lo que puede el hombre. Esa creencia de dominio del mundo lleva al final a una catástrofe o a una crisis. Ahí veo el fracaso de la cultura moderna, con problemas de todo tipo: ecológicos, sociales, económicos, culturales... No estamos de acuerdo con valores absolutos porque hay discrepancia, cada uno piensa como quiere, no hay una verdad absoluta que nos vincule a todos como en el mundo clásico. ¿Cómo se afronta la convivencia y sus problemas? Con procedimiento. En economía, el mercado. ¿Qué se produce, a qué precio y en qué cantidad? Lo que dice el mercado. En política es la democracia. Y para definir lo bueno, justo o aceptable, lo que el Parlamento legisle y los jueces apliquen en sus sentencias. Pero en el fondo, todo procedimiento necesita ciertos valores absolutos. Un mercado, sin una cultura de respeto y de cumplir los pactos, no funciona. Una democracia lo mismo. Exigen una antropología no procedimental. Eso está un poco oscurecido porque tiene también una raíz religiosa, y hoy la religión pierde vigencia. De ahí el malestar cultural que nos invade. 

–J.E: Todos esos déficits están ahí, y son un hecho. Sin embargo, me parece de especial importancia una cosa. El mercado, la economía, se han apoderado de la política y de la vida. La conversión del mundo en mercancía, todo se compra y se vende, es donde se produce ese malestar y desasosiego. Yo creo en los procedimientos. Su límite es el respeto a las razones del otro. Los metarrelatos me dan miedo, porque tienen el ADN de la verdad absoluta. Lo que nos queda hoy es una etapa casi de cierre, una época póstuma, de extinción, porque si no hay futuro lo único que hay son intereses, y esta es una de las claves de la posverdad. 

“El futuro siempre es incierto, por definición. Pero lo que hoy está en juego no es qué futuro tienes, sino si hay futuro para los hijos y nietos”

JAVIER ERRO SALA - Profesor de Comunicación Pública, Opinión Pública y Comportamiento Político en la UPNA

Desconexión y futuro

–J.E: Veo la desconexión absolutamente necesaria. Nuestro analfabetismo hoy es por exceso. No tenemos más remedio que desconectar del exceso de información, porque si no, nos volveríamos locos. He escuchado a un médico hablando de la repercusiones de ese exceso en el estrés. El periodismo y el sistema mediático tienen que hacer una profundísima revisión. Esto nos pasa mucho en la universidad. Cuántas cosas publicamos que son muchas veces para nosotros, los supuestos expertos. Publicaciones que no tenemos tiempo de leer ni de aplicar. Hoy el gran problema en mi opinión es que sabemos muchísimo, más que nunca, pero tenemos una enorme impotencia, porque eso que sabemos no se traduce no ya en cambios sociales o políticos, ni tan siquiera en poder hacernos cargo de proyectar nuestra vida, que es lo que pasa con los jóvenes. Un ejemplo: Todos sabemos que el rey emérito se ha librado por el tratamiento que ha tenido respecto a Hacienda y porque han prescrito algunas cosas, no porque haya sido declarado inocente. Eso, ¿en qué se ha concretado? Pura impotencia. Todos sabemos los casos de corrupción, la Gürtel, el PSOE en Andalucía... que Griñán no va a ir a la cárcel, no hablo ya del PP... La gente cada vez se desinteresa más porque sabe que en esa partida no se juega lo decisivo. Y la velocidad no nos permite reflexionar sobre las cosas. Tenemos que tomar decisiones con información deficiente y muy rápidamente. La reflexión hoy está social y políticamente penalizada. ¿Qué es un político? Un tipo vivo. ¿Y un empresario? Un tipo vivo, listo, que trabaja a corto plazo y que toma decisiones muy rapiditas. Eso es lo que está premiado. 

–A.N: En las ciencias sociales y en la comunicación en los últimos años la palabra más usada es globalización. De repente el mundo es un escenario único, con lo cual nadie lo domina, lo controla, lo conoce. Nos sentimos superados, perplejos, confundidos, desorientados. En el adanismo moderno, el conmigo empieza todo, la juventud es la que tiene futuro. El moderno la exalta. Eso dura hasta ayer, porque esa cultura está en cierta crisis, pero todavía el folleto sigue diciendo que el mundo es de los jóvenes. Yo he dado este año la conferencia del acto de graduación. En todo el mundo en los actos de fin de carrera o de bachillerato, el mensaje es ese. Lo cual es engañoso, porque esos jóvenes se encuentran que no hay trabajo, con contratos precarios, sueldos miserables, no pueden comprarse una vivienda... Yo decía en mi discurso que hay que denunciar a la sociedad por publicidad engañosa. Los jóvenes están desesperanzados. Hay dos indicadores numéricos que revelan que hoy no creen en el futuro. Uno, la tasa de ahorro. Los que ganan poco lo gastan, pero los que ganan mucho también. Y dos, la natalidad; no hay hijos, porque son una apuesta por el futuro, que es incierto, amenazador, crítico, en un mundo desgraciado. Incluso ahora se pone de moda no traer hijos para salvar el planeta. Tenemos una narrativa que todavía exalta a la juventud y una realidad que cierra puertas a los jóvenes, no les permite situarse. Eso les provoca frustración, desencanto, desinterés, cabreo... Se entiende su descontento.

–J.E: El futuro siempre es incierto, por definición. Pero lo que hoy está en juego no es qué futuro tienes, sino si vas a tener futuro. Si va a haber futuro para nuestros hijos y nietos. Ese salto es tremendamente cualitativo, y es de este sistema, de este estilo de vida.

“Europa hoy está en declive. Desde el punto de vista político, económico, demográfico, cultural o de riqueza va para abajo”

ALEJANDRO NAVAS GARCÍA - Profesor jubilado de Sociología en la UNAV y exdecano de la Facultad de Comunicación

Política y élites 

–A.N: Yo acabé Filosofía en el año 74, pero del trabajo no hablábamos, porque había empleo esperándonos. Podíamos hablar de la revolución y de otras cosas que hoy los jóvenes ni se plantean, porque lo primero es sobrevivir tras terminar la carrera. Creen que la política no resuelve, no les ayuda, que es mentirosa, corrupta... por supuesto hay también políticos honrados y trabajadores, pero el sistema político falla, no está a la altura. No puede dar lo que promete. 

–J.E: Me rebelo contra la costumbre que tenemos de hablar tan mal de los políticos y las políticas. Tenemos una clase política que deja mucho que desear, pero también una económica y no decimos nada. El presidente de la CEOE, el señor Garamendi, ha dicho sobre intentar limitar los precios de la cesta de la compra que eso era planificación soviética de otro siglo, y que el Estado no tiene derecho a intervenir el mercado cuando es el propio mercado el que está pidiendo todos los días que se intervenga. Tenemos unas élites que dan vergüenza ajena. En general no están a la altura de una sociedad tan compleja, lo mismo las académicas, y las comunicativas; ¿qué periodismo, qué grupos mediáticos y qué medios tenemos? Por supuesto que hay gente que lo intenta hacer bien, pero nunca imaginé que el periodismo español iba a llegar a los extremos que está llegando. ¿Tú te imaginabas esto?

–A.N: Bueno, me preocupa. Creo que es una anomalía española que tanto la CEOE como los sindicatos cobren del Gobierno. Creo que esto ya es un fallo radical y perverso. En mi opinión los descalifica. Que la patronal y los sindicatos se autofinancien. En la comunicación, en la sanidad, en educación, ¿quién es el que tiene realmente el peso y el mando? El gerente, el del dinero. Eso distorsiona , y al final hay intereses, condicionamientos, y es más difícil mantener la integridad.

–J.E: El director de un medio de un gran grupo me dijo: Javier, lo que tengo que ofrecer al Consejo de Administración del periódico son ganancias y estoy descubriendo que conforme meto menos calidad tienen más ganancias. El periodismo de este país, el sistema mediático, está dominado por cuatro grupos. 

–A.N: Pasa en todos los ámbitos de la economía, una tendencia a la concentración. Una multinacional de salud de 140.000 empleados ha tenido un beneficio histórico récord , pero el objetivo era llegar al 15%, y se ha alcanzado el 12%. Descontento entre el accionariado así que van a despedir a 2.000 personas. ¿Y por qué no basta con el 12%? Aquí está en mi opinión el ciclo vicioso del capitalismo radical. ¿A quién pertenecen las empresas que cotizan en Bolsa? ¿Quiénes son sus dueños? En general, fondos de inversión, de pensiones y soberanos. Esos fondos los gestionan brókers apurando la rentabilidad para no ser despedidos. Con lo cual, cuando una de estas empresas cierra dos plantas o despide a miles, la acción de esa empresa sube, ha soltado lastre. Así que los abuelos que tienen dinero en esos fondos están echando a la calle a sus hijos y nietos al paro.

JAVIER ERRO

Por una comunicación social. Pamplonés nacido en 1957. Licenciado en Periodismo en la UNAV doctor en Sociología por la UPNA. Se define como un “comunicador y un interventor social”. Ha sido profesor en diferentes universidades, y lleva en la UPNA desde hace más de una década, pero no se considera un académico ni un teórico. “De hecho, tengo 64 años y soy ayudante doctor”. Ha trabajado en prensa, en comunicación política, empresarial y también social (cooperación al desarrollo). 

ALEJANDRO NAVAS

Recién jubilado. Nacido en Madrid, en 1952. Estudió Filosofía en la Universidad de Navarra, donde en 1986 comenzó su trayectoria docente en el ámbito de la opinión pública y la sociología. Doctorado en 1989, fue vicedecano, decano y jefe de departamento en la Facultad de Comunicación. Este es su primer curso como jubilado, aunque seguirá escribiendo, dando conferencias y viajando. Hace un par de años le diagnosticaron un cáncer de piel del que afortunadamente se está recuperando.