Se acaba la legislatura en Navarra y empieza la precampaña. Un punto intermedio en el que se entremezclan las últimas acciones de Gobierno con algunas despedidas. Y en el que afloran los mensajes electorales más o menos directos. El pleno de ayer del Parlamento, el penúltimo de la legislatura, fue buena muestra de ello. Salieron adelante las últimas leyes de calado –las que incluyen las mejoras pactadas con los colectivos sanitarios–, la oposición volvió a afear al Ejecutivo su política fiscal y los socios del Gobierno, fundamentalmente PSN y Geroa Bai, volvieron a mostrar las diferencias que están dejando ver en el tramo final del mandato. Lógicas por otra parte entre dos partidos que, tras cuatro años de colaboración, compiten ahora en las urnas con la voluntad de seguir gobernando, pero con un nuevo equilibrio de poder.

Entre unos y otros se coló ayer Podemos, socio menor de una coalición a tres que aspira a repetir mandato con el previsible apoyo parlamentario de EH Bidlu. Lo hizo para recordar que no todo lo que se había pactado al inicio de la legislatura se ha cumplido, y que hay que empezar a fijar las prioridades para la próxima legislatura. Proclamas que no dejan de ser un compendio de buenas voluntades, y que irán recogidas en los respectivos programas electorales con la esperanza de no caer en el olvido cuando se abran las urnas. Pero vuelven a evidenciar que el marco mental del Gobierno apunta ya a la continuidad.

“Si la ciudadanía nos da su confianza, el impulso del sistema sanitario público, sobre todo en Atención Primaria, y la promoción de vivienda pública, en especial en alquiler serán nuestras prioridades la próxima legislatura”, avanzó la presidenta, María Chivite. Lo hacía después de que Mikel Buil le hubiera reprochado que por el camino de estos cuatro años se hayan quedado la empresa pública de energía, una fiscalidad “más progresiva” y nuevas medidas de contención de los precios del alquiler, ahora empujados también por el alza de las hipotecas.

La situación sanitaria es sin embargo la prioridad principal. O, dicho de otra forma, uno de los debes que deja la legislatura. Así lo entienden los ciudadanos y así lo asume también el propio Gobierno foral que, sin embargo, apunta a la pandemia como responsable. “Esta legislatura debíamos dar un salto cualitativo pero la pandemia ha supuesto una alteración que no nos ha permitido hacer muchas cosas”, justifica Chivite.

Balance satisfactorio

La lectura en cualquier caso es más que positiva en el seno del Gobierno. Fundamentalmente en el PSN, que es quien con más entusiasmo está defendiendo el legado de estos cuatro años desde una patrimonialización de la acción del Ejecutivo. “Somos el Gobierno y el partido de las personas y los hechos”, enfatizó ayer su portavoz, Ramón Alzórriz, que volvió a aprovechar su turno de pregunta en la sesión de control para señalar sus virtudes, en este caso, en lo referente a la política social. “No da igual quién gobierne. Frente a los recortes de la derecha, con Chivite ha habido más derechos, más igualdad y más personas”, argumentó.

La presidenta aprovechó la ocasión para subrayar los “importantes avances en políticas sociales” en esta legislatura, en la que se han primado “las personas, los servicios públicos y las políticas de cohesión social”. “No entendemos el desarrollo sin un crecimiento inclusivo”, alegó Chivite, que contrapuso el modelo de su Gobierno “al modelo de la derecha de recortes y privatización”. “Hemos demostrado con hechos y no con discursos que esto lo llevamos a la práctica”, defendió.

Pero no todo iban a ser lecturas positivas, que para eso está la oposición. Y ahí UPN, que una vez aparcada la marca de Navarra Suma ha hecho suyo el hueco principal de la derecha parlamentaria, fija el foco en la política fiscal. “El Gobierno no quiere hacer atractiva a Navarra para las empresas”, se quejó su portavoz en la materia, María Jesús Valdemoros, que tampoco desaprovechó la ocasión para recurrir al mantra habitual de la derecha esta legislatura. “Chivite tendrá su cuadro en el Palacio de Navarra, pero es la presidenta que ha cruzado su propia línea roja, pactó con los que no han condenado los asesinatos de ETA”, denunció Valdemoros. Queda poco para el final y a estas alturas no hay mucho margen para la sorpresa. Simplemente hay que insistir en el mensaje.