Elizondo

El sábado, inesperadamente, y se dice, aunque tontería, porque seguía erguido como un chopo, igual que le conocimos siempre, se nos fue Marcos Irigoyen Prieto, en Elizondo. Fue el primer presidente de la junta directiva de Elizondoko Ikastola, el embrión de Baztan Ikastola, según consta en acta “siendo las veinte horas del día diez de septiembre de mil novecientos setenta”, más de un fecundo medio siglo ya, junto con Javier Elizalde, Pablo Eraso, Antonio Astiz, Mariano Izeta y Joaquín Zubicoa.

Consta que fue elegido por unanimidad y que “agradeció (…) la confianza en él depositada” y su promesa de “no escatimar esfuerzos en los dos años que durará su gestión (que luego fueron más) en orden a la buena organización de la ikastola y del fomento del vascuence”. Cumplió con creces su promesa y a plena satisfacción, gizon hitzaren onena, siempre reconocida con justicia como no podía ser menos.

Figura asimismo con su firma y los otros promotores en el suplicatorio dirigido a la entonces Diputación Foral de Navarra, Institución Principe de Viana, sección de Fomento del Vascuence, “conscientes de su responsabilidad y dispuestos a hacer lo posible por evitar la desaparición de este tesoro lingüístico que es el vascuence”. Había que decir vascuence, que todavía, y no euskera que eso no se podía por lo que pudiera pasar.

Y se nos ha ido. Estudió en el Colegio de Lekaroz (1950-53) con Eugenio Arraiza (+), Juan Mari Egaña (+), Josetxo Barberena (México, DF) y otros, se licenció en Derecho y ocupó por décadas la secretaría de los ayuntamientos de Urdax y Zugarramurdi, hasta su jubilación. Estaba casado con Mili Garmendia, coralista ella de primera generación del doble gran éxito en Llangollen, País de Gales, en 1952, su gran compañera, siempre juntos hasta el pasado mes de julio, padres de Graxi, una de las primeras 28 alumnas de la Ikastola en 1970.

“Personalizar no es bueno, cuando lo que se ha hecho ha sido tarea de todos y por desgracia siempre te dejas de citar a alguien que se lo merece como el que más”, nos decía días antes de celebrarse el medio siglo de Baztan Ikastola. Recordaba aquella conversación amistosa con Pablito Eraso, “apoyados en la pared de Elizetxea, de cara a Casa Basilio y a la parroquia” , cuando surgió la idea de constituir una ikastola, de lo que “no teníamos ni idea” de los pasos a seguir, si bien conocedores del nacimiento de ikastolas en Navarra y de que en Gipuzkoa ya funcionaban.

“Nos ayudaron mucho Jorge Cortes Izal, Jesús Atxa, Carlos Garaikoetxea, Xole Erbiti y otros a los que hay mucho que agradecer”, recordaba. El proyecto lo redactó gratis et amore Ramón Urmeneta, hermano del diputado Miguel Javier, la primera andereño fue Mari Carmen Goñi, de Lekaroz, y se echó a andar con los 28 primeros alumnos en el suelo “porque los chavales tienen que estar en la escuela como en sus casas”, opinaba.

Marcos era hombre de pasar desapercibido, “que una mano no sepa lo que hace la otra”, ameno y culto, un placer en la conversación, siempre en el debate aportando el término medio, la otra cara de la cuestión. Hoy, que como nunca se escucha hablarlo con toda normalidad por las calles, el euskera le debe mucho en Elizondo y Baztan, como a todos los que tomaron la iniciativa. ¡Esker mile aunitz, Marcos, eta betiko agur!