María Elvira Tejada de la Fuente usa un tono de voz cordial aunque no deje de tratar a su interlocutor con el correcto usted. Desprende pasión por su trabajo. Y preocupación por las nuevas formas de delitos que utilizan Internet como medio. “Las niñas y los niños son nativos digitales, lo que les vuelve más vulnerables a todo tipo de depredadores”, insiste. Su misión desde 2011 es la coordinación de la actuación del Ministerio Público en relación con la Ciberdelincuencia. Forma parte de su tarea la estructuración, puesta en funcionamiento y dirección de la red de fiscales especializados en criminalidad informática.

¿Qué significa ser fiscal de la Sala del Tribunal Supremo y coordinadora Nacional contra la Criminalidad Informática?

Hacia el año 2006 la Fiscalía General del Estado ya se dio cuenta de que la ciberdelincuencia iba a necesitar de una atención especial. Y se empezó a organizar una red muy rudimentaria, un equipo de fiscales a nivel de todo el Estado que se encargara de estos temas. En 2011 se consolida y se crea una plaza especial en la Fiscalía General del Estado para coordinar a nivel nacional toda la lucha contra la ciberdelincuencia. Me asignaron esa plaza y he sido renovada en dos ocasiones.

¿Cuál es su misión?

Coordino un equipo de fiscales. En este momento ya somos más de 150. Empezamos 52 y hemos ido creciendo. Nos encargamos de abrir el camino en la lucha contra la ciberdelincuencia, coordinamos las investigaciones más importantes y asumimos los asuntos más relevantes relacionados con la ciberdelincuencia.

Abrir camino siempre es importante...

Sí. Una parte importante de nuestro trabajo es el de ir abriendo camino porque se trata de una delincuencia muy viva que da continuamente lugar a situaciones nuevas. También vamos sentando criterios de actuación para afrontar estos delitos y ofrecer respuestas desde el punto de vista legal.

¿Cómo lo llevan a cabo?

Con mucha dedicación. Las tecnologías van cambiando y ofrecen nuevas posibilidades de acción. La técnica avanza y tiene efectos positivos, pero también efectos perversos. Cada nueva posibilidad tecnológica da lugar a nuevas opciones de actuación delictiva.

¿Puede poner algún ejemplo concreto?

Por ejemplo todo lo relacionado con las monedas virtuales, que es algo vinculado al desarrollo tecnológico y que tiene muchas cosas positivas, pero también está siendo utilizado para nuevas formas de fraude. En general es una evolución constante y además muy rápida. Hay que realizar un esfuerzo muy importante para conseguir ofrecer respuestas que sean efectivas.

¿De qué manera se producen esas respuestas al cibercrimen?

Lo fundamental es el trabajo en equipo. En la red de fiscales cuento con unos compañeros espléndidos. Pensamos juntos y, ante las nuevas situaciones, valoramos las herramientas legales que ya tenemos, la interpretación del uso de esas herramientas que está haciendo el Tribunal Supremo o la doctrina que se ha establecido. Y damos pasos para ofrecer respuestas a las nuevas situaciones.

¿Y con qué dificultades se encuentran?

A veces las conductas muy novedosas resultan difíciles de encajar en los tipos penales establecidos porque son tipos penales pensados para una realidad distinta. Hay que intentar encuadrarlas en los tipos penales existentes o apostar por la tipificación de nuevas conductas. Lo mismo ocurre con las herramientas de investigación, que son las propias tecnologías. La forma de investigar el delito es meterse dentro de los sistemas informáticos para averiguar ahí qué ha pasado, quién ha sido y obtener las pruebas. Pero claro, las herramientas tecnológicas son muy invasivas y hay que usarlas con mucho cuidado para que no supongan una afectación a los derechos fundamentales y a la intimidad de las personas. Debemos encontrar todo el rato el equilibrio entre lo imprescindible para poder investigar y la afectación a los derechos fundamentales. Esta cuestión se nos plantea cada día. Obviamente, este trabajo lo realizamos muy de la mano, y tengo que destacarlo, de las fuerzas y cuerpos de seguridad.

¿Por qué resulta tan principal el papel de las fuerzas de seguridad?

Porque la barrera mayor a la que nos enfrentamos en este tipo de investigaciones es que somos juristas. Y a menudo, la problemática técnica se nos escapa. No la conocemos. Los cuerpos de seguridad son los técnicos. Con ellos vamos dando pasos, pero con mucha prudencia para no perturbar los derechos de los ciudadanos.

La ciberdelincuencia es un problema global.

Así es. Y por eso trabajamos mucho a nivel internacional. Participamos en varios grupos con los que mantenemos enlaces permanentes. Yo por ejemplo represento a España en el Convenio de Budapest sobre delitos informáticos. Y tenemos una red de trabajo con los fiscales iberoamericanos también. Esta última es muy importante porque, pensémoslo, a mí me puede robar el bolso por la calle un japonés, por citar una nacionalidad. Basta con que dé el tirón, pero en la red se delinque con un idioma. El delincuente tiene que usar mi idioma para asaltarme. Por eso tenemos muchas investigaciones comunes con todos los países de habla hispana. Y por eso estamos potenciando una red de fiscales especializados en la materia en todos los países iberoamericanos, para poder trabajar juntos.

¿Son los ordenadores de hoy el bosque en el que aparece el lobo?

Sin duda. El abuso sexual a menores a través de Internet es uno de los temas que más preocupa a la Fiscalía. Por una parte afecta a un bien jurídico muy sensible, que es la evolución y el desarrollo de niñas y niños. Por otra, los casos se han incrementado una barbaridad. Las facilidades en la conexión también simplifican el acercamiento de los depredadores sexuales a los niños y las niñas. Es más sencillo elaborar material pornográfico o mantener contactos de contenido sexual en línea o quedar para un contacto en el mundo real. Hay que tener en cuenta que las niñas y los niños son muy vulnerables en la red porque son nativos digitales; no tienen las prevenciones que tenemos nosotros, sencillamente no distinguen entre el entorno físico y el virtual. Además carecen de formación y madurez para entender los riesgos que pueden asumir si vuelcan determinadas informaciones sobre ellos en la red o contactan con determinadas personas. Y el depredador se sirve precisamente de la red para el anonimato. Contacta haciéndose pasar por otro niño o niña.

Muy preocupante...

Sí, nos preocupa el crecimiento de los índices de incidencia del child- grooming (acoso sexual a menores a través de Internet) y la elaboración y difusión de material pornográfico infantil. No sólo en España, sino a escala mundial. Con ocasión de la pandemia hubo un repunte espectacular de este tipo de actuaciones. En la Unión Europea se está trabajando para que este quinquenio se articulen nuevas medidas legales, tanto en cuanto a definición de tipos penales como de establecimiento de herramientas de investigación para poder intervenir más eficazmente.

¿Cómo actúan los depredadores?

Con muchísima frecuencia vemos que se meten en los foros, en su chat, en sus grupos de amigos, como si fuera un niño más. A partir de ahí, les incitan a practicar determinadas conductas y, una vez que obtienen algo de material, aunque sea un material en principio no muy serio basta que sea lo suficiente para asustar al menor; le dicen que si no hace otras cosas, se lo dirá a sus padres. Ahora, además, el material se difunde con tremenda facilidad. Y no sólo eso; es que la red también facilita formas de distribución del material pornográfico mucho más sofisticadas.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo elaboración y transmisión de pornografía infantil a través de la red Tor y la Deep Web; o de mensajería instantánea encriptada para grupos de intercambio de pornografía en los que es imposible acceder en la investigación policial. Además, es preciso tener en cuenta otro aspecto: la infradenuncia. Las niñas y los niños a menudo no se dan cuenta de que están siendo víctimas de un delito y cuando se percatan les da miedo. Es decir, los datos que tenemos son sólo consecuencia de denuncias de terceros o de investigaciones policiales.

¿Y qué se puede hacer?

La figura del agente encubierto online es fundamental. La propusimos hace una década y se está incorporando en todos los ordenamientos jurídicos de los países de nuestro entorno. Para investigar pornografía infantil es fundamental entrar en esos foros de distribución de material y eso sólo lo puede hacer un agente encubierto.