Si queremos analizar en profundidad el Tour que ha ganado Jonas Vingegaard, hay que hacerlo desde los dos que ya suma. Lo que define a ambas victorias del danés es que han sido dos triunfos quirúrgicos. El pasado año atacaron con todo un sólo día, en la etapa con final en el Granon, y vencieron el Tour. En esta edición, el planteamiento de Vingegaard y su equipo ha sido el mismo. De alguna manera, el danés decidió ir a rueda de Pogacar cuando el esloveno le atacaba en busca de las bonificaciones.

Las peleaba, pero no se volvió loco. Esperó al Marie Blanque para lanzar un ataque de verdad. Ese día puso el Tour a su favor. Después tenían claro que el día más importante era el de la crono, la única de la carrera. Vingegaard se salió ese día y dejó sentenciado el Tour a su favor. Después vino el desfallecimiento de Pogacar. Para entonces el Tour ya estaba en el bolsillo del danés. Creo que se debe ponderar debidamente esa apuesta del Jumbo, ese modo de encarar la carrera. Los suyos han sido los ataques certeros. Pocos pero muy dañinos. Pogacar es más explosivo y visceral, mientras que Vingegaard es más frío y elige los momentos en los que atacar. La duda que nos genera a todos es qué hubiera pasado si la diferencia que sacó Vingegaard en la crono no hubiera sido tan grande.

Tengo la impresión de que las cosas hubieran cambiado. Pero metió 1:38. En ese aspecto, el plan les ha salido perfecto. Eso le dará muchísima confianza de cara al futuro a Vingegaard y en Pogacar puede que surja alguna duda. Eso sí, el hecho de ganar la última etapa de montaña del Tour creo que le aliviará. De todos modos, pienso que el UAE tendrá que plantear el Tour de otra manera si quiere destrona al danés.

El autor es director deportivo del equipo Grupo Eulen-Nuuk.