Salud financia la píldora anticonceptiva por vez primera 50 años después de su llegada a Europa
Las usuarias podrán solicitar la receta en los centros de atención a la mujer desde julioComenzó a dispensarse en Navarra en 1964 de forma clandestina hasta su despenalización en 1978, y algunas farmacias aún la vetan
pamplona. Hace 50 años que llegó a Europa y hasta ahora no había sido financiada por la sanidad pública navarra si su finalidad era la contracepción. La píldora anticonceptiva de última generación podrá solicitarse en los Centros de Atención a la Mujer desde julio (Dretine y Dretinelle) y recibirá el mismo tratamiento que el resto de fármacos subvencionados. Hasta ahora este medicamento hormonal oral solo estaba financiado por Salud cuando era prescrito como tratamiento para patologías ginecológicas o dermatológicas, entre otras, pero no lo estaba si su uso era contraceptivo. La píldora, cuyo precio oscila entre los 15 y los 20 euros al mes, es utilizada por el 40% de las navarras que recurren a los anticonceptivos hormonales.
Esta medida viene a coincidir con las cinco décadas de dispensación de la píldora en Europa, donde se ha convertido en el método anticonceptivo más utilizado, aunque en la Comunidad Foral no comenzó a recetarse hasta 1964, disfrazada, eso sí, de tratamiento para trastornos menstruales porque su uso como anticonceptivo no se autorizó hasta 1978. "Los médicos que la recetábamos antes de la despenalización teníamos que hacerlo como regulador menstrual", recuerda Pablo Sánchez Valverde, ginecólogo del Centro de Atención a la Mujer Andraize y uno de los pioneros en la extensión de la contracepción. Para prescribirla en aquellos años, marcados aún por la política natalista del franquismo y la oposición de la Iglesia a los métodos anticonceptivos no naturales, era necesario que un médico firmara la receta, pero no todos estaban dispuestos a hacerlo, sólo los más comprometidos y con independencia de su especialidad médica. "Los servicios de ginecología no aceptaban entonces el tratamiento hormonal y no había ninguna estructura de centros de planificación familiar, así que lo recetaban profesionales de distintas especialidades. Era curioso ver recetas de la píldora firmadas por traumatólogos o cirujanos valientes. Algunos de ellos ponían la condición de que las mujeres fueran mayores de edad, 21 años, y casadas", explica.
"Era un funcionamiento clandestino, aunque no nos metían en la cárcel ni nos podían una demanda por hacerlo. Todos los médicos sabían quiénes nos dedicábamos a esto y entre las mujeres funcionaba el boca a boca, pero no estábamos mal vistos, la anticoncepción no nos suponía ninguna presión, lo contrario que la interrupción del embarazo", añade.
Conseguida la receta, la mujer aún tenía que superar otro obstáculo, adquirir la píldora. "A veces no se conseguía en Navarra y había que pasar a Francia a comprarla porque la mayoría de farmacias no disponía de ella. Algunas no la dispensaban por considerarla abortiva y otras porque no existía suficiente demanda, así que había que orientar a las mujeres sobre dónde podían comprarla. Aquí siempre han existido farmacias que no han dispensado anticonceptivos ni con receta y el departamento de Salud es conocedor de ello, pero no hace nada".
el preservativo, en bares Entre las usuarias de la primera píldora, sexagenarias ya, se podían encontrar dos perfiles: "Un porcentaje muy grande eran mujeres con hijos que habían decidido no tener más y otro, chicas jóvenes, de más de 20 años, solteras o pareja estable que querían un método anticonceptivo seguro", precisa Sánchez Valverde. Cabe recordar que los más utilizados entonces eran el método Ogino, el coito interrumpido y los preservativos, que se empezaban a utilizar aunque tenían mala prensa porque se relacionaban con la prostitución. "Los vendían hasta en bares y con nombres curiosos como calcetines. 'Quiero calcetines', había que pedir".
Esta situación dio un giro con la autorización del tratamiento hormonal, que coincidió, con otro hito sanitario en Navarra, la puesta en marcha, en noviembre de 1978, de Andraize, el primer centro de planificación de Navarra, ubicado en la Chantrea, un barrio que concitaba todas las sensibilidades, con farmacias que dispensaban anticonceptivos y otras que siguen sin hacerlo 33 años después de la legalización. "Andraize centralizó la dispensación. Hasta entonces todo lo relativo a salud sexual y reproductiva había sido resuelto por médicos, enfermeras o matronas de forma voluntaria y sin una estructura, pero el centro disponía de ginecología, educadora, enfermería, área de información...".
La existencia del centro mejoró el conocimiento de la mujer sobre la píldora -"algunas la tomaban solo cuando iban a tener una relación sexual", recuerda como anécdota el ginecólogo- y sobre la salud reproductiva en general. "Ese fue el mayor avance: hablar de sexualidad en la consulta". Andraize fue la base de un sistema de centros que ahora se extiende por toda Navarra, un salto cualitativo como el de la píldora. "Las primeras tenía el doble o triple dosis de estrógeno que las de ahora, pero ello no ha dejado secuelas", concluye.
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