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Miedos de altos vuelos

El 25% de la población padece de aerofobia. Para combatir este temor a volar existen varios cursos en los que se trata el problema hasta conseguir su eliminación

Miedos de altos vuelosFoto: Zigor Alkorta

Los ruidos de motores, notar como el avión despega, las turbulencias, o el simple hecho de subirse a este medio de transporte es un infierno para una parte de la población. Estas personas sufren aerofobia, o lo que es lo mismo, temor a volar en aviones. Pero todo tiene solución. Para hacer frente a este miedo existen escuelas que imparten cursos para tratar de eliminar esta fobia, como es el caso de Flyaway, una empresa pionera y la única que ofrece estos servicios en la zona norte.

La psicóloga Marian Alonso y el piloto Fernando Lavín son los impulsores de este curso, que lleva quince años en funcionamiento. Según Alonso, un 25% de la población tiene miedo a volar aunque pese a estar aterrada es capaz de subirse a un avión, un 14% se piensa si volar o no y un 10% opta por no subir nunca a una aeronave. “El miedo limita muchísimo a la gente”, afirma la psicóloga, matizando que este temor afecta a las personas a la hora de aceptar ciertos trabajos, hacer viajes con los familiares y amigos o simplemente perderse cosas de la vida. “Ahora que los vuelos están tan al alcance de casi todos los bolsillos es una pena que existan estas limitaciones”, se queja.

Los cursos para quitar el miedo al aire se imparten un fin de semana al mes. Cuentan con una parte psicológica, una técnica y otra práctica. Según Alonso, en una primera instancia se trabajan los temores de los clientes, identificando las causas de sus miedos. La aerofobia es un trastorno de ansiedad, por lo que el primer día, tras detectar las causas que provocan en los afectados este miedo visceral, trabajan con técnicas de relajación para practicarlas el sábado a la mañana.

Esa jornada, por la tarde, se dedican a tratar los pensamientos negativos. “Esto se cae, nos vamos a matar... suelen ser los más comunes”, relata Marian Alonso. Después viene la parte técnica, donde el piloto les da información sobre el entorno aeronáutico. Finalmente, el domingo realizan un vuelo comercial junto a los “alumnos”, como ellos les denominan, para poner en práctica lo aprendido. Este viaje se realiza en el mismo día y los destinos suelen ser Madrid o Barcelona. “Durante la ida observamos si los alumnos están poniendo en práctica las técnicas que les hemos enseñado” comenta Alonso. Una vez aterrizado el avión y haber finalizado esta primera prueba práctica, los alumnos comentan a la psicóloga y el piloto qué han experimentado en el transcurso de este viaje, si han sentido miedo, nerviosismo o cualquier sensación. Según Alonso si alguno de los asistentes lo ha pasado mal en este vuelo de ida, intentan reforzar lo dado en el curso para que en la vuelta se corrija. “Estamos hablando de una efectividad del 98%”, asegura la psicóloga Marian Alonso.

EL EFECTO IMÁN DEL AVIÓN “Otras fobias como la claustrofobia, el miedo a las alturas, o agorafobia se magnifican al subir a este medio”, dice Alonso. Esta psicóloga que se hace cargo de las causas y tipologías de este miedo en sus pacientes afirma que las personas que acuden a Flyaway tienen un problema psicológico. Aunque puede ser que este miedo esté motivado por otras fobias o bien por un desconocimiento sobre el mundo aeronáutico. “El desconocimiento genera ansiedad y pensamientos negativos”, mantiene Alonso añadiendo que esta situación también implica un problema psicológico. Como ejemplo de lo que el temor junto al desconocimiento puede producir la mente humana, la psicóloga cuenta como una alumna tenía miedo de posar los pies en el suelo del avión por miedo a que se rompiese.

En cuanto a la parte técnica, el piloto Fernando Lavín imparte la información básica sobre el funcionamiento del aparato. “Por qué vuela el avión y cómo se mantiene en el aire es la base de esta información”, afirma Lavín. Además, asegura que los asistentes al curso también sienten inquietud hacia las normativa de seguridad de los aviones y de los aeropuertos y sobre la formación de los pilotos. “Algunas personas ven cómo los slats se despliegan en las alas y piensan que el avión se está rompiendo”, comenta el piloto.

Este instrumento sirve en la sustentación del aparato en el aire, cuando se les explica su funcionamiento a los alumnos les desaparece ese miedo. Fernando Lavín aparte de tener la licencia de piloto trabaja como auxiliar de vuelo, algo que en su opinión es positivo a la hora de impartir los cursos. “Sé como funciona un avión y al mismo tiempo observo a los pasajeros volar y sus variadas reacciones”, precisa el experto.

Marian Alonso afirma que a lo largo de todos estos años en esta escuela ha tenido alumnos de ambos sexos por igual y de edades comprendidas de entre 18 a 30 años, siendo más abundantes los que superan los veinticinco años. “Una vez incluso acudió a nosotros una mujer de sesenta años”, recuerda Alonso.

retrato robot Edades y sexos aparte, la psicóloga asegura que este temor es más acusado en personas que tienen puestos en control o que trabajan en puestos directivos, “están acostumbrados a trabajar de forma independiente o a controlar puestos y ven que no tienen ningún control sobre el avión”, tal y como detalla la psicóloga.

Ambos especialistas comparten una sensación positiva respecto a sus enseñanzas. “Primamos la personalización de los cursos”, indica Alonso explicando que, de esta manera, se toma más contacto con los alumnos, haciendo un seguimiento posterior sobre su progreso. “Un alumno después de superar su miedo a volar se sacó la licencia de piloto privado”, recuerda la psicóloga, algo que califica de reconfortante. Por su parte, Lavín se felicita a sí mismo pensando que “si ya es plenamente gratificante ayudar a alguien a cruzar un paso de cebra, ayudar a personas a poder volar es alucinante”.

Los cursos. Se realizan un fin de semana al mes. Este es el tiempo estimado para tratar y curar la fobia. En ocasiones especiales se necesita una sesión de refuerzo, por lo que los clientes llevan a cabo una reunión semestral. Los meses más demandados son los previos a Semana Santa junto a los meses de septiembre y octubre.

Las fobias. El temor a subirse a un avión en ocasiones viene relacionado con otras fobias como pueden ser la agorafobia, claustrofobia o el miedo a las alturas. El avión provoca que estos otros temores se magnifiquen.

Aerofóbicos. Las personas con papeles dominantes en su vida son más susceptibles a parecer este temor. Por ejemplo un perfil característico podría ser el de aquellos sujetos que tienen un puesto directivo, o que están acostumbrados a tener todo bajo control y al subirse al avión no sienten el control sobre el aparato.