Pausorik pauso beti bidea eginez, geroa irabazi behar dugu oinez..., decía el estribillo de la fiesta de la ikastola Lizarra en 1990, aquellos años en los que hasta Induráin cantaba por el euskera demostrando que lo suyo era subir y bajar puertos. Paso a paso, siempre abriendo camino, debemos ganar el futuro a pie es la traducción literal de esta canción que se convirtió en un boom social cuando no había ni Whats apps ni YouTube. En aquel momento nadie miraba si el impulsor era una cooperativa euskaltzale o un modelo D público. Se pensaba en clave de fiesta y de potenciar el euskera por encima de diferencias. Porque esa era -y es- la prioridad. Y Estella, 24 años después, es un buen ejemplo ya que la ikastola Lizarra y Remontival conviven en armonía y la lingua navarrorum suena en sus calles. La lengua y la sociedad han ido caminando de la mano en un itinerario lleno de obstáculos. Paso a paso. Oinez a Oinez. Prematrícula a prematrícula. Sortzen a Sor-tzen. Nize a Nize. Korrika a Korrika. Y ahora, cuando menos lo esperaba nadie, llega el ansiado cambio en positivo de la Ley del Euskera. Parcial y escaso, pero un paso adelante que, no obstante, debe ser bien rematado y gestionado para que no suponga un traspiés. La política por fin se ha puesto a la altura de la sociedad civil, pero ahora debe dejarle de nuevo a ella aterrizar el cambio.Hay nervios y pequeñas contradicciones en todas las partes implicadas. A algunos les ha pillado con el paso cambiado. Al primero, al Gobierno de UPN que para nada esperaba una modificación que afronta con una doble preocupación. Una técnica y otra ideológica. La primera tiene que ver con la necesidad de reorganizar unos centros y unas plantillas contra reloj ante una prematrícula llena de incógnitas. También supone costes añadidos, pero todo es posible si hay voluntad. No vaya a ser que ahora se pongan rigurosos después de lanzar el PAI a trote cuto por toda Navarra... La segunda es menos confesable, porque gran parte de la derecha foral ve al euskera como un Caballo de Troya nacionalista en lugar de cultura, educación y libertad de elección. Y aquí -como con la ETB y otros temas- la consigna siempre ha sido ni un paso atrás. En todo caso, zancadillas. Pero el cambio en la ley también ha pillado algo a contrapié a los colectivos sociales y educativos que vienen trabajando durante años en defensa del euskera tanto entre las ikastolas como en la red pública. Y a esto se sumarán los intereses sindicales y el ambiente preelectoral. Si no hay sorpresas de última hora provenientes del juego subterráneo de la Administración o enmiendas que compliquen un esperanzador pero inestable equilibrio de la mayoría progresista, el cambio será una realidad antes de fin de año. Mejor dicho. Será una ley en el BON, porque habrá que llevarla a la práctica. Sobre el papel es un avance social y democrático ya que se reconoce a las familias y alumnos el derecho a elegir sin las anormales limitaciones geográficas de una ley que los discriminaba como ciudadanos/as. Es cierto que aún lo sigue haciendo en materia de rotulación, administración, medios de comunicación... e igual hubiera sido bueno empezar la casa por los cimientos, pero al menos hay casa. Y en ella deben caber todos y todas. De ahí la importancia de una hoja de ruta, un mapa escolar y unas posturas y tempus flexibles para que, a pie de pueblo y de aula, la mejora legal se traduzca en un verdadero paso adelante sin tropezar en las mismas piedras. Pausoz pauso.