Fue una mañana de sensaciones encontradas, de rostros sonrientes con un poso de amargura. Afloraba un evidente hartazgo en las cuadrillas de amigas que estos días atrás habían señalado la cita en la agenda. Había que salir de casa. Hay momentos en los que hay que hacerlo para decir basta, y ayer era uno de ellos. Centenares de corredores, la mayor parte mujeres, se calzaron las zapatillas y secundaron la convocatoria en los relojes de La Concha, impulsada a través de las redes sociales por el joven donostiarra Jon Prada.

Todos se pusieron a correr en una mañana soleada que amanecía como un regalo navideño. Así mismo lo hizo hace dos semanas Laura Luelmo. Pero no, la de ayer no era una carrera más. ¿Cómo iba a serlo? Quienes se sumaron al acto reivindicativo pudieron regresar a sus hogares sin miedo, y disfrutarán junto a los suyos del descanso navideño. Jamás volverá a hacerlo la maestra de 26 años, asesinada hace dos semanas en El Campillo (Huelva) poco después de salir a correr, agredida sexualmente para acabar muriendo tras recibir un golpe en la cabeza. Deportistas de todas las edades, entre los que se vio a muchos hombres y menores, reivindicaron el derecho de las mujeres a correr libres y sin miedo a posibles agresiones machistas.

Belen Salvador quiso alzar su voz con su presencia. Hay tres preguntas que siempre se hace antes de salir a correr. “¿Por dónde voy hoy? ¿Qué hora es? ¿Qué ropa me pongo?”. Esta deportista, junto a sus amigas del Club Atlético Rentería (CAR), reconocía que una sociedad no puede llamarse libre ni igualitaria en la medida en que mujeres como ella tienen que plantearse todo ello antes de pisar la calle. “Y no solo ocurre cuando vas a hacer deporte. En los itinerarios camino del trabajo, depende por dónde te metas, también puede asaltarte el miedo”.

Pero ceder ante él, es asumir un papel secundario del que reniegan. Por eso corrieron contra el miedo durante un acto reivindicativo convocado en Donostia como en tantas otras ciudades del Estado, en el que se palpaba la indignación social, con diferentes miradas entre las propias mujeres a la hora de valorar los pasos que hay que dar.

De hecho, hay quienes reconocían haber dejado de participar en la Lilatón, la carrera de cinco kilómetros que nació en Donostia hace casi tres décadas solo para mujeres. “Si queremos la igualdad, tenemos que conseguirla entre todos para lo bueno y lo malo, pero sin exclusiones”, defendía la atleta Maika Moreda.

Malestar

Bajo el lema de ni una menos, cubrieron el recorrido con el corazón, y el convencimiento de que la muerte de Laura es una más en una sociedad enferma. “Todas hemos vivido con miedo alguna que otra situación. La diferencia es que antes no trascendía. Recuerdo hace muchos años en Anoeta a una chica que se la intentaron llevar, y que pudo zafarse porque tuvo reflejos y le dio un mordisco a su agresor”, rememoraba en medio de la carrera, a la altura de Ondarreta, la atleta Moreda. Entre sus amigas había cierto malestar. “Culturalmente hemos estado sometidas bajo el yugo del hombre, y de alguna manera se quiere que sigamos sometidas”.

Las participantes pudieron optar entre dos recorridos de cuatro u ocho kilómetros, con salida y llegada ambos en el Paseo de La Concha. El camino se podía cubrir corriendo o a pie. Gurutze Etxeberria se sumó a la protesta andando. “Impotencia, rabia? siento de todo ante tragedias como la que ha sufrido Laura. El caso me impactó un montón, pero hay que dar un paso adelante de manera que la sociedad se implique”, decía la vecina de Pasai Antxo.

Ante sacudidas emocionales como la que ha provocado el asesinato de la joven zamorana, hay quienes siempre ven la botella medio vacía. La pasaitarra, que tiene dos hijas, una de ellas de quince años, no comulga con el pesimismo. “La sociedad está más sensibilizada ante la violencia machista y las jóvenes disponen de más información. Lo veo en mi hija mayor. Yo a su edad no tenía la preparación que tiene ella. En ese sentido se ha avanzado, y aunque parezca que vivamos a salto de mata con tanto impacto, o que ocurren más casos, en realidad quiero pensar que todo ello se debe a que nos enteramos de todo al momento”.

Itxaso Rodríguez, de 31 años, se siente doblemente interpelada por el calvario de Laura. “Además de corredora soy maestra. Me siento muy identificada con todo lo ocurrido. En realidad nunca he tenido miedo, pero este caso te hace plantearte muchas cosas. Antes se hablaba de la noche y los riesgos que todo ello conlleva. Es algo que ni mucho menos justifica ningún acto de violencia, pero lo ocurrido ahora es todavía más desconcertante en la medida que cualquiera, sea la hora que sea, puede cometer una barbaridad”.

Entre las amigas del club de atletismo de Hernani, con edades comprendidas entre los 22 y 65 años, se suelen decir que nunca vaya nadie sola. Ella se planta. Se niega a vivir con miedo. “Tenemos que seguir saliendo igual, y hacer lo que nos plazca con todo el derecho. Si con catorce años iba por la calle sin miedo no lo voy a tener ahora a mis 31. El miedo es algo que si cedes, con el tiempo te lo acaban imponiendo”.

Puri Castro no es corredora, pero sí mujer y madre. “No soporto expresiones como va vestida como una puta. ¿Qué educación estamos dando a nuestros hijos? Entre las parejas de hoy existen relaciones basadas en el control, lo que acaba dejando su poso en la sociedad una vez que crecen”. Aunque no sale a correr, reconoce que hay lugares que evita a determinadas horas del día, como por ejemplo el Parque de Cristina Enea.

Poco antes de comenzar la carrera, y tras guardar un minuto de silencio en memoria de Laura y de todas aquellas personas que han sido víctimas de la violencia machista, la corredora Kontxi Ormazabal se quedaba mirando a los centenares de personas concentradas. “No podemos naturalizar la violencia. Lo que me encanta es que cada vez se vean más hombres en este tipo de actos, porque la solución pasa por un ejercicio solidario entre todos”.

Haritz Gametxo era uno de ellos. Se mostraba crítico con la labor de la Justicia y de las instituciones. “Después de lo que ha ocurrido es fácil hablar, pero viendo el perfil del agresor de Laura, con antecedentes por delitos de sangre, se podía haber hecho mucho más. Me sorprende que el foco siempre se ponga en la víctima, que es la que tiene que vivir controlada con ertzainas a su alrededor. Creo que el foco habría que cambiarlo, y ponerlo en el verdugo, que sea él quien tenga que llevar pulsera y estar sometido constantemente a vigilancia”.

Olaia Ortiz, de 39 años, también defendía ayer su derecho a moverse libremente por el mundo. “He viajado sola más de una vez, y hay quien te pregunta cómo puedo hacerlo sin compañía. Siempre he tratado de que el miedo no me frene a la hora de trazarme metas”.

Confía en la gente, en las personas, aunque no tanto en la Justicia y en los políticos. “Deberían endurecer las leyes, aplicar condenas más largas y redoblar el control. No se puede dejar suelta sin más miramientos a una persona que ha asesinado, o que tiene antecedentes por agresión sexual. El objetivo debería ser la reinserción, pero hay quienes no se reinsertan, y hay que saberlo atajar a tiempo”.

La movilización dejó buenas sensaciones. “Pero no basta con que la sociedad se mueva. Nos pasamos la vida pagando impuestos, y para algo deben servir. No se puede perpetuar la sensación de inseguridad”, denunciaba Ortiz. Junto a ella, Elena Cortés, añadía: “Creo que los hombres tienen un instinto animal y primario de superioridad”.

“No se trata de establecer comparaciones, pero también es cierto que la mujer maltrata de otra manera al hombre. Lo hace, quizá, en un plano más psicológico”, le respondía Maribel Cortes.

Para Amaia Loinaz se tenían que haber tomado medidas a tiempo para evitar el asesinato de Laura. “Debía haber seguido en la cárcel. Siendo así nada de esto habría ocurrido”. Su hermana Idoia asentía. “Si el problema es que no hay suficientes recursos, habrá que invertir más en Justicia”, reivindicaba al final de un acto que tuvo también su réplica en Gasteiz.