- ¿Cómo afronta la realización de este taller, afectado por cambios de última hora debido a las restricciones por la pandemia?

-Estoy contenta porque hemos encontrado una solución híbrida, creativa e interesante. Voy a dividir cada día el taller en dos grupos, de manera que tendré uno presencial mientras la otra mitad participa por Zoom, y el día siguiente a la inversa. Así podemos tener grupos muy pequeños pero a la vez pueden participar los dos días, y además se aprende mucho observando.

¿Cuáles son ahora mismo los retos clave o más urgentes para la inclusión en la danza?

-Bueno, ahora mismo estamos en una situación terrible para todo el mundo, y para personas con discapacidad más aún. Entonces, hablar ahora de la inclusión... Estamos casi todos en algún riesgo de exclusión, pero si además hay otros problemas añadidos, es muy complicado. Todo es complicado ahora. Parecía que íbamos dando pasos, en este país igual vamos un poco atrás respecto a otros, pero la idea es que los profesionales en artes escénicas no tengan miedo de la diversidad, que podamos abrirnos más hacia incluir a personas con distintas capacidades en nuestras clases, en nuestros montajes. Y el reto final es que no tengamos que hablar de esto, que ya esté asumido y ni nos demos cuenta. Que la diferencia no sea algo que nos sorprenda, pero eso está un poco lejos.

¿Se va perdiendo ese miedo a la diversidad en las artes escénicas?

-No. Está la cosa muy verde aún. Yo no veo que una persona con discapacidad se sienta muy cómoda acudiendo a una clase de danza, no estamos ahí aún, para nada.

¿Es cuestión de superar prejuicios, de cambiar la educación desde la más temprana infancia?

-Es cuestión de normalizar, quiero decir, que esto no sea un tema. Esa es la cuestión, que aún sorprende. Me acuerdo de la primera vez que empecé a tener alguna clase con personas en sillas de ruedas y de la sorpresa de profesores de otras clases... no les cabía en la cabeza que pudiera pasar algo así. Aún estamos ahí, desgraciadamente.

Ahora hay más retos que nunca, porque lamentablemente de las crisis siempre salen desfavorecidos los mismos, los más vulnerables.

-Exacto. Y por ejemplo, el tema de la discapacidad visual, que depende tanto del contacto físico, y en estos momentos que se supone que tenemos que evitar el contacto y mantener la distancia social, se ve muy afectado. Por ejemplo, el trabajo que habíamos iniciado con personas ciegas, ahora mismo lo tengo aparcado, porque estoy trabajando en clase todo a distancia, sin contacto, experimentando con cuestiones de cómo conectar a distancia, y les he dicho a los alumnos y alumnas ciegas en clase que ahora mismo no lo puedo trabajar y que vendrán mejores tiempos.

¿Como está trabajando ahora su compañía Kon moción, en un momento en que nos han limitado la libre expresión y el contacto físico?

-Decidí aparcar nuestras actuaciones con Kon moción, y teníamos muchas. Esta es una decisión muy personal, otros artistas han tomado otras decisiones, pero es que yo ni siquiera veía claro cómo ensayar con seguridad, porque el proyecto con el que estábamos es una obra con mucho contacto, así que he optado por posponer esas actuaciones a la espera de mejores tiempos para poder ensayarlo con seguridad y con tranquilidad. Y en cambio, estamos en un momento de experimentación, disfrutando de conexiones a distancia. La verdad es que lo estamos gozando, a nivel de investigación; igual ni siquiera desemboca en una actuación, pero estamos disfrutando de otras maneras de conectar sin acercarnos físicamente.

¿Cómo?

-¡Aaaah! (ríe) La verdad es que el bailarín lo hace siempre, quiero decir, además del contacto físico tenemos mucha conexión sinestésica, y coreográfica, estructural, que si el unísono, que si variaciones, incluso intentamos hacer diálogos a distancia o casi sentir los otros cuerpos sin tocarlos, y la verdad es que los cuerpos se hacen más amplios y se expanden más cuando tenemos más espacio alrededor. Estamos intentando por lo menos sacar cosas positivas de este alejamiento obligado en el que es difícil concretar proyectos, porque como está todo tan incierto... Además, en el momento de mi vida en que estoy, el proceso para mí es más interesante que el resultado; el puro proceso de jugar, de investigar, sin el estrés del estreno y todo lo que conlleva una producción... Pues por lo menos me quito esas cosas difíciles para sobrellevar mejor este momento vital.

¿Qué aporta la danza a todas las personas, y en especial a las personas con distintas capacidades, y al contrario, qué aporta el contacto con la diversidad a una coreógrafa y bailarina?

-Todo el mundo puede disfrutar bailando. Además, en estos momentos, yo que tengo muchas facetas dentro de la danza, porque soy bailarina, soy profesora, soy directora, soy coreógrafa, y luego tengo toda esta rama de trabajo que casi diría yo que es terapéutica, porque he hecho mucho trabajo con danza y enfermedades crónicas, entonces en estos momentos estoy enfocando sobre todo el aspecto de la danza que nos hace sentir mejor, porque creo que todos necesitamos ahora mismo eso, sentir algo más positivo, más esperanzador, y si podemos partir de un cuerpo que se siente amplio a pesar de un confinamiento y que conecta con otros cuerpos a pesar de no poder acercarse... A través de esas experiencias podemos sentir además que tenemos herramientas dentro de nosotros mismos que nos pueden ayudar a sobrellevar esta situación tan difícil. Todos podemos disfrutar de la danza de esta manera. Y la otra parte de la pregunta, qué nos aporta trabajar dentro de la diversidad, es una gran lección de vida. Primero, yo creo que lo esencial es entender al otro. Realmente ponerte en el lugar del otro, esa es una de las cosas que más me decían después de ver el espectáculo Maneras de ver, con personas ciegas: que habíamos logrado meter a personas que veían en la piel de personas que no veían. Realmente entender la realidad del otro. Esa una gran lección, entender al otro, comunicarte y entenderte a pesar de las diferencias. Superar esas diferencias. Es un regalo poder conectar con otras personas tan diferentes.

Ha trabajado también con el colectivo de la tercera edad, ahora mismo uno de los más vulnerables en esta crisis de la covid-19...

-Sí, y siguen viniendo a clase.

¡Siguen teniendo ganas de bailar!

-Sí. Hombre, vienen con cierto temor... Esta mañana precisamente (dice por el pasado martes) tenía clase con ellos en el Auditorio Barañáin y les noté con miedo en el cuerpo. Esa expresión empiezo a entenderla como nunca, tenían los cuerpos muy duros, muy rígidos, y algo hemos logrado, sacar ese miedo y soltar los cuerpos. Es una maravilla estar con esta gente, y ver cómo la semilla que sembramos con el montaje El baile de los años ha dado sus frutos: mantienen las ganas y continúan viniendo, nos seguimos juntando y van mejorando y experimentando esas posibilidades de sentir el cuerpo como algo armónico, feliz y alegre.

Los retos que comentaba al inicio de la entrevista y de los que aún estamos lejos, ¿cree que pasan por la educación y el hecho de que se valore la cultura como un bien vital, como algo que nos forma como seres, no como mero ocio o hobby?

-Sí, no cabe duda de que la educación artística enriquece a la persona. Y la inclusión como valor; se trata de normalizar la convivencia y la diversidad, eso es lo esencial, y hacerlo desde pequeños.

Eso cambiaría el mundo. Esta crisis sanitaria ha puesto sobre la mesa lo importante que es la empatía, el ponerse en la piel del otro. La solidaridad.

-Sí. Entender que estamos todos en esto juntos. Si logramos tener esa conciencia global, avanzaremos.

"Ahora mismo, en esta situación de crisis terrible, estamos casi todos en algún riesgo de exclusión"

"Desgraciadamente, todavía no se concibe ver en una clase de danza a una persona en silla de ruedas"

"En este momento difícil, la danza puede dar recursos para sentir el cuerpo como algo armónico, feliz y alegre"

Sábado y domingo, en Baluarte y 'online'. El taller Retos para la inclusión en la danza que impartirá este fin de semana, sábado y domingo de 10.00 a 13.00 horas Becky Siegel, será en un formato híbrido. Parte presencial, en la Sala Bulevar de Baluarte, y parte online, a través de Zoom. La actividad se enmarca en el Festival Zinetika, que cumple este año su quinta edición.

Contenido. La inclusión no es solo una palabra bonita sino una meta, un propósito de participar plenamente en nuestro mundo diverso. En este taller, abierto a profesionales de la danza y alumnos avanzados, se expondrán pautas de trabajo para adaptar las metodologías de enseñanza en esta disciplina de las artes escénicas y se explorará la riqueza de la diversidad en los procesos creativos.

De Nueva York a Pamplona. Becky Siegel, coreógrafa y profesora de danza, norteamericana de origen y formada como bailarina en Nueva York, vive en Pamplona desde el año 1992, donde dirige las compañías de danza Tempomobile y Kon moción.

Maestra. Desde 2013 amplía su ámbito de enseñanza, ofreciendo clases a personas con enfermedades crónicas, discapacidad y/o de la tercera edad, y a partir de 2016 comienza una etapa creativa de montajes inclusivos Sobre ruedas, con bailarines en sillas de ruedas; El baile de los años con personas de la tercera edad, y Maneras de ver con personas con discapacidad visual.