Se le podía aplicar aquello que decía Groucho Marx de "tengo unos principios, pero si no te gustan, tengo otros". En cualquier caso, es probable que el letrado sevillano Agustín Martínez Becerra, hoy letrado del Cuco, ayer defensor de la Manada de Sanfermines, ciñera su cambio de parecer sobre la presencia de los medios de comunicación en los juicios en los que está representado a una mera estrategia procesal. Según le interese como defensor o no, le interesa que la prensa se haga eco de la noticia o que se convierta en un elemento invisible de la ecuación informativa.

Becerra defiende a Francisco Javier García Marín, el Cuco, juzgado hoy en Sevilla por un delito de falso testimonio y que ha reconocido que mintió en la vista en la que declaró como testigo sobre el asesinato y la desaparición de Marta del Castillo. El letrado solicitó para dicho juicio que no entraran las cámaras de televisión para evitar para su cliente la llamada "pena de telediario".

Era partidario de que se celebrara en audiencia pública -es decir, con presencia de público y medios de comunicación tomando notas- pero "distinto es la grabación de imágenes por parte de los medios de todo o parte del proceso para su posterior reproducción. Consideramos que la Sala de un tribunal no puede ni debe convertirse en un escenario en el que representar una obra teatral para mayor gloria de un público ávido de morbo, o para satisfacer intereses publicitarios que en nada ayudan al recto sentir de la Administración de Justicia", declaró a El Diario de Sevilla.

La magistrada decidió que el juicio no se televisara y se grabara un "mudo" antes del inicio de la vista y los periodistas estuvieran presentes en el juicio con libreta.

En Pamplona peleó porque La Manada fuera a puerta abierta

Becerra salió hasta la saciedad en las fotos y en los papeles tras defender en Pamplona a la Manada de Sanfermines. Durante el juicio representó a tres de los acusados (Boza, Prenda y Escudero) y, una vez que el asunto llegó al Supremo, se hizo cargo de la defensa de los cinco procesados, que fueron finalmente condenados por agresión sexual a entre 15 y 23 años de prisión.

Aquel juicio estaba previsto que fuera a puerta cerrada. Y aún resuenan las protestas de Becerra porque así lo fuera, hasta que merced a una de sus protestas, el tribunal enjuiciador, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra, decidió que las dos últimas sesiones del juicio, las correspondientes con los informes de las conclusiones de las partes, fueran a puerta abierta con acceso de público y medios pero sin imágenes. Entraron algunos caricaturistas para representar a los acusados en el banquillo y a Becerra no se le vio molesto con dicho hecho.

Entonces, una vez que la Sala navarra consideró que se abrieran las dos últimas jornadas al público, Becerra declaró que así "se evitan juicios paralelos", ya que "se trata de la única manera de que todos vayan a entender, una vez que estén en la sala, cuál es la naturaleza o el contenido de lo que ha ocurrido dentro y de las conclusiones" de cada una de las partes.