Han pasado casi 38 años desde la desaparición y muerte de Mikel Zabalza a manos de la Guardia Civil y la familia sigue en el mismo punto en el que estaba cuando uno de los mandos de Intxaurrondo envió a la madre del joven de Orbaizeta a buscar a su hijo “en objetos perdidos”. Todos los intentos por lograr verdad y justicia se han encontrado siempre con el mismo “muro”, un muro “imposible de derribar”.

Por eso el último ascenso del teniente general Arturo Espejo, uno de los guardias civiles implicados en la muerte de Zabalza, y la justificación del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, suponen “más de lo mismo” para la familia, que ve cómo sus esperanzas de lograr algo de luz tras el reconocimiento por parte del Gobierno vasco como víctima se desvanecen. “Escucharle hablar en esos términos parece que veladamente estaba justificando la tortura. Me ha parecido escuchar a Barrionuevo”, ha lamentado este miércoles en 'Onda Vasca' Idoia Zabalza, hermana de Mikel.

Porque Espejo no era un guardia civil más. Fue el instructor de la detención de Zabalza y uno de los artífices de la versión oficial, hoy ampliamente cuestionada, de que el joven navarro murió ahogado en el río Bidasoa cuando trataba de escapar. Y Espejo nunca ha sido juzgado. Ni él ni ningún otro de los agentes implicados en la muerte de Zabalza porque la causa nunca se ha investigado. “Cuando estuvo el caso abierto, cada vez que un juez encaminaba el asunto, considerando que la versión oficial sobre la muerte de mi hermano no era cierta, cambiaban de juez. Así es imposible”, se lamentaba Lourdes Zabalza, también hermana de Mikel, en 'Radio Euskadi'.

La investigación tampoco se ha reabierto durante estos años. Ni siquiera cuando en una grabación conocida hace unos años dos altos cargos del Gobierno de España reconocían que en Intxaurrondo “se les había ido la mano” durante el interrogatorio a Zabalza. Tampoco el Ejecutivo de Sánchez ha querido desclasificar los documentos de aquel caso, ocultados bajo el paraguas de la Ley de Secretos Oficiales

Por eso han sido especialmente dolorosas las palabras de Marlaska en el Senado, donde este martes justificó los ascensos de Espejo porque “nunca ha sido imputado” ni se ha visto acusado en ningún procedimiento judicial. “Si no se investiga es imposible que haya una resolución judicial, y por tanto que se impute a alguien”, replica la familia.

Hay además cierta decepción con el Gobierno de España y con el PSOE porque, consideran, “no está por la labor” de aclarar lo ocurrido con la muerte de Mikel. “Nos encontramos ante un muro imposible de romper”, critican las hermanas de Mikel, que agradecen las palabras del líder del PSE, Eneko Andueza, que ha mostrado su “indignación” y “vergüenza”. Pero que dudan de que vayan a servir para algo porque a su hermano “lo mató la guerra sucia” y la guerra sucia la llevaba “un estamento oficial”, y “entre ellos están muy protegidos”. “A ver si logramos un día romper esa pared. No cejaremos en el empeño”, señalan pese a todo.