Bruselas - Decía Winston Churchill, ex primer ministro británico, que en política exterior no hay aliados sino intereses. El asesinato del periodista saudí Jamal Khassogi está poniendo la relación entre Riad y sus aliados de Occidente entre las cuerdas. La empresa española Navantia tiene un contrato para fabricar 400 bombas de guiado láser con destino a Arabia Saudí. En total las corbetas fabricadas en compañías de Ferrol y Cádiz dan trabajo a 6.000 personas y suponen para las arcas públicas unos 1.800 millones de euros. Margarita Robles, ministra de Defensa, intentó paralizar estos contratos antes del asesinato del periodista saudí pero las presiones de Andalucía y, probablemente de Riad, hicieron recular al Gobierno de Sánchez. España exportó en 2017 armas a Riad por valor de 4.347 millones de euros, doblando la cifra de un lustro atrás. Madrid ha sido uno de los grandes beneficiados de la venta de material bélico a Riad coincidiendo con la guerra de Yemen, en la que la coalición saudí ha sido acusada por la ONU de incontables violaciones de derechos humanos, incluyendo la muerte de miles de civiles. En línea con la oposición común europea, la ley española de 2007 prohíbe exportar armas si existe riesgo de violaciones de derechos humanos.

Pero además de las armas, España también está aumentando su dependencia energética con Riad aumentando en lo que va de año un 23% la compra de petróleo. En el encuentro empresarial de Davos, que numerosos países y empresas boicotearon tras el asesinato de Khassogi, el príncipe heredero saudí anunció el segundo tramo del AVE de la Meca que construye la empresa española Renfe.

Resoluciones de Estrasburgo El Parlamento Europeo ha votado hasta en cuatro ocasiones una resolución pidiendo a los Estados miembros que detuviesen la venta de armas a Arabia Saudí. Hoy será la quinta. La Eurocámara se apoya en la Posición de Armas Común europea que regula estos contratos. Las capitales europeas exportarán armamento de acuerdo a “altos estándares comunes”. Los Estados miembros están resueltos a evitar este comercio en aquellos lugares en los que “Naciones Unidas, la UE o el Consejo de Europa hayan constatado graves violaciones de los derechos humanos”.

Entre 2013 y 2017 Arabia Saudí fue el segundo mayor importador de grandes armas del mundo, con un incremento de las importaciones del 225% en comparación con el marco de tiempo 2008-2012, según el Instituto Internacional sobre Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri). Riad se convirtió en 2017 en el mayor importador de armas del mundo, dejando a su paso miles de millones de euros en los países occidentales que las confeccionaban.

En la actualidad, 16 Estados miembros venden material bélico al reino wahabí, causante según la ONU de la muerte de miles de civiles en Yemen desde 2015. El Reino Unido, Francia y España justifican que el camino y uso de estas armas está controlado confiando en la palabra de saudí de que se ajusta a la legalidad. Alemania ha sido el único país en reaccionar y congelar las exportaciones hasta que se esclarezca el caso. Un informe del Centro Delas de Estudios por la Paz de 2017 reveló que los Estados miembros autorizaron entre 2003 y 2014 la venta de armas a 63 de los 65 países de los que huyen el 88% de refugiados del mundo. - Mª G. Zornoza/Aquí Europa