SAO PAULO. Lo que para el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha sido una operación en uno de los hospitales privados más modernos de Latinoamérica, para muchos brasileños, la reversión de la colostomía, es sinónimo de meses de espera en una sanidad pública saturada y falta de medios. Bolsonaro recibió este miércoles el alta tras 17 días hospitalizado y una operación y viajó a Brasilia, donde su Gobierno le espera para terminar de definir importantes reformas, como la del sistema de pensiones.

El mandatario, de 63 años, fue tratado en el hospital Albert Einstein, un prestigioso centro privado de Sao Paulo, para retirar la bolsa de colostomía que cargaba desde el pasado septiembre tras ser apuñalado cuando participaba en un mitin durante la campaña electoral.

El ultraderechista fue ingresado el pasado 27 de enero tras regresar del Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza, y los médicos realizaron una reconstrucción del tránsito intestinal, el tercer procedimiento quirúrgico desde que sufrió el atentado en la ciudad de Juiz de Fora.

Bolsonaro permaneció hospitalizado siete días más de lo previsto inicialmente, ya que los médicos le diagnosticaron una neumonía la pasada semana que obligó a prolongar la dosis de antibióticos suministrada, y dejó el centro médico este miércoles acompañado de la primera dama, Michelle Bolsonaro.

En su primer mensaje en las redes sociales tras recibir el alta, Bolsonaro afirmó que "finalmente ha dejado atrás el riesgo de muerte después de un intento de asesinato de un exintegrante del PSOL", por el Partido Socialismo y Libertad.

El autor del ataque, identificado como Adélio Bispo, fue detenido inmediatamente después de la agresión y las autoridades aún no han determinado si actuó solo o si lo hizo a mando de alguien, aunque Bolsonaro ha destacado en todos sus mensajes que su agresor fue afiliado del partido de izquierdas PSOL.

"Solo tengo que agradecerle a Dios y a todos por finalmente poder volver a trabajar en plena normalidad", tuiteó Bolsonaro a bordo del avión que le trasladó a Brasilia.

Según explicó en una rueda de prensa el portavoz de la Presidencia, Otavio do Rego Barros, Bolsonaro no tiene previsto ningún compromiso oficial este miércoles y pasará el día en su residencia oficial, el Palacio de la Alvorada, en la capital brasileña.

Allí, el presidente "pasará por un periodo de descanso" y evaluará el mejor momento para retomar su agenda pública y los encuentros con sus ministros, algunos de los cuales ya recibió durante su ingreso en el hospital.

Uno de los principales temas que será tratado por el presidente será la reforma del sistema de pensiones y jubilaciones, la cual pretende enviar al Congreso el 19 o 20 de febrero, según precisó el portavoz.

La reforma de las reglas del sistema de pensiones es una de las principales banderas del Gobierno de Bolsonaro junto con el combate al crimen organizado, pero el paquete de medidas todavía necesita el un último aval del mandatario.

El mercado financiero considera fundamental los cambios en el régimen de jubilaciones actual, basado en un sistema de reparto en el que el Estado gestiona las contribuciones de los trabajadores en un fondo único alimentado con retenciones.

La propuesta del ministro de Economía, Paulo Guedes, es un modelo de capitalización individual, similar al chileno, en el que la jubilación de cada trabajador dependerá de lo que pueda ahorrar a lo largo de su vida laboral.

La agencia de calificación de riesgos Moody's destacó este miércoles que el borrador del proyecto tiene un "gran alcance" e incluye diversas medidas para controlar el aumento de los gastos en las pensiones y seguridad, aunque consideró poco probable que sea aprobado antes del tercer trimestre de este año.

Moody's precisó que la reforma de la seguridad social "es esencial pero no suficiente" para contener el gasto y subrayó que "serán necesarias más medidas" en los próximos años por parte del Ejecutivo de Bolsonaro.