Los expertos dejaron en evidencia ayer al presidente de EEUU. Donald Trump planteó la posibilidad de utilizar aviones cisterna para extinguir el incendio de Notre Dame de París. “Es terrible ver el enorme incendio en la Catedral de Notre Dame de París. Quizás con aviones cisterna podría ser sofocado. ¡Hay que actuar rápido!”, aconsejó Trump a través de Twitter. En respuesta, Protección Civil francesa advirtió de que “la caída de agua lanzada desde un avión sobre este tipo de edificio podría provocar el derrumbe de todo la estructura”. “Con los bomberos que están haciendo lo máximo para salvar Notre Dame”, replicaban con cortesía en la misma red social. El eurodiputado checo Petr Jezek fue más allá e ironizó sobre el mensaje de Trump. “La primera frase da esperanzas sobre una reacción normal. Solo la primera frase”, se mofó Jezek.

¿Por qué no había helicópteros que ataquen las llamas desde el aire? “No es muy buena idea, de hecho, es una pésima idea, a no ser que el incendio suceda en un espacio amplio, como el monte. Cuando tiras agua desde el aire con un hidroavión, por ejemplo, es como pegarle un puñetazo con una máquina al edificio, te cargas todo, no es una manera de extinguir algo que intentas mantener de alguna forma”, aclaró Carlos J. García, delegado de la sección sindical de bomberos CCOO de Madrid.

la piedra absorbe el agua El bombero añadió que en casos así la potencia calorífica “es tan grande que no hay capacidad refrigeradora suficiente para contrarrestar las llamas”. Por eso consideraba probable que sus compañeros franceses permanecieran durante toda la noche intentando contener el incendio. “Creo que se quemará todo, una vez se ha caído la cubierta hay poco que hacer. Es como el edificio Windsor, que se quemó entero. O el incendio de Seseña (Toledo).

La catedral de León, que ardió en 1966, se salvó precisamente porque se evitó verter agua sobre la piedra, explicó a El País Javier Ribera Blanco, catedrático de Historia y Restauración Arquitectónica y subdirector del Instituto de Patrimonio Cultural. Según el historiador, es preferible dejar arder la madera y la pizarra de Notre Dame que rociar los nervios con agua, porque la piedra absorbe la humedad, aumenta el peso y podría desplomarse todo el conjunto. “En León pasó lo mismo hace cincuenta años. El cantero dio la voz de alarma, se evitó mojar la piedra y la catedral se salvó”, explicó. Una tesis confirmada por los Servicios de Seguridad Civil de Francia: “El peso de la piedra aumenta al absorber la humedad y podría desplomarse todo el conjunto”.

Ribera Blanco recuerda que la cátedra parisina fue restaurada en 1830 por Eugène Viollet-le-Duc, quien reconstruyó las techumbres y la aguja central con un recubrimiento de pizarra que imitaba el antiguo tejado. “Ha ardido el cimborrio, que es una de las partes que Viollet-le-Duc restauró y donde se podía ver un conjunto escultórico de los 12 apóstoles subiendo hacia el cielo y donde el mismo restaurador se incluyó porque era un ególatra”, indica el catedrático.

Según el historiador, el valor de la catedral de París es “incalculable”. “Es la identidad de los franceses. Es la catedral de los reyes de Francia, que tras la Revolución pasó al pueblo. Es una fuente de recursos económicos fantástica dado que es el gran modelo del gótico francés”. El catedrático recuerda que junto a las de Chartres y León conforma el gran trío del gótico europeo.

Aunque la atención mundial se concentró en el exterior, el interior alberga tesoros de los que anoche se ignoraba el estado. Según advirtió Ribera Blanco, el fuego puede haber acabado también con las vidrieras, que son en un 60% originales. “El fuego derrite el plomo que las une y estallan si las llamas no son controladas a tiempo”. Lo que más peligro corría era coro, situado en el centro de la nave, y el trascoro, que da al exterior. “En ellos hay esculturas y retablos renacentistas de gran valor”, apuntó.