pamplona - La vida cotidiana rebrotó ayer en Ashkelon tras la lluvia de cohetes que durante el fin de semana sembró el pánico en esta ciudad costera de 135.000 habitantes del sur de Israel.

La frágil tregua que Israel y Hamás observaron desde primeras horas de la madrugada no oculta, sin embargo, que las espadas siguen en alto tras la mayor escalada bélica en cinco años, ensangrentada por la muerte de 25 palestinos, la mitad de ellos milicianos, y de cuatro civiles israelíes, según recoge El País.

En menos de dos días se han disparado 690 proyectiles hacia Israel y han sido bombardeados 350 objetivos en la Franja palestina. Motivos de sobra en Oriente Próximo para una deflagración armada.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, avisó en un comunicado oficial de que la campaña no ha acabado aún. “La campaña no ha terminado: requiere paciencia, sangre fría y reflexión”, dijo. - D.N.