Berlín - La combativa Andrea Nahles tiró ayer la toalla como líder del Partido Socialdemócrata alemán (SPD), un año después de asumir la jefatura de una formación que en menos de veinte años ha vivido diez relevos en su presidencia sin frenar su sangría de electorado. Nahles, anunció ayer que presentará hoy dimisión y mañana lo hará del grupo parlamentario.

En un comunicado, la líder socialdemócrata precisó que de esta manera, y a falta del apoyo necesario, quiere abrir la posibilidad de que su sucesión para ambas funciones pueda llevarse a cabo “de manera ordenada”.

Nahles destacó el “gran desafió” que supone “volver a levantar el partido”, después de que el SPD perdiera en las pasadas generales más de cinco puntos hasta el 20,5% de apoyos y en las europeas de hace una semana encajara con sólo un 15,8% de votos su peor resultado a nivel federal. “Asumí la presidencia del partido y del grupo parlamentario en momentos difíciles. Juntos hemos decidido asumir la responsabilidad por nuestro país como parte del gobierno. Al mismo tiempo estamos trabajando en volver a levantar el partido y de convencer a los ciudadanos con nuevos contenidos”, señaló.

Para lograrlo, agregó, “es necesario un apoyo mutuo y total”, algo que se ha estado poniendo públicamente en duda en repetidas ocasiones en las últimas semanas, dijo.

“Por eso quería claridad. Esa claridad la he obtenido esta semana”, añadió y precisó que el debate dentro del grupo parlamentario y los muchos contactos desde el partido le han dejado claro que para el desempeño de sus funciones ya no cuenta con “el respaldo necesario”.

Nahles llamó a su partido a la cohesión y a actuar con sensatez y expreso su esperanza de que los socialdemócratas logren recuperar “la confianza y el respeto mutuo” para hallar así a personas que puedan apoyar con todas sus fuerzas.

“Nuestro país necesita un SPD fuerte”, concluye el comunicado.

Nahles llevaba apenas un año y tres meses en el cargo, que asumió tras la renuncia de Martin Schulz, último candidato del partido a luchar por la Cancillería, en 2017, y que de gran esperanza de reflotar a la socialdemocracia pasó a hundirla en su mínimo histórico en unas elecciones generales.

De 48 años y exlíder de las juventudes socialdemócratas (los Jusos), Nahles asumió el cargo en 2018 con el propósito de reformar al partido desde su posición de alguien que conoce muy bien a sus bases.

Hasta llegar a la presidencia, Nahles ha recorrido un largo camino, incluida la prórroga vivida desde su designación por unanimidad de la ejecutiva del partido, en febrero de 2018. Su rápida nominación para relevar a Schulz -que renunció tras aceptar a regañadientes reeditar la gran coalición con el gobierno de Merkel, desató críticas de las bases, recelosas de una solución desde arriba a la enésima crisis del partido.

Como ministra de Trabajo en la anterior coalición se apuntó un logro de sello socialdemócrata, la implantación de un salario mínimo interprofesional en un país rico donde avanza la precariedad social.

Compromiso con la coalición Por su parte, la líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Annegret Kramp-Karrenbauer (apodada AKK), ratificó el compromiso del bloque conservador con la coalición de gobierno encabezada por Merkel. “Mantenemos nuestro compromiso con la gran coalición y queremos servir con una buena política de gobierno a nuestro país”, dijo AKK ayer ante la prensa en Berlín.

Subrayó que parte de la base que el SPD revolverá con rapidez la sucesión de Nahles y del grupo parlamentario, de manera que “el funcionamiento de la gran coalición no se verá así afectado”, y señaló también que el acuerdo de gobierno no es “un objetivo de por sí, sino la base de la presencia internacional de Alemania en Europa y en el mundo.