hong kong - Miles de personas se congregaron este lunes ante las puertas del Gobierno local de Hong Kong para exigir la dimisión de la máxima autoridad de la ciudad, Carrie Lam, cuya posición se tambalea después de que el domingo más de un millón de personas ocupasen las principales avenidas de la isla.

Durante todo el día se esperó una comparecencia pública de la jefa del Ejecutivo para anunciar su dimisión o al menos la retirada definitiva del controvertido proyecto de ley de extradición, después de que Hong Kong viviese el domingo la que probablemente ha sido la mayor manifestación de su historia.

Miles de manifestantes, la mayoría jóvenes, aguardaron este lunes concentrados ante las puertas del Parlamento que Lam compareciese y, al no hacerlo, decidieron marchar hasta la sede del Gobierno, entre gritos que pedían su dimisión y el abandono de la iniciativa de extradición.

Ante los agrupados a las puertas del Legislativo apareció pasado el mediodía Joshua Wong, uno de los líderes más destacados de la conocida como Revolución de los Paraguas, quien justo ayer fue puesto en libertad tras pasar un mes en prisión por su participación en aquellas protestas de 2014, que reclamaron más democracia.

Wong fue recibido entre grandes aplausos y aclamaciones por la multitud congregada ante el Parlamento y desde una escalera plegable se dirigió en cantonés a los manifestantes.

“Lam tiene que dimitir inmediatamente, debía haber retirado el proyecto de extradición hace días al ver de qué forma habéis salido a las calles “, proclamó ante el entusiasmo de los congregados.

Más tarde, en declaraciones a un grupo de periodistas, el activista de 22 años aseguró que su tiempo en prisión “fue duro” y que no le fue fácil “gestionar la presión”.

“Me cambiaban de camiseta dos veces por semana y la celda estaba verdaderamente sucia”, explicó.

Respecto a si pretende convertirse en el líder de las protestas actuales, que carecen por ahora de una cabeza visible, Wong se limitó a señalar irónicamente que “Carrie Lam es la auténtica líder, ya que ha hecho movilizarse a millones de personas en las calles”.

“No hago ninguna sugerencia de cómo debería continuar la protesta”, explicó, poco antes de que los congregados ante el Legislativo decidiesen en asamblea marchar hacia la sede del Gobierno, adonde Wong finalmente no acudió.

diputados de la oposición Sí lo hicieron algunos diputados locales de la oposición, como el legislador y activista Eddie Chu, erigido en uno de los portavoces de la concentrados, que mantuvieron su protesta durante horas pese a la fuerte lluvia que arreciaba por momentos entre los rascacielos de la ciudad.

Entre los manifestantes, la mayoría como el domingo vestidos de negro, se encontraba Emas Au, una pianista de 37 años, que se acercaba voluntariamente a los extranjeros para explicarles los motivos de su protesta. “El Gobierno actual de Hong Kong no respeta el modelo de un país, dos sistemas, con el que hemos convivido desde el traspaso de la soberanía británica a China en 1997”, dijo Au.

“Hay gente encarcelada por ideas políticas”, lamentaba la joven que, sin embargo, no fijaba entre sus prioridades la dimisión de la máxima autoridad Carrie Lam, quien, a su juicio, “será sustituida por otra persona de Pekín y será la misma cosa”.

Al igual que otros muchos manifestantes, esta artista teme que el Gobierno local intente dejar pasar el tiempo sin cambiar nada esperando que “a la gente se le baje la pasión”.

Cerca de ella, un trabajador del sector financiero de 47 años, que prefería no decir con su nombre, opinaba que Pekín “quiere convertir a Hong Kong en una ciudad más de China”.

“La situación de las libertades aquí se ha deteriorado mucho en los últimos años, especialmente desde que Xi Jinping llegó al poder en China en 2013”, afirmó.

Mientras la gente protestaba ante las oficinas del Gobierno, las voces críticas con la actuación de Lam se multiplicaban en otros ámbitos.