iles de personas se agolpan en la frontera greco-turca en busca de una mínima esperanza de vida huyendo de la crisis humanitaria que la guerra de Siria ha vuelto a provocar. Seres humanos que se han convertido en un escudo para el régimen turco del presidente Erdogan que presiona a la Unión Europea con la entrada masiva de emigrantes para lograr su apoyo en su estrategia en la región en conflicto. Un burdo chantaje del que es culpable, pero cuyos responsables no son otros que los jefes de Gobierno europeos que hace ahora cuatro años pactaron que Turquía controlara el flujo de refugiados a cambio de 6.000 millones de euros para atenderlos. Un acuerdo que las autoridades turcas siempre han sostenido que no se ha cumplido y que ha saltado por los aires por la muerte de una treintena de soldados turcos en el norte de Siria. Turquía presiona a la UE usando a los refugiados para que le dé, no sólo fondos para atender a quienes huyen de la guerra, sino apoyo en un conflicto bélico en el que Turquía está, hoy por hoy, en el bando perdedor.

34 soldados turcos murieron el pasado 28 de febrero en un bombardeo del Ejército sirio en la zona de Idlib, fronteriza con Turquía, donde Ankara apoya a las milicias yihadistas y otros grupos insurrectos que representan la ultima resistencia contra Bachar Al Assad y sus aliados Irán y Rusia. Acto seguido, a 1.300 kilómetros de distancia, se desataba una nueva crisis migratoria, en una especie de "efecto mariposa geopolítico", en el que decenas de miles de refugiados, de Oriente Medio y África, se convertían en las víctimas del desacuerdo y la falta de previsión de la UE, el expansionismo de Irán y Turquía, y la agresividad de Rusia. La reacción de Erdogan no ha sido otra que dejar que cientos de miles de sirios, muchos de ellos refugiados en Turquía desde hace años, y miles de migrantes de otros países, avancen hacia las fronteras con la UE. Una realidad que tiene también su base en la dificultad que las autoridades turcas tienen para acoger más refugiados, de los tres millones y medio que ya viven en su país.

De nuevo, la respuesta europea, además de la falta de previsión, ha sido la pasividad representada por unas fronteras herméticas a base de muros y vallas con concertinas. Eso y un viaje gestual de los tres presidentes de las instituciones europeas, Von der Leyen, Sassoli y Michel, a Atenas para expresar todo su apoyo al gobierno griego. Acto seguido, en el Consejo extraordinario de Interior y Justicia celebrado este miércoles en Bruselas, aprobaba el plan de la Comisión Europea que movilizará de forma inmediata 350 millones para asistir al país y desplegará 100 oficiales -que se suman a los 530 actuales- de Frontex, 7 buques patrulla, 2 helicópteros, 1 aeronave y 3 vehículos de visión térmica. Y con la estrategia típica de una de cal y otra de arena, para rebajar las tensiones, Josep Borrell, Alto Representante de Exteriores de la UE, anunciaba desde Ankara el desembolso adicional de 170 millones de euros en ayuda humanitaria para asistir a los refugiados sirios.

Si hubo una polémica al inicio del mandato de la nueva Comisión Von der Leyen fue en torno a la cartera de "Promoción de los valores europeos", nombrada inicialmente como "Defensa del modo de vida europeo". Una decisión política que se interpretó como un guiño a las posiciones xenófobas y contrarias a la entrada de migrantes en la UE. La realidad tozuda ha situado a Europa ante una crisis humanitaria reiterativa que reabre la herida abierta por posiciones antagónicas entre los Estados miembros. Porque el problema de fondo real es la incapacidad de la UE para aprobar una Política de Asilo Común. En el chantaje a que Erdogan nos está sometiendo a todos los europeos, lo que está realmente en juego es la supervivencia efectiva de los valores y principios inspiradores del proyecto común de construcción europeo. Si no podemos hacernos cargo de la vida de personas inocentes de huyen de una masacre, la libertad y la democracia se ve socavada, y la imagen de la Unión Europea como defensora de los Derechos Humanos en el mundo, se viene abajo.