l Caldor comenzó el pasado 14 de agosto en el área alpina de Little Mountain, a unas 4 millas al sur de Grizzly Flats. A los pocos días, a unos 60 kilómetros de distancia, nos despertamos en Reno envueltos en una espesa nube de humo tóxico, provocada por la incineración de los combustibles de estos bosques. El nivel de concentración de micropartículas en el aire se mide en virtud de la escala AQI, el índice de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA). Los niveles AQI para informar sobre la calidad del aire abarcan un rango de 0 a 500. Cuanto mayor es el valor, mayor es el nivel de contaminación y mayor el riesgo para la salud. Un valor de AQI por debajo de 50 representa una buena calidad del aire, mientras que un valor por encima de 100 representa peligro. Niveles AQI de 151 a 200 pueden producir serios efectos sobre la salud y los miembros de grupos sensibles pueden experimentar efectos graves. En South Lake Tahoe se ha llegado a niveles de AQI 550, por encima de los niveles superiores. Hoy se sitúa 36 veces por encima de la recomendación de exposición de la OMS.

Lo que comenzó como un pequeño incendio ha quemado ya más de 870 km2. Alrededor de 472 edificios han sido destruidos por el fuego, principalmente en la ciudad de Grizzly Flats, a lo largo de la ruta 50.

Lo que está provocando estos macroincendios es un cóctel de varios elementos:

Son áreas de montaña, por lo general muy húmedas, en algunos casos con nieves perpetuas, que no han sufrido incendios desde hace más de medio siglo, lo que las ha convertido en tierras vírgenes para el fuego que se alimenta ahora del abundante combustible almacenado durante décadas. Precisamente el Caldor se ha bifurcado bordeando el valle formado por el arroyo de Caples porque este valle sufrió un pequeño incendio hace algunos años.

Niveles de humedad relativa bajísimos. Nos encontramos con índices de humedad entre un 9% y un 14% en lugar de los habituales niveles de 30% a 40% para estas fechas. Para hacernos una idea, la humedad relativa en lugares como Aralar en agosto puede ser de entre 80% y 90%, todo un lujo en este nuevo mundo de vientos secos y fuego.

Temperaturas extremadamente altas, por encima de los estándares históricos. Este año se ha llegado a 54,4 oC en Nevada, la tercera mayor marca registrada en el planeta. El 16 de junio, Las Vegas rompió un récord de 80 años con una lectura de 46,6 oC. La racha de calor terminó el 7 de agosto en el valle de Las Vegas, tras 45 días por encima de los 37,7oC según el Servicio Meteorológico Nacional. Ésta es la tercera racha de calor más larga registrada en la historia del valle.

Sequía. A mediados de julio de este año, el 89% del Oeste sufría sequía y el 25% niveles de sequía excepcional (D4), según el monitor de sequía de EEUU. La sequía está amenazando incluso la existencia de la presa Hoover. No es una excepción, la mayoría de los embalses del Oeste están por debajo o muy por debajo de los niveles de caudal normales para esta época del año, en muchos casos debido a sequías prolongadas.

Las fuertes ráfagas de viento anómalas e impredecibles ayudan a avivar las llamas y generar nuevos focos de incendio.

El fuego también está siendo alimentado por las características del terreno. Lake Tahoe ha estado a salvo de los incendios porque está rodeado de montañas de granito, como las cumbres del simbólico rancho Bonanza que dio lugar a la serie de televisión. El granito sólido procura un aislamiento natural que suele ser suficiente para frenar las llamas. No obstante, las fuertes ráfagas de viento seco soplando en dirección noreste ayudaron a que la lengua de fuego trepara hasta la cumbre de Echo Summit, a menos de 8km de South Lake Tahoe. Desde allí, el viento catapultó con facilidad las ascuas de fuego de las copas de los altos pinos ponderosa, abriéndose camino hacia las orillas del lago Tahoe, 8 kilómetros más allá, y originando nuevos focos de fuego muy por delante del frente de fuego que ahora desciende pesadamente sobre la cuenca del lago.

Hasta entonces el fuego había avanzado un promedio de media milla al día, pero en ese momento se registraron avances de hasta 5 millas al día.

Todo ello ha hecho que, después de tres semanas, apenas se haya contenido en un 30%. Y un denso humo sigue cubriendo South Lake Tahoe, donde al menos 700 casas han sido destruidas y 33.000 estructuras están todavía amenazadas. En vista de todo ello, el 29 de agosto se emitió una orden de evacuación sin precedentes para los 22.000 residentes de la zona y decenas de miles de turistas. Y este éxodo de más de 50.000 personas obstruyó la arteria principal de evacuación, la ruta 50, poniendo en riesgo sus vidas.

Por vez primera se han utilizado los helicópteros Coulson y los helitankers Blackhawk UH-60de noche, pero debido a los fuertes vientos no podían volar y cuando lo hacían, los humos no permitían a estas bucket brigades soltar los tanques de agua con precisión. Tim Ernst, jefe de la sección de operaciones de CalFire, afirmó que los servicios de bomberos "sólo podemos luchar contra lo que es posible luchar". Lo mismo aseguró Stephen Vollmer, analista de comportamiento de incendios del Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California: "Sólo podemos esperar a que los vientos disminuyan". Tal es el poder de las fuerzas naturales.

Vientos más suaves y mayores niveles de humedad han permitido a los bomberos actuar con más éxito estos últimos días, pero a pesar de ello el Caldor se ha convertido en el decimoquinto incendio más grande en la historia de California. No obstante, lo peor está a 100 millas al norte, en el Parque Nacional Lassen, donde varias divisiones de bomberos están luchando contra el monstruoso Dixie Fire, el segundo incendio forestal más grande en la historia del estado, que ya ha consumido 3.500 km2.

Biden ha emitido una declaración de emergencia federal ordenando la movilización de más de 15.000 bomberos y equipos de emergencia de otros estados. Días después, hemos visto las caravanas de camiones rojos y verdes desviarse hacia Tahoe a través de la ruta 395. Más de 4.200 bomberos están desplegados actualmente para combatir este incendio en torno al lago Tahoe.

2020 fue un año horrible: 58.258 incendios tan sólo en California, que desolaron un área de casi 42.000 km2. 2021 va a ser mucho peor.

El cambio climático ha alimentado una peligrosa e intensa temporada de incendios que abarca ya un período de al menos siete años desde 2014: lo sabíamos desde el año 2000. Tal vez desde mucho antes. El cambio climático ha hecho que el Oeste de los Estados Unidos y otras partes del mundo sean mucho más cálidas y secas en los últimos 30 años y continuará haciendo que el clima sea cada vez más extremo y los incendios forestales más frecuentes y destructivos. Esto es algo que meteorólogos, climatólogos, botánicos, geógrafos y agrónomos nos vienen advirtiendo desde hace tiempo. Chris Anthony, jefe de personal del programa de resiliencia de incendios forestales de Cal Fire, lo ha dicho sobre el terreno: "Anomalía", "sin precedentes" o "extremo" no son ya términos aplicables a los incendios en esta parte del mundo, estos fenómenos naturales forman ahora parte integral de nuestras vidas: lo insólito es ya habitual.