- El azote el tifón Rai ha dejado al menos 375 muertos y más de 480.000 desplazados en provincia del centro y el sur de Filipinas e incalculables necesidades humanitarias a las que ahora intentan responder agencias de Naciones Unidas y ONG, por ejemplo para brindar refugio, alimentos o agua potable a quienes lo necesitan. “Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir”, reclamó el ministro de Obras Públicas, Roger Mercado, que advirtió de que en algunas zonas han sufrido daños incluso los centros habilitados para los evacuados. “Algunas personas duermen junto a la carretera”, dijo a la cadena ABS-CBN. En la provincia de Bohol, donde han fallecido unas cien personas, el gobernador, Arthur Yap, confirmó que se están registrando saqueos, si bien “por ahora la situación está controlada”. “Pronto será Navidad, por favor, apiadáos de las víctimas del tifón”, lamentó, según la agencia de noticias DPA.

El vicepresidente, Leni Robredo, apeló también a la solidaridad internacional tras visitar las zonas afectadas, para que no haya personas que “celebren la Navidad sin nada para comer, sin un lugar donde vivir y sin esperanza”.

Entre las organizaciones que se han movilizado ya para enviar suministros están el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), que estima que 845.000 niños necesitan ayuda urgente. La representante de UNICEF en el país asiático, Oyunsaikhan Dendevnorov, prometió que trabajarán “intensamente”, ya que “muchos niños pasarán las vacaciones sin un techo en el que refugiarse, hambrientos, con frío y angustiados”.

Rai -conocido también como Odette-está considerado el tifón más devastador de 2021 en Filipinas y sus estragos son comparables al de Hayan en 2013. “No hemos visto una destrucción así desde entonces”, dijo ayer el subdirector de operaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Ugochi Daniels.