Durante décadas, aún no había amanecido y Antonia Gil Segura recorría todos los días las calles desde su vivienda hasta su comercio de prensa en la Plaza del Castillo.

Ponía en marcha la recepción de ejemplares del día de cientos de publicaciones y cuando los que nos creíamos madrugadores acudíamos al local todo estaba listo para la venta.

Nos aguardaban una sonrisa, un saludo cordial y alguna broma para los que éramos de cerca de Aibar, su pueblo natal.

El valor de los buenos ejemplos para una Sociedad desorientada es crucial. Antonia fue un ejemplo de dedicación, responsabilidad y resistencia. Y deja huella en su hijo Antonio Leoz y en sus nietas universitarias con magnífica proyección profesional y con un carácter y sentido de la responsabilidad probablemente heredados de su abuela.

La suya fue una vida de entrega al trabajo, una vida dura a simple vista, pero una vida realizada y disfrutada al haber sabido vivir el trabajo con satisfacción.

Gracias Antonia por tu ejemplo. Desde el recuerdo, seguirás influyendo en los que te conocimos, quisimos y admiramos.