Pamplona - No hay día en que Yolanda Barcina no insista en la necesidad de ir a votar el próximo 25 de mayo. Ya sea una entrevista, un comparencia pública o un acto de partido (en el último dedicó a las elecciones europeas más de media intervención), la presidenta subraya la importancia de que los ciudadanos participen en unos comicios que, destaca, son estratégicos para el futuro de Europa, España y también Navarra. Un mensaje en cierto modo contradictorio con la actitud de su partido, que ante la imposibilidad de lograr escaño de forma autónoma ha optado por no presentar candidatura. Pero que reitera en los actos públicos que, curiosamente, se han multiplicado los últimos días.

Barcina insiste así en pedir a "todos los navarros" que vayan a las urnas. Lo hace sin hacer público el sentido de su voto porque su partido así lo ha decidido, aunque también porque hacerlo abriría un nuevo cisma interno en una formación en la que las suspicacias por su afinidad con el PP siguen muy presentes, especialmente tras la coalición para las elecciones generales de 2011 que a la postre supuso la pérdida de estabilidad del Gobierno. Sin embargo, no pierde ocasión en subrayar que ella sí irá a votar, y que tiene "clarísimo" a quién hacerlo. Y pocos dudan de que eso voto será precisamente para el Partido Popular, algo que la presidenta tampoco disimula.

Es un escenario muy similar al de 2009. En aquella ocasión, con la tradicional alianza recién rota por Miguel Sanz en su apuesta por un acercamiento al PSN, UPN también decidió no concurrir a los comisiones. Y Barcina, ya presidenta del partido, optó por un mensaje similar al de este año, instando a ir a las urnas y votar "con principios y valores". Lo que internamente fue interpretado como un apoyo velado al PP.

Así lo hicieron también los simpatizantes de UPN, que de forma muy mayoritaria se arrimaron a la papeleta popular. En las últimas elecciones europeas 75.989 navarros dieron su apoyo al PP, el 37,90% de los que acudieron a las urnas. Un porcentaje muy similar al que habitualmente logra UPN, que en las elecciones forales de dos años después, con una mayor participación, sumó 111.474 sufragios, el 34,48% del total.

Pocas dudas caben de que en esta ocasión volverá a ocurrir lo mismo, salvo por el efecto de la abstención, verdadero temor de todos los partidos que concurren a las elecciones, tanto Navarra y el Estado. Lo que puede distorsionar el resultado y favorecer a formación más pequeñas o con un electorado más concienciado, a las que UPN tampoco interesa fomentar a un año de las elecciones forales.

La apuesta pasa así por dejar que el centro derecha se mantenga como primera fuerza electoral con la certeza de que, cuando lleguen las elecciones municipales y forales, los regionalistas volverán a ser la sigla de referencia. A fin de cuentas, un buen resultado del PP puede servir para justificar y olvidar dos años de escándalos, recortes y desempleo, y reforzar la idea de que la recuperación económica es una realidad gracias precisamente a las políticas de austeridad. Una buena rampa de salida para las elecciones de dentro de un año, las que de verdad importan, y que Barcina pone sin complejo al servicio del Miguel Arias Cañete, confiada en que la ola triunfalista sobre el final de la crisis arrastrará también a su partido. Y de que en la dirección del PP sabrán apreciar el altruismo de los últimos días.