donostia - Miles de personas pidieron ayer en Donostia cambios en la política penitenciaria y avanzar en materia de convivencia, donde disuelta ETA, quedan cuestiones por resolver y “nudos por desatar”. Fue, según la plataforma organizadora Orain Presoak, “la más plural” de las celebradas hasta ahora, ya que además del arco político salvo PSE y PP, se sumaron todos los sindicatos sin excepción.

Pasadas las 17.15 horas, la marcha, que iba a celebrarse en Bilbao pero se trasladó con motivo de una prueba atlética, partió del túnel de El Antiguo en dirección a la calle San Martín después de que el Palacio Miramar acogiera un acto en el que se leyó una declaración en la que los firmantes insistieron en la convivencia. Tanto que esta palabra o “convivir” apareció en ocho ocasiones en el corto comunicado, que no aludió de manera expresa a los presos. “Sabemos que somos diferentes, tanto en el origen como en los objetivos, pero debemos construir conjuntamente una base firme”, proclamaron el profesor universitario Felix Arrieta y la portavoz de Bake Bidea Anaiz Funosas, firmantes de la dinámica Orain Presoak y encargados de leer el texto en euskera, castellano y francés. “Subrayamos la importancia de terminar con todo sufrimiento”, señalaron, antes de considerar que, como recogió el lema de la marcha, “es necesario acabar” con los retos pendientes “y es necesario hacerlo ahora”.

Para lograr esa “meta”, pidieron tratar de alcanzarla desde el respeto: “Por encima de todo ideal y pensamiento, nos debemos respeto a nosotras mismas y al prójimo, porque sin respeto es imposible convivir”. “Tenemos mucho por hacer en el camino de la convivencia, debemos hacerlo por nosotras y por nuestras hijas”, concluyeron tras recordar que “nos ha costado llegar hasta aquí. Cada vez son más los actos que compartimos, en los que convivimos las unas al lado de las otras y a veces, sin darnos cuenta, nos vemos trabajando conjuntamente, pero conviene no bajar la guardia y seguir tejiendo esta red juntas”.

vía abierta Después de que se interpretara Mundurat, de Benito Lertxundi, y se recitara la letra de Araua, de Willis Drummond, Arrieta y Funosas leyeron el texto en presencia de agentes políticos, sociales y culturales que se dieron cita en el Palacio de Miramar. Entre ellos, los jeltzales Luke Uribe-Etxeberria y Xabier Ezeizabarrena; Maddalen Iriarte y Julen Mendoza (EH Bildu); y Pili Zabala y Andeka Larrea (Podemos), además de representantes sindicales como Adolfo Txiki Muñoz (ELA) y Garbiñe Aranburu (LAB); así como el exconsejero del Gobierno Vasco y portavoz de Sare, Joseba Azkarraga; el exgobernador civil de Bizkaia Daniel Arranz y el que fuera fundador de ETA y después de Aralar Julen Madariaga, que a sus 86 años vio buena parte de la marcha desde los jardines de Miramar.

Minutos después de la foto de familia en el exterior del Palacio arrancó la manifestación que completó el recorrido habitual de las grandes marchas políticas que ha acogido la capital guipuzcoana en las últimas décadas. Entre gritos de Euskal presoak, etxera y de Presoak, kalera, amnistia osoa!, los participantes, que la organización elevó a 40.000, empezaron a llegar pasadas las 18.15 horas al Boulevard en una tarde de cielo gris en la que aguantó sin llover, cuando se conmemoraba el el séptimo aniversario del fin de la actividad armada de ETA.

El denominado artesano de la paz Mixel Berhokoirigoin -que hace escasas fechas ha visto levantada la prohibición de salir de Francia como consecuencia de su detención en Luhuso- explicó la vía abierta en Iparralde. Por un lado, el espacio de diálogo constituido entre el Ministerio de Justicia y representantes públicos de la Mancomunidad; y por otro, la marcha que se celebró el 9 de diciembre en París precisamente con el lema Orain, presoak. Tras el desarme de ETA, explicó, acudieron “a París para decirle al Estado que lo que quedaba del camino no podía ser unilateral. Que el desarme exigía resolver las consecuencias del conflicto”.

La situación “ha cambiado mucho, pero no es suficiente”: “Ha llegado la hora de cambiar la velocidad. París y Madrid deben escucharlo, nos tienen que escuchar. Ha llegado la hora de acelerar. El proceso no se acaba con el final de ETA. La paz permanente y la convivencia debemos construirla juntos, sin apartar ni olvidar nada del pasado, mirando al futuro”.

Hacia esa convivencia citó primero las víctimas: “Les debemos la verdad, el reconocimiento, el respeto y la reparación”; siguió con los “presos y exiliados”: “Arreglar su situación es un elemento constitutivo de la pacificación. Hay que acabar con las medidas de excepción, porque son vulneración de derechos humanos”. Más aún, abrió la puerta a “cambiar la ley porque necesitaremos un cuadro jurídico nuevo como ha sucedido en todos los demás procesos”.

Y por último, recordó que “construir la paz” no es solo avanzar en el reconocimiento de las víctimas y en la situación penitenciaria. “En la construcción de la paz todos tenemos qué hacer”, dijo, antes de añadir que esta tarea “exige la pluralidad del pueblo, la fuerza de cada uno y la implicación de los gobiernos, porque la paz es buena para todos. Hagamos una paz en la que ganemos todos porque con la paz ganamos todos”.