Bruselas - Echando la mirada atrás, cuando finalizaba su mandato en 2017, la canciller alemana Angela Merkel estaba cansada. No obstante tenía una responsabilidad: la crisis migratoria de 2015 había hecho mucho daño a la derecha moderada alemana, y su política de puertas abiertas estaba saliendo muy cara en términos electorales. Por eso la Unión Cristianodemócrata (CDU) no se podía permitir perder a su gran líder de cara a unos comicios cruciales en los que los votantes podrían castigar al partido todavía más si al frente no estaba mutti Merkel, una figura política que atraía a jóvenes votantes, que era símbolo de estabilidad y una garantía de Gobierno.

Un año después, Merkel anunciaba ayer que abandonará el liderazgo de la CDU, que ahora deberá elegir un nuevo líder y fijó en 2021 su retirada de la política tras concluir su actual mandato en el Gobierno. “Siempre quise llevar con dignidad mis cargos y dejarlos con dignidad”, declaró ayer la líder de la CDU y jefa del Gobierno alemán, tras calificar de “inaceptable” la imagen que da su alianza de gobierno y de “amargos” los resultados obtenidos en las elecciones regionales celebradas el domingo en el Land (estado federado) de Hesse.

Todavía está por ver en qué situación queda el Gobierno después de que los dos socios que forman el Ejecutivo, CDU y SPD, hayan perdido respectivamente 10 puntos en estos últimos comicios regionales.

La canciller acabó presentándose en 2017 en contra de lo que deseaba. Y desde entonces todo han sido malas noticias. Los resultados electorales no fueron buenos, la negociación para una coalición con Los Verdes y los liberales del FPD no funcionó cuando los segundos olieron sangre y notaron débil a Merkel, haciendo colapsar las conversaciones. Al final la CDU acabó entrando en negociación con una SPD, que no quería una nueva gran coalición pero que se sentaba a la mesa por presión. Un matrimonio de conveniencia no deseado por ninguna de las dos partes contrayentes.

El Gobierno fue débil desde el primer día. Pero las cosas han empezado a empeorar en las últimas semanas. Primero una debacle total en Baviera, donde los socialcristianos de la CSU, el partido hermano de la CDU en Baviera, perdieron la mayoría absoluta, algo de lo que culpan a la política migratoria de Merkel. De hecho el líder de la CSU tiene una muy mala relación con la canciller. Y, ahora, un segundo varapalo en Hesse, donde los conservadores se quedaron en el 28% de los votos, y los socialdemócratas en un 20%. Mientras tanto los grandes vencedores de la jornada volvieron a ser, como en Baviera, Los Verdes: cuya formación ha obtenido un 20% de los votos.

Al SPD, liderado por Andrea Nahles, la situación empieza a hacérsele insostenible. Nahles, una joven presidenta apoyada fundamentalmente por los sectores de las juventudes socialistas, culpa a la gran coalición del debacle electoral. Cree que es su asociación con los conservadores lo que hace que los votantes rechacen a los socialdemócratas, y eso convierte en un escenario muy probable el que el SPD acabe retirándose del Gobierno. Lo que lleva a dos posibles escenarios: un Ejecutivo de la CDU en minoría o unas nuevas elecciones.

Su futuro en la UE En diciembre la CDU deberá elegir un nuevo líder, y todos los ojos están puestos sobre el SPD. Dependiendo de lo que haga el Gobierno tendrá o no futuro. Y si finalmente cae, los rumores que indican que Merkel podría acabar dando el salto a la política europea aumentarán.

Desde hace tiempo se señala que la canciller podría ser una buena presidenta del Consejo, o incluso también de la Comisión Europea, pero hasta hace poco todos estos rumores han sido desacreditados. En cualquier caso, y aunque los rumores acaben siendo ciertos, el camino de Merkel hacia el Ejecutivo comunitario no sería sencillo.

La alemana no se presenta al proceso del spitzenkandidat -el procedimiento por el cual cada partido elige un cabeza de lista que es candidato a presidir el Ejecutivo comunitario-, pero según los Tratados es el Consejo quien propone un candidato, y el Parlamento debe aprobarlo.

Las capitales quieren seguir reteniendo el poder de proponer el nombre, pero las principales fuerzas políticas en la cámara defienden el sistema de los cabeza de listas y no darán su brazo a torcer fácilmente. Mucho más fácil sería para la canciller convertirse en presidenta del Consejo, algo que, dentro de los rumores, parece más plausible.

Posible adelanto electoral. Con unos socialdemócratas recelosos en caída libre y una Unión Cristiano Social (CSU), partido hermano de la CDU en Baviera, dispuesta a imponer una política dura en la cuestión migratoria de la mano de su líder y ministro del Interior, Horst Seehofer, el nuevo Gobierno caminó por aguas turbulentas desde el principio y cada vez más voces auguran un adelanto de las elecciones.

Pragmatismo. Con el duro revés electoral en las regionales de Baviera hace dos semanas y en Hesse, el domingo, Merkel ha vuelto a dar muestra de su pragmatismo al comenzar a allanar el camino a un posible sucesor, que será el encargado de concurrir en unos nuevos comicios.

La sucesión. El rotativo Sueddeutsche Zeitung señala que la decisión “encaja” con una persona que siempre ha actuado “de manera sobria y hasta fría” con todo lo relacionado con carreras políticas. Independientemente de eso, la gran pregunta en estos momentos en Alemania es: ¿llegará al final de su mandato el frágil Gobierno de coalición? Mucho dependerá de quién sucederá a Merkel al frente de la CDU, si un aliado o un rival interno suyo, y de lo que hagan los socialdemócratas.