MADRID. El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, ha calificado este miércoles al titular de Exteriores, Josep Borrell, de "el ministro más indigno de la democracia", y éste le ha respondido lamentando que no vaya al Congreso a debatir, sino a verter "una mezcla de serrín y estiércol", que es "lo único que sabe hacer".

Las palabras de Borrell han motivado un largo aplauso del Grupo Socialista, puesto en pie, y también de diputados del PP. Rufián se ha levantado, abriendo los brazos para 'recibir' el aplauso de ambas bancadas y lanzando acusaciones de "vergüenza", que han terminado, tras dos avisos iniciales de la presidenta, con su expulsión del hemiciclo.

Rufián, que ha reconocido que llevaba tiempo queriendo decirle esto al ministro, ha aprovechado una pregunta sobre la gestión del Ministerio de Asuntos Exteriores para advertir a Borrell de que "no es un ministro", sino "un hooligan", un "militante de Sociedad Civil Catalana", y "una vergüenza para su grupo parlamentario" porque ésta es "una organización de extrema derecha".

Entre murmullos en el hemiciclo y llamadas al silencio por parte de la presidenta, Ana Pastor, el portavoz de ERC ha pedido a Borrell "que dimita" porque, a su juicio, le debería dar "vergüenza" haberse "mofado" en un mitin del presidente de ERC, Oriol Junqueras, "mientras se pudría en una cárcel de Madrid".

También por decir que Exteriores "compite" con la Generalitat en acción exterior cuando ésta tiene 60 millones de presupuesto y Exteriores de 1.500. "La diferencia entre usted y un ministro de Exteriores se llama Raul Romeva", le ha espetado, en alusión al ex consejero de acción exterior, hoy en prisión y procesado por el referéndum del 1-O.

¿FASCISTA O RACISTA? La pregunta ya había empezado con bronca porque Rufián había aprovechado para decir que cada vez que Ciudadanos llame a ERC "golpistas" él los llamará "fascistas" y Borrell ha dicho no saber de qué le estaba hablando en este punto y ha preguntado si le estaban llamando "racista" a él. Rufián le ha replicado recomendándole que vaya más a los plenos.

Después, Borrell, tras lamentar que no fuese a haber un debate con argumentos, se ha quedado sin apenas tiempo para responder, tras el largo aplauso de los suyos y la expulsión de Rufián. El diputado independentista se ha ido acompañado de sus compañeros de filas y se ha podido ver a Borrell encarándose con uno de ellos, Jordi Salvador, sugiriendo que le había escupido.

"Creo que el Hemiciclo es el lugar donde se argumenta con la palabra, no el lugar donde se escupe a los diputados como acaba de ocurrir", ha dicho, antes de que Pastor le advirtiese de que se había quedado sin tiempo y le cortase el micrófono.

"No voy a hacer la anatomía del escupitajo, se giró y me escupió", ha relatado Borrell a los medios para describir un incidente que no se aprecia con claridad en las imágenes de televisión.

De hecho, el diputado de ERC que supuestamente ha escupido Borrell, Jordi Salvador, ha negado que lo haya hecho, y en declaraciones a EFE, ha asegurado que al pasar junto al ministro se ha limitado a hacer un gesto de "buff" ante la situación creada.

"Hoy al salir solo he hecho buff", ha insistido.

Ha aclarado que mantiene una polémica "personal" con Borrell relacionada con el libro "Deconstruint Sociedad Civil Catalana (SCC)" de Jordi Borràs que Salvador le regaló al ministro en una ocasión.

El diputado independentista ha aseverado que "es mentira" que haya escupido al ministro porque "jamás" lo ha hecho con nadie y ha subrayado que escupir "se ve y se siente".

"Jamás escupiría a nadie. No soy así", ha dicho Salvador, que ha remarcado que ese gesto va además contra sus principios.

Por su parte, Borrell ha lamentado que este tipo de incidentes ocurran en el Congreso y ha alabado la actitud de la presidenta del Congreso, Ana Pastor, expulsando del hemiciclo a Rufián.

"La presidenta ha estado muy bien, ha controlado muy bien la situación", ha asegurado Borrell, que considera que palabras como "fascista" o "golpista", que Pastor ha ordenado que se retiren del diario de sesiones, no deberían utilizarse jamás en el debate político.

"Se puede ser crítico, pero el insulto permanente como único argumento hay que desterrarlo de la Cámara. Nos pagan para que debatamos, no para que convirtamos esto en un cenagal", ha alertado.