bilbao - El Gobierno español abrió ayer un frente con el Ejecutivo vasco con motivo de las obras del Tren de Alta Velocidad. El delegado del gabinete de Sánchez en la comunidad autónoma, Jesús Loza, provocó un desencuentro en un asunto estratégico al dejar caer que es complicado que el tren comience a circular en 2023, un anuncio que ha estado sobrevolando todos estos meses, pero que sorprende porque se ha hecho carne en pleno cortejo presupuestario al PNV. Se vuelve a cuestionar la obra estrella comprometida con los jeltzales, la de mayor impacto económico y nivel de inversión, y que históricamente ha sufrido ya varios retrasos.

Sin embargo, Loza matizó que se intentará llegar a tiempo y dejó todo abierto, a la espera de que el ministro Ábalos pueda apagar el incendio y concrete en la visita que inicia hoy a Euskadi si hay un compromiso político con esta obra y si va a recibir el impulso comprometido, que se remonta al mandato del expresidente Rajoy. La consejera Tapia avisó de que dejar en el aire el plazo de 2023 implica que no se vaya a destinar dinero suficiente, o que las obras no se realicen con diligencia.

Ábalos presentará hoy un proyecto de regeneración urbana en Irun, y mañana tendrá lugar una reunión entre todas las instituciones implicadas en el soterramiento del TAV en Gasteiz. El PNV evitó realizar cualquier valoración y se mostró prudente en este momento de expectativa, aunque Andoni Ortuzar apuntó en una entrevista radiofónica que Sánchez tiene que acelerar los compromisos adquiridos. Los jeltzales evitan romper la baraja y, por ejemplo, tampoco quieren rasgarse las vestiduras por los primeros anuncios sobre la disminución global de las inversiones y las cifras absolutas, que no les dicen demasiado y no las sacralizan porque se puede resolver a través de las enmiendas y hay margen para dar la pelea en ese trámite. Creen que lo importante es analizar si se van a cumplir los términos y plazos comprometidos con Rajoy en diversas infraestructuras, tal y como había garantizado Sánchez a cambio del apoyo jeltzale en la moción de censura. La obra más importante es el TAV, y Loza cuestionó ayer precisamente su plazo final.

El propio presidente de la ejecutiva del PNV, Andoni Ortuzar, había asegurado en Radio Nacional de España que van a mirar “con lupa” los Presupuestos, que recogen un 7,8% menos de inversión para la comunidad autónoma que el año pasado, aunque el baremo que utilizarán para interpretar la bondad o no de las inversiones es que se cumplan los plazos comprometidos con Rajoy. “El Gobierno español está siendo bastante rácano en el cumplimiento de los acuerdos anteriores. No puede ser que sigamos al tran tran, cuando se trata de inversiones como la del TAV, que en Euskadi acumula retrasos de casi veinte años que son incomprensibles. El Gobierno vasco tiene que ponerse las pilas y acelerar porque, si no, se va a convertir en papel mojado cualquier acuerdo que hagamos”, dijo.

Ortuzar pidió calendarios “que garanticen la inversión y su cumplimiento en tiempo y forma”. Al mismo tiempo, aclaró que, si Sánchez no saca adelante los Presupuestos, puede seguir con una prórroga, una puntualización que, en cierto modo, resta presión a los jeltzales y desdramatiza la caída de los Presupuestos, que hoy por hoy tienen un futuro muy incierto. “No le doy a las Cuentas el carácter definitorio para que siga la legislatura o no”, matizó.

El PNV quiere contribuir a la estabilidad para frenar el avance de Vox y evitar una nueva mayoría en Madrid menos propicia para sus reivindicaciones e inclinada hacia la derecha, y también quiere dar margen a Sánchez para abordar la negociación de las transferencias pendientes de llegar a Euskadi, pero necesita un enganche para aprobar las Cuentas. En ese terreno, también será determinante el papel de los nacionalistas catalanes. Si ellos no quieren entrar en las Cuentas, tampoco el PNV asumirá el desgaste de unas conversaciones con Madrid que vayan a quedar en vía muerta por el voto contrario del PDeCAT y ERC. En la hipótesis de esa prórroga a la que parece quitar hierro el PNV, los jeltzales volverían a mostrarse dispuestos a dar estabilidad y negociar votación a votación.

Fue la consejera Arantxa Tapia quien analizó el anuncio de Loza a preguntas de los periodistas tras el Consejo de Gobierno. Dijo que, cuando se pactó la fecha de 2023, se apostó por una inversión suficiente y por mostrar “diligencia” en la ejecución de las obras, de manera que, si alguien pone ahora en duda el plazo final, significa que está cuestionando el nivel de inversión, o que no va a ser diligente ni veloz en la construcción del tren.

explicaciones La infraestructura se perfila ya como el principal nudo gordiano que tendrá que desatar Madrid antes de abrir una negociación con el PNV. Loza desgranó que el borrador de la ministra Montero contempla una inversión de 234 millones en el tren en 2019, lo que supone un descenso del 21,74% con respecto a 2018, aunque lo relativizó porque el año pasado se había producido un incremento espectacular del 68% y fue un impulso extraordinario que estaba llamado a experimentar un decremento en años sucesivos. De hecho, en comparación con el año 2017, aseguró que la inversión crece un 31%. Las alarmas se encendieron cuando cuestionó el plazo de 2023.

Loza justificó los retrasos en problemas ajenos a la voluntad política. Dijo que el Presupuesto de 2018 se aprobó a finales de junio con un aumento del 68% en el TAV y es “bastante difícil poder hacer frente a este incremento tan importante de recursos en seis meses”. Además, dijo que la llegada a Gasteiz o la conexión con Burgos están en una fase muy preliminar. Quiso relativizar también el descenso en la inversión del conjunto de partidas para la comunidad. Dijo que se recogen 469,37 millones que en realidad son más porque hay que sumar transferencias de capital. Las cifró en 57,44 millones, frente a las 3,2 del año pasado. Así, la cifra se eleva a 526,81, un descenso de menos del 0,23%.