pamplona - El auditor Francisco Javier Azparren explicó, en la comisión parlamentaria que investiga el procedimiento de concesión de préstamos de Sodena, que el “único motivo” por el que renunció a auditar a Davalor en 2015 fue porque no le presentaron las cuentas anuales. Azparren incidió en que en su renuncia no influyó la situación “convulsa” en la que se encontraba la empresa en ese momento. Y a su juicio, “las personas que trabajaban allá eran diligentes, eran transparentes” y “para nada fue el caso de mala fe”. En enero de 2017 se acogió a su derecho de renunciar a la auditoría al ver que durante todo el año 2016 había sido imposible realizar el trabajo encomendado por no tener las cuentas anuales del ejercicio anterior. “En mi profesión me he encontrado en otros casos palos en la rueda, artimañas y jamás pasó que en este caso ese fuera el motivo”, explicó e insistió en que las auditorias eran voluntarias. “Presiones no he tenido de Davalor”, aseguró. “Por mi experiencia, alguien que no tiene las cuentas claras o no tiene transparencia, lo último que hace es ir a pedir dinero a Sodena porque el seguimiento que hace es exhaustivo, nos toca auditar de todo, pero si una empresa está haciendo cosas raras lo último que hace es ir a Sodena”, explicó Azparren.

Precisamente sobre las últimas cuentas que auditó de Davalor en el año 2014, indicó que su informe fue “favorable”, es decir, “reflejaban la imagen fiel y la situación financiera de la sociedad”. “A diciembre de 2014 el valor de la sociedad alcanzó prácticamente los 9 millones de euros, la inversión en I+D era de 10 millones de euros, se pagaban las facturas a “ritmo normal”, se consiguieron 7 millones de recursos propios de aportación de socios, las entidades financieras bancarias en unos años “difíciles” dieron 2 millones de euros y Elkargi les avaló con 700.000 euros. En aquel momento el administrador no ponía en duda el proyecto ni hablaba de grandes incertidumbres, explicó Azparren, a lo que añadió que “si habría visto riesgos lo habría trasladado al informe”. Asimismo indicó que las cartas recibidas después del cierre “evidenciaban unos pagos normales” y en 25 años de auditoría muchas veces ha recibido cartas y llamadas diciendo que se reclame a la empresa y en este caso “ninguno ponía dudas que podían haber dado pistas a tensiones financieras”. Azparren comentó que el final de Davalor “nos ha sorprendido a todos, a los que hemos sido auditores, a los inversores, acreedores...”.- D.N.