pamplona - El 20 de diciembre de 2018, Carlos Couso, portavoz parlamentario del grupo Podemos-Orain Bai y miembro de la corriente en rebeldía con la dirección regional del partido, registraba la expulsión de los tres miembros de la corriente oficialista: Mikel Buil, Tere Sáez y Ainhoa Aznárez Igarza (Pamplona, 4-8-1970), presidenta del Parlamento. Así, una disputa entre facciones que hasta entonces se había circunscrito al ámbito interno de una de las fuerzas del cambio saltaba al plano institucional, amenazando con desatar una crisis sin precedentes: la expulsión al grupo mixto de los parlamentarios de Podemos haría perder al cambio no sólo la presidencia del Parlamento, sino también las mayorías de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E en todas las comisiones de la Cámara a falta de tres meses para el final de la legislatura. Tras una batalla jurídica que ha descubierto lagunas en el reglamento de la Cámara, que nunca había vivido un caso similar, el servicio jurídico dictaminó que Orain Bai no puede expulsar a los únicos miembros del grupo que siguen respondiendo al partido por el que obtuvieron el acta, por lo que la Mesa del Parlamento contó con argumentos para frustrar las exclusiones. Después de varias semanas en el alero, el cambio mantendrá sus mayorías y Aznárez será presidenta hasta el 2 de abril, cuando se disolverá el Parlamento.

¿Cómo ha vivido Ainhoa Aznárez estas últimas semanas?

-Pues con preocupación. Primero, porque ves que cuatro personas que ya están fuera de Podemos se unen a la oposición, tan constitucional y de orden, para tratar de tumbar a una institución. Pero también por ver dónde se iban a situar los socios del cuatripartito en la Mesa, y por el fraude electoral y democrático que supone que una fuerza política trate de conformar un grupo nuevo sin presentarse a las elecciones, que es lo que apuntaba ya un informe jurídico en mayo de 2018.

¿Fue un día difícil?

-Me impactó. Pero no sólo a mí. Esto nos pilló por sorpresa al resto de socios y socias del cuatripartito. Habíamos logrado un hito histórico en Navarra, aprobar los cuartos Presupuestos tras una legislatura en la que UPN tuvo tres años las Cuentas prorrogadas. Cuatro personas quisieron hacer un paréntesis en ese hito, y eso no puede ser.

¿Por qué les echan del grupo?

-Esto no es algo puntual que ocurre el 20 de diciembre. Esto se remonta a las elecciones primarias que pierde Laura Pérez frente a Eduardo Santos para renovar la secretaría general. Siempre hemos dicho que no existen discrepancias políticas, sino organizativas. Si una vez que pierdes las elecciones ya empiezas a amenazar, a chantajear a la organización diciendo que vas a pedir una auditoría externa; empiezas a no compartir espacios orgánicos y no intentas confluir, empezamos mal. Somos una herramienta de cambio, de empoderamiento de la sociedad. Y si no estás ahí y te saltas el código ético, estás fuera de Podemos. En eso somos tajantes. Y ellos se lo han saltado: no puedes presentarte por un partido político, salirte de él, intentar configurar tu propio partido e intentar usurpar la subvención del grupo para crear tu propio espacio. Eso es un fraude electoral y democrático y ahí Podemos es tajante.

¿Cree que la crisis se ha producido más por una cuestión personal que por discrepancias políticas de fondo?

-Hay un poco de todo. Hay mucho interés personal, la propia Laura Pérez dijo que Podemos era su hijo. Podemos no es de nadie, es de la gente, y representamos a la gente que confió en nosotros como herramienta útil para cambiar las políticas del PP. Veníamos a cambiarlo todo. Y los caprichos no sirven en un partido como Podemos. En otros igual sí, en Orain Bai igual sí, pero en Podemos no. Luego lo que veo es falta de madurez política, falta de altura, falta de mirada larga. El cambio no viene para cuatro años: viene para quedarse. Y yo enfrente quiero gente que me inspire lealtad al proyecto.

¿Por qué el proyecto de Podemos Navarra, en el que confiaron 46.000 personas, ha estallado así?

-El proyecto no ha estallado: aquí lo que ha habido son cuatro personas que se han puesto al margen del proyecto con el que se comprometieron en 2015, que es muy diferente. Podemos-Ahal Dugu sigue funcionando, y desde 2017 con un consejo ciudadano activo mucho mejor. El partido no ha defraudado, lo que pasa es que esas cuatro personas, que ya no están en el partido, intentan desde dentro del Parlamento construir su propio partido alternativo, y eso es un fraude electoral y democrático.

¿Pero el proyecto no está en crisis? El Navarrómetro da unos muy malos resultados, con pérdida de cuatro escaños; ha habido denuncias de purgas; da la sensación de que no ha habido solidez. ¿No cabe hacer autocrítica?

-En Podemos ocurre que ya desde que nace ha tenido a todo el mundo en contra. Desde el principio hemos estado denigrados, las encuestas siempre nos han dado diferentes resultados, o muy buenos o muy malos, lo que nos ha hecho estar siempre en el centro, bajo la lupa. Podemos irrumpe con una fuerza increíble y pasa como con un suflé, que sube con fuerza y luego va bajando poco a poco. Claro, cuando vas trabajando proyectos concretos ves que hay gente que no tiene cabida, es como cuando te apuntas a un curso y dices, esto no es lo mío. También nos afecta que en 2015 no teníamos una estructura consolidada como ahora. En este país de la Gürtel, Podemos nace para ir en contra de todo eso. Si nos convertimos en algo parecido a lo que ya existe en la política, Podemos dejará de ser una herramienta.

Eso es a lo que voy. Podemos ha cometido los errores que había venido a combatir. Habla de problemas fuera, pero es que los problemas también han estado dentro.

-Pero como ocurre en cualquier partido o en cualquier familia. En todas las formaciones chocan intereses personales y de partido. Lo que pasa es que en formaciones que tienen más tránsito los problemas se quedan dentro, y en nuestro caso, nuestra transparencia ha hecho que esto se vea más.

Orain Bai dijo al final que iba a echarles y luego a readmitirles. Eso dejaba claro que su movimiento quería, únicamente, despojarle de la presidencia del Parlamento. ¿Cómo se explica esa inquina hacia usted?

-Orain Bai, apoyado en UPN, PSN y PP, quería que el cambio se tambalease en uno de sus pilares, el Parlamento. Ellos funcionan en el cuanto peor mejor, en el capricho personal. Y eso va en contra del espíritu de Podemos. Somos la voz de la gente, una fuerza contra los recortes. Y en cuanto a la inquina, quiero resaltar que la presidenta no es Ainhoa Aznárez. Soy presidenta de 26, me debo a los 26 votos del cambio, porque así se acordó. Es más, dos personas que me quieren echar, como son Rubén Velasco y Fanny Carrillo, no me votaron [sustituyeron a Eduardo Santos y a Fátima Andreo]. Por lo tanto, quedan 26 personas que apoyaron que esta presidencia sea la del cambio, la de Podemos. No Ainhoa Aznárez. El cambio decidió que Podemos tuviese la presidencia y yo fui la elección del consejo de coordinación.

¿Para el cambio era importante que esta presidencia siguiese?

-Sí. Es parte del acuerdo programático y si salta la presidencia perdemos las mayorías.

Rubén Velasco decía que la presidencia para usted no formaba parte del acuerdo programático.

-Se quedó que la presidencia era para Podemos. Y el partido decidió que fuese para mí.

¿Se ha sentido perseguida?

-No me gusta nada el victimismo en política, porque denota debilidad. La política exige mirada larga, responsabilidad y lealtad. Es una cuestión personal de esta excompañera mía, con su fijación, pero que comienza al perder las primarias y al no hacer autocrítica sabiendo que dejaron de votarle 800 personas de unas primarias a otras.

A lo largo de esta crisis, se ha visto cómo Orain Bai se ha apoyado en UPN y PP para tratar de echarle sin informes jurídicos. ¿Le ha sorprendido?

-Es muy chocante. Además, desde el 20 de diciembre hay gente que por la calle me ha preguntado cómo personas con las que hemos compartido proyecto político, que se supone que venían a echar a UPN, PSN y PP, han terminado aliándose con ellos. Es difícil pensar que las personas que apoyan a Orain Bai puedan incluso entender eso.

En todo este embrollo, Orain Bai ha denunciado que la Mesa ha hecho un uso torticero del reglamento para impedir tramitar, ese mismo 20 de diciembre, el escrito de expulsiones. ¿Qué tiene que decir ante eso?

-La Mesa ha dilatado la decisión porque quería tener informes jurídicos y económicos antes de tomar una decisión que era importante. Porque dependiendo de la decisión que se tomase se rompían las mayorías. Creo que hemos actuado desde la responsabilidad y desde la preocupación de no romper esas mayorías que empiezan en la Mesa y Junta, donde se dice qué se tramita y qué no. Se necesitaba seguridad.

¿Considera que pedir esos informes era necesario?

-El informe de mayo de 2018 al que he aludido antes ya aclaraba el asunto y nos daba la posibilidad de zanjarlo. No se quiso, y se ha llegado a este momento.

No ha hablado pese a que Orain Bai la criticaba a diario. ¿Por qué?

-Son maneras de verlo, pero también es una forma de proteger a la institución.

¿Abrir un expediente a Laura Pérez, sin saber qué juego de fuerzas había en el grupo parlamentario, no fue un error?

-Es que no es que Santos abriese un expediente. El expediente lo abre Podemos-Ahal Dugu ante once cuestiones que la comisión de garantías del partido ve que son de libro, que son que el código ético que has firmado te lo has saltado a la torera. Garantías es quien da ese informe al consejo de coordinación para que se actúe.

En cualquier caso, ¿se calculó que Podemos iba a perder la mayoría del grupo?

-Cuando uno apuesta por una lista para irrumpir en el Parlamento no está pensando en que ese grupo se divida en dos y que parte de ese grupo se quiere constituir en un partido nuevo. Es que eso ni se me pasa por la cabeza, porque es de guión de Spielberg. Todo eso se dilata porque hay una laguna, un vacío, que tendría que haberse solucionado en la ponencia de reglamento. Podemos ahí no tiene voz, está Fanny Carrillo, a la que por cierto habría que preguntarle qué propuestas ha hecho. El pacto antritrasfuguismo es algo que habría que haber introducido en el Parlamento.

¿Es algo que propondrá Podemos la siguiente legislatura?

-Sí, porque este es un tema que no es de un partido, afecta a toda la institución. Le podría haber pasado a cualquiera y se tiene que evitar cualquier caso de transfuguismo.

¿Considera que la crisis de las expulsiones está zanjada?

-Sí. Este tema no tiene más recorrido, se zanjó el lunes en Mesa. Orain Bai no tiene apoyos, por lo tanto los informes jurídicos y económicos son ya tajantes.

Entiendo que esta crisis se lleva por delante el dinero del grupo bloqueado porque no existía acuerdo entre las dos facciones.

-El dinero está bloqueado porque Orain Bai quiso apropiárselo, no siendo apoderados de la cuenta bancaria que teníamos. El banco, por cautela, bloqueó el dinero, dio un mes para alcanzar un acuerdo y, si no, lo devolvía al Parlamento. Es lo que ha pasado, en un caso inédito. Habrá que ver qué hace el próximo Parlamento, si devolvérselo a quien originalmente le correspondía, a Podemos, o devolverlo a la Hacienda.

¿Qué le queda al Parlamento?

-Hay leyes que se han trabajado durante cuatro años, como el Fuero Nuevo, a las que hay que hacer un cambio radical y necesario. También están las conclusiones de las comisiones de investigación, por ejemplo en el caso de Can y Sodena, que han llevado mucho trabajo de investigación al cambio.

¿Qué magnitud tiene que el jueves Orain Bai tumbase la reforma del reglamento para tramitar la ley de participación?

-Pues fue un infantilismo más. Si veníamos a darle mayor transparencia y participación a la ciudadanía, con lo que ayer pasó lo que hacemos es no garantizar esa participación. Es hacer lo contrario de lo que dijimos que íbamos a hacer. Con sus no votos, con sus ausencias, consiguieron no garantizar la participación directa.

¿Cómo ve las elecciones forales?

-Con optimismo. En estos cuatro años hemos sido capaces de ampliar los derechos políticos y sociales de la ciudadanía y revertir los recortes de UPN, aunque queda mucho por hacer, y existe una buena sintonía entre el Parlamento y el Gobierno. Hay que arropar y profundizar el cambio de 2015.

¿Teme que esta crisis afecte al voto de Podemos en Navarra?

-El Navarrómetro el primer año nos daba seis, y hace cuatro años 18. Las encuestas, y las propias encuestas a pie de urna, ya no son muy fiables, y si no mire a Andalucía. Somos conscientes de que sin Podemos aquí no hay cambio, por eso hay que hacer a Podemos fuerte. Nos tenemos que movilizar más que nunca porque enfrente tenemos a unos adversarios que quieren ir contra el autogobierno de Navarra. Mire a UPN: ha pasado de ser navarrísimo a españolísimo, de la mano de Vox.

¿Teme que se pueda frustrar el cambio por Podemos?

-Al revés. Creo que hemos demostrado altura política, mirada a largo plazo y compromiso con lo que se firma.

¿Pero cree que Podemos va a seguir ilusionando tras esta crisis?

-Creo que la crisis no es de Podemos, es de cuatro personas que están fuera de Podemos.

¿Cree que se podría reeditar una agenda como la actual, la del acuerdo programático, fuera de los 26 votos actuales del cambio?

-El cambio se dio con Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e I-E. Fortalecer este acuerdo entre cuatro va a contribuir a que Navarra sea una comunidad puntera, con paro a la baja, con contratos que empiezan a ser menos precarios, con derecho subjetivo a la vivienda, con derechos LGTB... Si el cambio es con otro partido político, ya no será cambio.

Podemos en el Estado apoya al PSOE. ¿Cree que la situación sería extrapolable en Navarra con el PSN?

-Los apoyos futuros los decidirá la asamblea ciudadana, pero el PSN no es de fiar en Navarra. María Chivite decía hace poco que con UPN no iba a pactar, pero siempre le deja la puerta abierta. El PSN, durante esta legislatura, se ha situado más con UPN y PP, ha estado mucho más entroncado ahí. Si el PSN quiere ser sujeto de cambio, mal situado está. Y el PSN ya sabemos cómo ha actuado en Navarra cuando ha tenido oportunidad de cambio.

¿Descarta la opción del PSN?

-No depende de mí. Pero el PSN veta a partidos que hoy forman el cambio, como es EH Bildu.

¿Cree que Orain Bai se va a presentar a las elecciones?

-No corresponde a la presidenta del Parlamento posicionarse sobre eso. No sé si el infantilismo, la falta de altura política y mirada larga tienen cabida en una opción política.

¿Teme, como presidenta, la irrupción en el Parlamento de fuerzas antiforalistas como Ciudadanos y Vox?

-Es una amenaza real. Una amenaza, además, que va de la mano de UPN. Es una foto muy significativa la que vimos en Colón el otro día, con la secretaria general de UPN al lado de un antiforalista, un antiautonomista, un fascista... un partido que quiere además derogar todas las leyes que nos defienden a las mujeres de las violencias machistas... Todo esto, que va de la mano de UPN, claro que lo temo.

El viernes, Sánchez anunció que las elecciones generales serán el 28 de abril. ¿Cómo las afronta Podemos?

-Con ilusión, con ganas, con feminismo y dispuestos a ganarlas. Ya se veía venir desde que se rechazaron los Presupuestos que iba a haber adelanto. Habilitamos la moción de censura y medidas buenas para la gente, pero al final por unos y por otros no hay Presupuestos.

¿Teme que la marcha de Errejón o algunos errores como el chalé de Galapagar de Iglesias lastren al partido?

-No. Son problemas menores. Íñigo Errejón concurre a la Asamblea de Madrid, no tiene por qué afectar al resto de los territorios.

¿No le parece innegable que la marca atraviesa está en crisis?

-Hemos sufrido el desgaste propio de un partido nuevo que irrumpe y se va poco a poco estructurando. Puestos a hacer autocrítica, es mejor hacer autocrítica a partidos que llevan cuarenta años expoliándonos, ¿no? Y que han robado y siguen con la corrupción. Hay temas mucho más graves como para sólo fijarnos en los problemas internos de un partido que ha echado al PP de la Moncloa.