Edimburgo - El Gobierno británico se está preparando para rechazar cualquier petición de la presidenta escocesa, Nicola Sturgeon, acerca de la celebración de un segundo referéndum de independencia, reveló ayer la cadena pública BBC. Según fuentes cercanas al Gabinete citadas por este medio, el Ejecutivo de la conservadora Theresa May está llevando a cabo los preparativos necesarios para denegar una eventual solicitud que podría producirse en las próximas semanas.

De ser así, Sturgeon pediría al Gobierno de Londres la activación de la sección 30, que transfiere al Parlamento escocés los poderes para celebrar un referéndum de independencia. “La primera ministra no está de humor para aceptar otro referéndum ahora, diría rotundamente que no”, dijo una fuente cercana a May.

Otra añadió que no existe “una respuesta” a esta cuestión, más allá de, como desde 2016 ha reiterado la primera ministra, “ahora no es el momento”, mientras un tercer testimonio afirmó que no imagina un escenario en el que May pueda dar su visto bueno.

Las fuentes gubernamentales recalcaron que un debate sobre la independencia de Escocia sería una distracción cuando el Gobierno centra sus esfuerzos en las negociaciones del brexit o salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), además de basar su negativa en encuestas internas, que apuntan a que la oposición a celebrar otro referéndum está aumentando.

debate abierto En 2014, la nación celebró una consulta de independencia del Reino Unido en la que el 55% rechazó la separación, pero la victoria del brexit en la votación de 2016, en la que la mayoría de escoceses (el 62%) apoyó la permanencia en la UE, ha reabierto este debate. De acuerdo con la BBC, el Partido Nacionalista Escocés (SNP) se plantearía reforzar el mensaje sobre un nuevo plebiscito si se producen elecciones generales o escocesas anticipadas. En enero, Sturgeon declaró que revelará sus planes acerca de una posible convocatoria “en cuestión de semanas”, cuando estén más claros los términos de la salida del Reino Unido de la UE y sin que un posible retraso de la fecha de partida, el 29 de marzo, influyese en su decisión.

En un mensaje en Twitter, Sturgeon contestó a las informaciones que sostienen que el Gobierno conservador, en el escenario de aceptar una nueva llamada a las urnas, fijaría los términos de la consulta, entre ellos la fecha y la pregunta. “Dios mío, los conservadores realmente están aterrorizados por la voluntad de los escoceses. Este no es el aspecto de un partido que confía en la fuerza de sus propios argumentos”, escribió. Tras conocerse que el país abandonaría el bloque común, Sturgeon anunció su intención de convocar una nueva consulta bajo la base de que las circunstancias habían cambiado significativamente respecto a 2014, pero la pérdida de escaños del SNP en las elecciones generales de 2017 aplazó su reivindicación.

Buscando el momento La cuestión de cuándo sería el momento adecuado para plantear la consulta divide al SNP entre los que creen que se debe aprovechar la oposición al brexit de parte de la ciudadanía y los que sostienen que hay que esperar porque el apoyo a la independencia no ha crecido lo suficiente como para poder ganar en una hipotética consulta.

En poco más de cuarenta años, Escocia ha celebrado cinco referendos, entre ellos uno de independencia del Reino Unido y el que se saldó con la victoria del brexit, que si bien han polarizado a la ciudadanía, no han resuelto las cuestiones en liza, que de nuevo acaparan el debate. En 2016, la consulta sobre el brexit concluyó con la mayoría de escoceses (un 62%) a favor de la permanencia en la UE, resultado que reavivó el debate sobre la posible convocatoria de un nuevo referéndum de independencia en Escocia, después de que en el celebrado en 2014, un 55% rechazara la separación. Si algún legado ha dejado el brexit en la sociedad británica es una enorme división y una de las mayores crisis políticas de la historia reciente, sin que hasta el momento se sepa cual será su resultado final y cuando comienza a hablarse de la posibilidad de un nuevo referéndum.

Para la investigadora de la Universidad de Edimburgo Coree Brown Swan “la principal lección” que se puede deducir del análisis de los referendos es que resulta “muy difícil reducir cuestiones tan complicadas a un ‘sí’ o un ‘no’”, lo que inevitablemente conlleva una gran división. “Una campaña para unas elecciones generales tiene unos mensajes más complejos sobre educación, sanidad, defensa o política exterior, mientras en un referéndum la elección es muy simplista”, muchos eslóganes “juegan con el miedo”. La consulta sobre la pertenencia a la UE puso esto de manifiesto, ya que uno de los lemas en contra de la retirada se basaba en la incertidumbre que provocaría activar el proceso de salida del bloque, un escenario sin precedentes hasta ese momento. - Efe