pamplona - La comisión parlamentaria que investiga operaciones fallidas de Sodena en las últimas dos décadas está refrescando episodios que, cuanto menos, llaman la atención. Por ejemplo, ese en el que el Gobierno de UPN en 2002, por aquel entonces con Miguel Sanz de presidente, adquirió a través de la empresa pública de capital riesgo del Ejecutivo una colección de coches antiguos por valor de 991.670 euros, antes incluso de tener bien cerrado un plan para darle un uso. Sólo meses después de autorizar la compra, el consejo de Sodena decidió -en diciembre de ese año- encargar un informe detallado para estudiar la posibilidad de construir un Museo del Automóvil en Navarra, un proyecto que pudo haberse instalado en la zona del actual Refena y que nunca llegó a ver la luz porque el estudio independiente al que se encargó el trabajo valoró en cerca de 18 millones el coste de la operación. Sodena lo vio excesivo y no aprobó la puesta en marcha del museo, por lo que en 2014, después de que los coches permaneciesen almacenados más de una década -primero en la finca de Cascante de los anteriores propietarios, luego en el Circuito de Los Arcos-, el Gobierno de Navarra vendió los coches a un coleccionista inglés por un valor de unos 850.000 euros, casi 150.000 euros menos por los que se adquirieron en su día.

proyecto frustrado Fue una de las operaciones que más se comentó durante la comparecencia en el Parlamento foral de José María Aracama, exconsejero de Economía y Hacienda entre 1996 y 1999 y director general de Sodena desde 2001 hasta 2011. Aracama visitó la Cámara con un talante muy diferente al de Nuria Iturriagagoitia, su colega y excompañera en Gobiernos anteriores de UPN, que no ayudó a esclarecer operaciones pasadas en Sodena. Aracama hizo todo lo contrario: compareció tranquilo, muy simpático y con ganas de colaborar. Demostró que tiene la institución en la cabeza -se acuerda de casi todo y habla de Sodena en presente, aunque lleve casi diez años fuera-, dio muchísimos detalles y reconoció con la misma honestidad apuestas que fueron “un éxito” -el despegue de EHN cuando la eólica ya había triunfado en Navarra, Cinfa, Vegamayor- y otras que salieron peor, como Sendaviva. Pero ante todo defendió Sodena como un instrumento “que si no existiese habría que inventarlo”, y que si un sentido tiene es el de apostar por proyectos disruptivos con potencial retorno a la comunidad.

En cualquier caso, ayudó a los parlamentarios Rafa Eraso (Geroa Bai) y Maiorga Ramirez (EH Bildu) a aclarar qué pasó con aquella colección de 32 vehículos y 8 motocicletas que se adquirió hace 17 años a la familia Burgos por parte del Gobierno de Sanz, y que suscitó ya en su día cierta polémica. Primero, porque se compró casi de un día para otro. La familia Burgos estaba deshaciéndose de los coches por separado, poniendo en riesgo el valor del conjunto. Aracama, dijo ayer, paralizó la venta. “Fue una cuestión de oportunidad”, explicó, para hacer ver que la operación fue rápida por necesidad. Otro de los aspectos que llamó la atención de los parlamentarios fue que la compra se hizo con un informe de valoración de una revista especializada en coches antiguos, según Rafa Eraso. Suficiente, vino a decir Aracama, al tratarse de un activo muy concreto que no achaca la pérdida de valor con el paso del tiempo. Y, por último, y quizá más sorprendente: que el proyecto del Museo del Automóvil sólo fue cogiendo forma con los coches ya comprados y no al revés. “Igual el orden lógico era el contrario”, sugirió Maiorga Ramirez, quien cuestionó si no hubiese tenido más fundamento evaluar en un informe la posibilidad de poner en marcha un museo, y luego comprar los coches. El remate a la operación lo puso el propio informe final: el coste de poner en marcha un museo se elevaba hasta los 18 millones. Una cifra muy alta, pero la mínima para hacer el proyecto rentable. El consejo, finalmente, desechó la idea.

Sendaviva. Una de las operaciones que salió a lo largo de la mañana fue la de Sendaviva, “una empresa en la que Sodena ha estado muy comprometida”, reconoció Aracama. Es algo muy real: desde 2001, el Gobierno ha metido ahí casi 70 millones para evitar el cierre. Ahora, dijo Aracama, el proyecto ya está “totalmente consolidado”.

Noi Navarra. Aracama reconstruyó con mucho detalle la historia de Noi Navarra, la empresa tudelana que iba a fabricar palas para molinos de viento. La apuesta se hizo muy al principio, cuando el mercado de las renovables era un hervidero al que muchos se acercaron y del que muchos salieron escaldados. Aracama explicó que apostaron por Aertusa, en crisis por la quiebra de su tecnólogo holandés, para hacer que empezasen a fabricar palas con una patente alemana de Noi. Narró la creación de la nueva empresa como un éxito que frustró el tecnólogo alemán, primero haciendo una pala que se quedó obsoleta muy pronto y después hasta falsificando documentos. Sodena lo denunció y consiguió que Gamesa se hiciese cargo de las instalaciones y el empleo hasta 2013.

Iberdrola. Justificó la inversión con una premisa muy sencilla: la desinversión en EHN dejó mucho dinero que “hubiese durado lo que un caramelo en la puerta de un colegio” y había que moverlo. Rechazó que fuese una operación especulativa y dijo que tener el 1% les facilitaba un trato diferente con Iberdrola.

“es un proyecto interesante”

“Otra cosa es entrar o no”. Aracama comenzó su comparecencia lamentando que “el fuego cruzado de quienes hablan del caso Davalor” haya salpicado a los profesionales de Sodena -“a muchos los he contratado yo”, dijo-, y admitió que sólo conoce del asunto lo que se ha publicado en prensa. No obstante, y sin muchos más elementos de juicio, consideró que el de Davalor “es un proyecto muy interesante que Sodena debe analizar, un proyecto nuevo, de innovación disruptiva. Es el típico proyecto que se tiene que analizar”, enfatizó. Otra cosa es ya si “se debe entrar o no”, es decir, invertir o no. Algo que no quiso tampoco valorar porque asumió desconocer “el proceso que se ha llevado”. “Sodena siempre impulsa la generación y el desarrollo de proyectos interesantes para Navarra con el sello de Navarra”, cerró.