Es creencia extendida que para elaborar un sondeo electoral hay que seguir una receta compleja, solo a la altura de chefs con oscuros intereses políticos que desean intoxicar a los votantes. Así, la opaca cocina de los encuestadores suele ser asociada a la manipulación y al descrédito. Nada más lejos de la realidad. O eso es lo que aseguran los expertos. El presidente de GAD3, Narciso Michavila; el investigador principal de Metroscopia, José Pablo Ferrándiz; y el politólogo de la UPV/EHU Jonatan García desmontan a este periódico los mitos que rodean a las encuestas de voto y revelan la importancia del trabajo de cocina para reflejar las tendencias sin aditivos.

Con el final del bipartidismo en el Estado español las encuestas están viviendo su particular auge. No pasa semana sin que medios, partidos o instituciones encarguen sus sondeos electorales, más si cabe ahora, tras el adelanto de las generales y la acumulación de dos campañas en un plazo de tiempo muy breve. Y, sin embargo, estas estimaciones siempre quedan bajo sospecha, sea porque el electorado no se fía de lo que muestran, o sea porque los partidos políticos que salen mal parados las desacreditan.

Dicha sensación de descrédito o poca fiabilidad se ha visto acrecentada con lo ocurrido en diciembre en Andalucía, donde ninguna encuesta (salvo la de última hora de GAD3) fue capaz de prever la fuerte irrupción de Vox. Los sondeos les daban entre 0 y 2 parlamentarios. Fueron 12. Así las cosas, las estimaciones electorales viven horas bajas de popularidad a pesar de su proliferación. No es fácil predecir el comportamiento de los ciudadanos en los tiempos que corren, debido entre otras causas a la volatilidad del voto y al menguante arraigo a los partidos políticos. A esto se le suma una mayor oferta electoral a la hora de acudir a las urnas. A pesar de todo ello, los expertos salen en defensa del trabajo de las encuestadoras y se muestran convencidos de que anticipar las tendencias electorales en la sociedad no es misión imposible, y que para lograrlo son indispensables los buenos cocineros.

Queda claro que el principal de los elementos de discordia que ha empañado la credibilidad de las encuestas en los últimos años es la cocina. Sin embargo, y pese al significado peyorativo del término, quienes trabajan en el sector defienden esta práctica y explican que sirve para corregir posibles desviaciones y afinar los resultados. “La cocina empieza desde el minuto cero, desde la selección de la muestra”, explica Narciso Michavila, que asegura que está presente en todos los sondeos, “desde el momento en que no preguntas al conjunto de la población, sino a una parte representativa”. Jonatan García, por su parte, la define como “el tratamiento estadístico que se hace de los datos” que se recogen. “Dependiendo cuál sea el objetivo o la hipótesis de la encuesta, el investigador usa unas variables u otras para aportar algo de luz. Hay tantas cocinas como investigadores”, relata.

José Pablo Ferrándiz incide en el relato positivo sobre la cocina. “Solo es el análisis que hace el analista de unos datos brutos que sabemos que contienen sesgos. En ciertos momentos hay una parte de la población que prefiere no decir a qué partido votaría, como en los momentos de corrupción del PP. Había mucha gente que prefería no decirlo. Con el PSOE ocurría lo mismo”. También argumenta que este proceso sirve para leer mejor las respuestas de quienes saben que van a acudir a las urnas, pero no saben qué opción política elegir. “Por eso también incluimos la evaluación de los líderes, el recuerdo de voto, la intención de acudir a votar, la evaluación de los partidos en el Congreso? Así intentamos anticipar el comportamiento de la gente”, concluye.

El buque insignia de las encuestas en el Estado español, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), está en el disparadero desde que llegó a su presidencia el socialista José Félix Tezanos. Todo a cuenta de la cocina, claro. A lo que se le suma que ahora lo dirija una persona vinculada a un partido político (el ente público ha estado tradicionalmente dirigido por académicos de prestigio). Los expertos no escatiman en criticas hacia la gestión de Tezanos y su equipo, por su orientación partidista y por sus cambios en el tratamiento de los datos, que el pasado jueves daban al PSOE el 33% de los apoyos. Según explica Ferrándiz, la nueva metodología “genera más polémica” que la anterior. “Más que nada porque Tezanos insiste en algo que no es verdad cuando dice que no hace cocina. Todo este tiempo ha seguido haciéndola, dice que no hace estimación cuando sí la hace”. Coincide en las críticas Michavila, que incluso endurece el tono y acusa al actual presidente del CIS de “manipular las encuestas con los impuestos de todos los contribuyentes”. El responsable de GAD3 se explaya: “Hace lo mismo que hacía cuando dirigía la revista Temas. Publicaba encuestas a las que el sector no hacía ningún caso, porque por ejemplo en las últimas municipales daba ganador al PSOE, en las pasadas europeas también y en las generales de 2015, sorpresa, a Pedro Sánchez”.

Jonatan García también cree que el trabajo del instituto público está quedando “oscurecido” con sus últimas predicciones electorales, pero pide diferenciar entre la dirección de la entidad y el resto de investigadores, “un personal profesional e investigador con años de trayectoria” que ha realizado estudios sobre múltiples campos. Ferrándiz y Michavila son de la misma opinión y lamentan su politización. “Es una pena, porque es una institución pública sin parangón en ningún país europeo, que pone a disposición de todo el mundo las encuestas que realiza, que son muchas”, explica el investigador de Metroscopia.

el caso andaluz Uno de los eventos que ha puesto en tela de juicio la fiabilidad de las encuestadoras en el Estado ha sido lo ocurrido en Andalucía, donde ninguna encuesta se acercó al resultado obtenido por Vox. No es la primera vez que los sondeos son incapaces de prever una irrupción de tal calibre, lo mismo sucedió en las europeas de 2014 con Podemos. Narciso Michavila asegura sin embargo que no es tan complicado predecir los apoyos de la formación de Santiago Abascal: “Vox no es ni mucho menos voto oculto, los votantes más fáciles de medir son los de Podemos y los de Vox, son los más ideológicos y los que están más convencidos”. A su entender, el fenómeno que se está produciendo es que “en la última semana se decide muchísimo voto porque hay más oferta electoral”. En esa misma línea incide Ferrándiz, que explica que “cada vez se retrasa más la decisión” y disminuye el arraigo electoral.

El panorama es por tanto el de un voto muy volátil y tendencias muy cambiantes que dificultan en ocasiones realizar las estimaciones electorales. Según García, estamos ante “una sociedad líquida y con muchos vaivenes”, que vive “acelerada”, lo que dificulta “atinar” en las encuestas. “Hay una gran variedad de factores que hacen que la opinión que hoy se mantiene no tenga por qué estar mañana”, atestigua. De cualquier manera, defiende que hay que mirar más allá del momento puntual y reparar en la serie histórica para hacerse una mejor composición de las tendencias. Ferrándiz también habla de “tendencias” y asegura que los sondeos “no sirven para anticipar resultados electorales”, sino para “explicar una realidad en el momento que se está viviendo”.

Por todo ello, los tres entrevistados coinciden en que la mala fama de las encuestas de intención de voto es inmerecida. Según el investigador de Metroscopia, los partidos políticos influyen sobremanera en desacreditarlas -“si no salen bien retratados siempre hablan de que las encuestas fallan”- cuando a su juicio sí han sabido prever grandes cambios en la correlación de fuerzas. “Por ejemplo, en enero de 2015 hicimos una encuesta que ya hablaba de cuatripartidismo. Era un año antes de las elecciones. Eso es lo que pueden aportar las encuestas, que a nadie le sorprenda que haya cuatro partidos cuando lleguen las elecciones”, argumenta. Por su parte, el presidente de GAD3 va más allá y asegura que “nunca ha sido tan fácil conocer el voto como ahora”, ya que la gente “nunca ha sido tan sincera y tan abierta”. Michavila hace hincapié en la tecnología y las nuevas herramientas: Precisamente el teléfono móvil lo que permite es llegar a todo el mundo. Y tenemos acceso al big data, a los datos de cada código postal y a los perfiles sociológicos”. Todos ellos elementos indispensables para que el plato final sea del agrado del consumidor de encuestas.