pamplona - A Pedro Sánchez se le ha sumado un nuevo quebradero de cabeza para convalidar sus decretos sobre el alquiler, los permisos de paternidad y maternidad, y el escenario tras un brexit duro. La Diputación Permanente, el parlamento reducido que trabaja de guardia en Madrid cuando se disuelven las cámaras por la convocatoria de elecciones, no es una copia exacta del Congreso de los Diputados, y ese dato propicia que se den situaciones nuevas y peculiares como la actual: el reparto de fuerzas obliga por primera vez al presidente español en sus nueve meses de mandato a contar con los votos de EH Bildu para convalidar sus decretos.

La coalición abertzale no es decisiva por sí misma, porque el presidente debe amarrar antes los respaldos de los nacionalistas catalanes y el PNV. Si Sánchez lograse asegurar esos apoyos, debería entonces añadir el voto de EH Bildu de manera inexorable. La coalición tiene ahora mismo el único voto que puede romper el empate a 32 escaños entre la derecha y los grupos que, como el suyo, apoyaron la moción de censura. No ha decidido por ahora su sentido de voto. Sobre todo, quiere una interlocución real para abordar estos asuntos con el Gobierno.

La obligación de contar con Bildu es una novedad y supone una dificultad añadida para el presidente, que no recibió el respaldo de la coalición para aprobar cuestiones económicas como el techo de gasto o los Presupuestos. EH Bildu también rechazó el techo de gasto en la segunda votación, aunque los catalanes decidieron darle vía libre. Su voto nunca fue indispensable en el pleno del Congreso, y el PSOE tampoco ha realizado ningún movimiento en la legislatura para cuidar su interlocución con la coalición abertzale, un terreno virgen para Sánchez. Esta situación añade de igual manera presión a EH Bildu, que se ve interpelada tras una legislatura en un segundo plano, donde solo ha respaldado la moción de censura y algunos decretos económicos como la subida salarial de los funcionarios.

Con la Diputación Permanente, existen serias dudas de que los decretos de Sánchez se puedan retocar como proyecto de ley. El reparto de escaños en la Diputación Permanente otorga al PP 24 representantes (hay que añadirle otro más por la presidenta Ana Pastor), 15 al PSOE, 12 a Unidos Podemos, 6 a Ciudadanos, 2 a ERC y uno al PNV. El Grupo Mixto, por su parte, queda configurado por UPN, Compromís, EH Bildu y PDeCAT, con un voto cada uno. No se funciona con voto ponderado, de manera que cada escaño representa estrictamente un apoyo, y un voto del PP vale lo mismo que un voto de EH Bildu. Sánchez tiene ya garantizado el voto en contra de 32 diputados (PP, Cs y UPN). Por tanto, tiene que sumar con todos los demás: necesita los 33 respaldos de su propio partido, Unidos Podemos, PNV, PDeCAT, ERC, Compromís y EH Bildu. La coalición abertzale está representada en este órgano por Marian Beitialarrangoitia, que tiene ahora la capacidad de inclinar la balanza.

Fuentes de la coalición en el Congreso confirmaron que están analizando el decreto del alquiler. Este decreto centraba ayer el debate por su entrada en vigor el miércoles pasado, aunque todavía no se ha convocado la Diputación Permanente para convalidarlo. “Hay partes que en principio consideramos positivas, pero otras que no nos gustan tanto, como por ejemplo no limitar el precio del alquiler o dejar la puerta abierta a nuevos desahucios en el futuro”, argumentan. Además, colocan una condición política: quieren interlocución con el Gobierno. “Pedimos interlocución directa y diálogo con el Gobierno para hablar de todas estas cuestiones, como ya solicitamos con los Presupuestos”, zanjan.

Fuentes del grupo del PSOE dejaron ver su incomodidad con este asunto, que ha sido aprovechado por la derecha para poner en un compromiso a Sánchez y plantearle un problema de relato en puertas de las elecciones generales del 28 de abril por su eventual entendimiento con la izquierda abertzale. Nada más pedir al PSOE que confirme si va a necesitar a EH Bildu, la respuesta que se obtiene es una petición de “no sacar punta” al voto de la coalición abertzale, que sería “uno más” dentro de una multitud de escaños que podrían apoyar el decreto. No obstante, otras fuentes socialistas filtraron a La Sexta su intención de ponerse en contacto con EH Bildu antes de la votación.

En cualquier caso, la coalición recuerda que, para que se produzca esta situación de influencia que no tendría precedentes en el mandato de Sánchez, los catalanes y el PNV tendrían que mostrar primero su aval a los decretos. En el caso de que anunciaran su voto en contra, EH Bildu no tendría ningún papel ni capacidad de influencia. El respaldo del PDeCAT, ERC y el grupo jeltzale no está nada claro, y la tramitación de estos decretos está en el aire. Deben convalidarse en 30 días desde su aprobación porque, de lo contrario, caerán de manera automática. El PNV ha hecho público su desencanto con la forma de gestionar este asunto por parte de Sánchez y la falta de diligencia al buscar su respaldo. - D.N.