La primera ministra británica, Theresa May, solicitó formalmente ayer la prórroga del brexit hasta el 30 de junio, en una carta remitida al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la que repite de nuevo que la prioridad de Londres es dejar la Unión Europea con acuerdo y no prolongar la extensión más allá de esa fecha.

El principal propósito de May con esta extensión es permitir que su acuerdo sea aprobado por la Cámara de los Comunes, pero también contiene una declaración de que no tolerará una extensión más prolongada si su acuerdo no se aprueba, porque no quiere que el Reino Unido tenga que elegir una nueva lista de eurodiputados en mayo.

“No creo que esté en ninguno de nuestros intereses que el Reino Unido celebre elecciones al Parlamento Europeo”, escribió May en la carta, si bien sus palabras en la Cámara de los Comunes fueron aún más explícitas, diciendo que no permitiría un retraso más prolongado mientras ella sea la primera ministra británica. Muchos vieron esta declaración como un indicio de que podría renunciar al puesto si su acuerdo no se aprueba o si finalmente se respalda un brexit sin acuerdo. Cabe destacar cómo la primera ministra comienza su carta diciendo que advirtió a los diputados británicos de que las consecuencias de “no respaldar el acuerdo eran impredecibles y potencialmente desagradables”, en lo que parece un intento de argumentar que no será su culpa si hay más caos porque el gobierno caiga o el Reino Unido salga sin ningún acuerdo. Una justificación que desde el Partido Laborista hasta los euroescépticos de la línea más dura no comparten, ya que creen que lo que está ocurriendo es porque lo que la primera ministra ha negociado no es lo suficientemente bueno para el Reino Unido.

May explicó durante su comparecencia en los Comunes, entre gritos de “dimisión” de algunos diputados, que pretende presentar propuestas para una tercera votación. Si finalmente la supera, la extensión del brexit dará la Cámara de los Comunes tiempo para considerar el Tratado de Retirada. Pero si no ocurre, opción que ahora mismo es la más probable, tras ser tumbada ya dos veces en enero y marzo, Londres tendrá que decidir cómo proceder, pues en la carta ni se menciona esa posibilidad. La primera ministra no se rinde en conseguir la victoria en una tercera votación a pesar de que el presidente de la cámara baja, John Bercow, le advirtió de que no podría realizarse si no hay cambios sustanciales en la propuesta.

En otra de las comparecencias, en el debate de emergencia sobre el brexit en los Comunes, Heidi Allen, la exdiputada tory que ahora hasta está en el Grupo Parlamentario Independiente, reconoció que aunque Tusk estaba diciendo que los parlamentarios deben aprobar el acuerdo brexit la próxima semana para que el Reino Unido obtenga una extensión corta “claramente eso no va a pasar”, además de culpar a que el actual gobierno “está a punto de derribar a este país”.

Ajena a las peticiones, la conservadora mantuvo una reunión con los líderes de los principales partidos para discutir la carta que envió a Tusk. No todos recibieron con los brazos abiertos su estrategia, de hecho, la responsable de los Verdes, Caroline Lucas, criticó que quisiera buscar el consenso “solamente después de que la carta hubiera sido enviada” y le reprochó que ni siquiera mandase una copia de la misma a los diputados, teniendo que enterarse de su contenido a través de las redes sociales.

Lucas y otros diputados tienen claro que May envió su solicitud de extender el artículo 50 para tener contento al poderoso Grupo Europeo de Investigación (ERG, por sus siglas en inglés), el ala de los conservadores favorables a la salida dura, cuyos miembros piden en secreto a los países de la UE que veten cualquier extensión de brexit.

La prensa británica especula que la iniciativa que lideran el diputado Daniel Kawczynski, Craig Mackinlay y Owen Paterson, les llevó a mantener reuniones con miembros de alto rango en el gobierno húngaro, checo y polaco. Uno de los diputados, explicó al Daily Express que no estaba seguro del éxito de la operación, pero al menos “lo intentamos”.

Mientras, las diputadas laboristas Lisa Nandy y Gareth Snell presentaron ayer una enmienda para la votación del brexit de la próxima semana que garantizaría que los Comunes voten sobre el mandato de negociación en la próxima etapa de las conversaciones con Bruselas que abarque la futura relación comercial, por la cual, la primera ministra debe realizar declaraciones sobre las conversaciones cada tres meses y que además ella no puede firmar un acuerdo sin la aprobación de la Cámara.

Dublín quiere “dar un respiro” a May. El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, se mostró partidario de “dar un respiro” al Reino Unido para conceder a su primera ministra, la conservadora Theresa May, una prórroga del brexit hasta el 30 de junio. El líder democristiano dijo que su Ejecutivo está dispuesto a aceptar la extensión del Artículo 50 del Tratado de Lisboa más allá de la fecha original del 29 de marzo, una opción que debe de ser aprobada por unanimidad por los 27 países que siguen en la UE.

Borrell avisa de la “viabilidad jurídica” de las elecciones. El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Josep Borrell, afirmó que, para analizar la petición de May, lo primero es analizar si, con esta fecha, es “viable jurídicamente” que los británicos no participen en las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo. Borrell hizo hincapié en que la UE no se puede permitir que el Parlamento Europeo sea elegido de forma que se pueda cuestionar su “solidez jurídica”, si Reino Unido no participa en las elecciones y después, “por alguna circunstancia, sigue siendo Estado miembro”.