Bruselas - Austria confirma la tendencia de la inestabilidad de los Gobiernos que cuentan con la extrema derecha. Si hace unos meses el ultranacionalista flamenco N-VA dejaba en minoría al Ejecutivo belga de Charles Michel por desacuerdos en el tema migratorio, el pasado sábado, el Gobierno austríaco -que lidera el popular Sebastian Kurz junto a la ultraderecha del Partido por la Libertad (FPÖ)- se ha roto a una semana de las elecciones europeas tras difundirse un vídeo protagonizado por el líder de la formación ultra atacando periodistas y ofreciendo corruptelas a oligarcas rusos.

La misma tendencia parece que seguirá un Gobierno en Italia con cada vez más brechas entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte.

Viena celebrará así elecciones en septiembre. La coalición ha saltado por los aires tras la publicación por los medios alemanes Der Spiegel y el Süddeutsche Zeitung de un vídeo fechado en 2017 en el que Heinz-Chrisitan Strache, líder de la formación ultra y vicecanciller, ofrecía contratos a empresarios rusos a cambio de apoyo electoral.

Los vínculos entre el FPÖ y la élite rusa son muy fuertes. De hecho, es uno de los pocos partidos en Europa que cuenta con un contrato de cooperación con el Kremlin.

El año pasado, Vladimir Putin, presidente ruso, fue uno de los invitados de honor a la boda de la ministra de Asuntos Exteriores, del FPÖ.

Poco después de alcanzar el Ejecutivo, el partido de Strache propuso limitar el marco de acción de la prensa crítica. De hecho, una de las demandas que hace a la oligarca rusa en el vídeo es la de controlar el Kronen Zeitung, el diario más influyente del país. Todo se desarrolla en Ibiza con el vicecanciller visiblemente borracho y atacando a los periodistas.

Alexander Van der Bellen, presidente del país, ha calificado los hechos de una “falta de respeto intolerable” a los ciudadanos. “Hemos seguido con incredulidad que un líder de un partido político haya sido visto negociando el acceso a medios e instituciones a cambio de fondos de benefactores externos que, claramente, no tienen los intereses europeos entre sus objetivos”, señaló ayer Margaritis Schinas, portavoz de la Comisión Europea, en la rueda de prensa diaria. El griego apuntaba también la confianza en Bruselas de las instituciones y el pueblo austríaco para “corregir” la situación.

Aunque el clip se grabó antes de la formación del Gobierno, una de los prncipales temas mediáticos del país ha sido durante los últimos meses los posibles conflictos de intereses e intercambio de información con Rusia, desde dentro del Ejecutivo. Hasta este fin de semana, los ultras contaban siete de los catorce ministerios. Entre ellos Interior, Justicia, Asuntos Exteriores y Defensa, lo que les daba acceso directo a los Servicios de Inteligencia. No obstante, en la cartera de Política Exterior no se ha notado tanto, ya que en Bruselas las decisiones de, por ejemplo, imponer sanciones corresponden a la cancillería. Así, Viena no ha bloqueado la ampliación de las medidas restrictivas a Rusia.

La ruptura del Gobierno austríaco ha tenido su primera víctima en Víktor Orbán, primer ministro húngaro, que hace poco se reunió con Strache para presentar la austríaca como la receta para las europeas, pacto entre el Partido Popular Europeo (Kurz) y las fuerzas más radicales a la derecha pero, tras el escándalo, su portavoz borró de Twitter estas referencias. Orbán no ha desvelado si continuará en la familia popular tras las elecciones de este domingo, pero solo lo hará si el PPE se distancia de los pactos con “progresistas” y “liberales” y seduce a fuerzas como la Liga Norte de Matteo Salvini.

los ministros de ultraderecha se van

Miembros del FPO. Los miembros del ultranacionalista FPÖ en el Gobierno austríaco anunciaron ayer su salida de la coalición que mantenían desde diciembre de 2017 con el Partido Popular, en protesta por la destitución del responsable de Interior. El FPÖ ha cumplido así su amenaza de salir del Ejecutivo, minutos después de que el canciller austríaco y líder popular, Sebastian Kurz, anunciara que pediría el cese de Herbert Kickl para asegurar una investigación transparente del escándalo de corrupción que ha provocado la convocatoria de elecciones anticipadas. Kurz justificó la destitución en que Kickl era secretario general y responsable de finanzas del FPÖ cuando, en 2017 se grabó el vídeo clandestino que provocó la crisis.