La manifestación del Orgullo en Madrid no fue más que otro de los rincones escogidos por Ciudadanos para hacer campaña en busca de una fotografía que le ayude en su relato victimista para ganar cuota de pantalla. Las características de la reivindicación y que fuera en la capital del Estado español han servido para que no pocos se hayan percatado de que quizá, desde su nacimiento como ariete contra el soberanismo, haya sido ésta la verdadera fachada del partido liberal que lidera Albert Rivera, y que ha encontrado en Inés Arrimadas, cuya sobreactuación ya era bien conocida en Catalunya, a su estrella interpretativa de la crispación. Informes internos llevan a la propia formación naranja a felicitarse por los titulares de prensa en sus visitas a Errenteria o Ugao, donde tiraron de la misma estrategia que en Altsasu, Waterloo, Amer, Torroella de Montgrí, el Parlament o en la última marcha del 8-M. Es el gen que le sirve para esconder las fugas de sus filas por su acercamiento a la extrema derecha. La marca que se vanagloriaba de llegar a la política a regenerar se ha convertido en adalid del enfrentamiento y los cordones sanitarios a todo lo que se sitúe a su izquierda, acostumbrándose a vivir de la provocación. Todas sus reacciones tras la presencia en los lugares indicados han acabado con los dirigentes de Cs acusando de “fascistas” a quienes les reprocharon su proceder. Solo cambia el sujeto.

A lo largo de 67 páginas, Cs califica como “actos especiales” los viajes de Rivera y la concentración de Colón, jactándose de haber logrado “titulares con fuerza” como el del diario El Mundo: “Rivera se planta en el pueblo de Ternera: Nunca nos callaréis”. En su balance el partido llega a atribuirse incluso el adelanto electoral firmado por Pedro Sánchez, destacando el papel jugado por su líder en los debates televisados la última semana de campaña de las generales. En su documento se felicitan por haber logrado estirar la polémica sobre las protestas que se produjeron en Errenteria y analizan el acto de Ugao, el pueblo del histórico miembro de ETA Josu Urrutikoetxea, donde no hubo altercados aunque numerosos vecinos les recibieron dándoles la espalda, como si dijeran aquello de: “¿Oye eso, Rivera? Es el silencio”, el recurso literario con el que atacó a Sánchez. Pero la lectura de Cs sobre este último episodio fue destacar “la brigada de desinfección posterior, vecinos que simularon limpiar el suelo por el que pasaron los dirigentes naranjas.

El apartado relativo al informe de actividad resume todo esto así: “Rivera realiza doce viajes (Mérida, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Málaga, Rentería, Sevilla, Albacete, Murcia, Valladolid, Barcelona, Valladolid y Valencia)”. El acto en Errenteria “es el que consigue mayor protagonismo en los medios de toda la campaña. Apertura en gran parte de los informativos de TV y protagonista del tema central en portadas (Abc y El Mundo) y fotos de portada (El País, La Vanguardia, La Razón)”. “Se habla de acoso y cerco a los miembros del partido. El discurso de Maite Pagaza es el más reconocido entre los cronistas”, recogen. “En los días posteriores se consigue alargar este efecto con críticas a Sánchez y el PSOE por no condenar con claridad estos ataques y con la denuncia presentada ante la Fiscalía en la que se vinculan los hechos con la izquierda abertzale”, valoran sin rubor. Además, se destaca la manera de desenvolverse de Rivera en formatos de televisión como El Hormiguero o el programa de Bertín Osborne. En cuanto a las redes sociales se resalta que Rivera es el segundo líder político con más seguidores en Twitter y Facebook, solo por detrás de Pablo Iglesias.

Entre los avances que Cs subraya en las redes está la “difusión de contenidos viralizables, logrando entrar en medios y marcar la agenda pública en muchas ocasiones”. El análisis llega a la siguiente conclusión: “Se vuelve a acreditar pues el éxito de este tipo de publicaciones, muchas veces mayor que cualquier mensaje político”. Es decir, la prensa es para el partido el eje de su andadura: “La Comunicación ha sido una pata fundamental para seguir mostrando al conjunto de los españoles que Cs tiene un proyecto para toda España, que es la verdadera alternativa a los que pretenden vender la igualdad de los ciudadanos”.

de altsasu a errenteria Nada es casual. Ciudadanos, PP y Vox acudieron a un macroacto en Altsasu el pasado noviembre. La idea partió de España Ciudadana, plataforma naranja que responde políticamente a Rivera, para defender a los guardias civiles mientras hay siete jóvenes encarcelados, con condenas que oscilan entre los dos y 13 años, por aquella pelea en un bar. El líder de Cs acudió al acto escoltado por un pasillo de seguridad y la Policía foral acordonó la plaza de los Fueros para impedir la entrada de los manifestantes. No hubo heridos ni detenciones. Pero el dirigente catalán aseguró que le habían lanzado piedras al vehículo en el que se desplazó. Sus habitantes respondieron sin ambages en las urnas.

En febrero Arrimadas acudió al pueblo natal de Carles Puigdemont, Amer (Girona), en su particular gira por los municipios de los políticos independentistas que se hallan en prisión preventiva o el exilio, como Torroella de Montgrí, localidad de la exconsellera Dolors Bassa. La gente hizo caso omiso a la presencia naranja y los comercios cerraron antes y después del acto. Pero Arrimadas protestó a través de su cuenta de Twitter señalando que tras su marcha se había desinfectado con lejía el suelo que pisaron ella y el resto de diputados del Parlament. A finales del mismo mes, la ahora diputada se desplazó a Waterloo (Bélgica) para recordarle a Puigdemont que “la república no existe y que no es presidente de nada, simplemente un fugado de la justicia”. Pese a que la puerta de la casa del expresident se mantuvo abierta, Arrimadas, que solo estuvo 15 minutos allí, no hizo ademán de entrar. El Ayuntamiento les abrió dos procedimientos sancionadores por convocar “una manifestación sin autorización en la vía pública” y por “perturbar la tranquilidad pública” al utilizar un megáfono.

Errenteria fue el lugar elegido por Rivera para dar un mitin en su primer domingo de campaña del 28-A junto a Pagazaurtundua, Joan Mesquida y Fernando Savater. Rodeado de fachadas repletas de lazos amarillos, el líder de Ciudadanos centró su intervención en el terrorismo de ETA y las consecuencias de sus asesinatos en medio de caceroladas y pitidos, dejando este enclave escoltados por la Ertzaintza. Rivera también participó en un mitin en Lizarra donde tampoco hubo más que unos cuantos reproches dialécticos. Con todo, escribió en su Twitter: “Los batasunos desinfectan con lejía en Estella el suelo que hemos pisado los demócratas de Ciudadanos. Lo que jamás podrán desinfectar es su odio”.

Y entre unas y otras apariciones, su campaña para apoderarse de todos los lazos y símbolos independentistas de las playas y espacios públicos de Catalunya, apoyados curiosamente por Vox, para lo que contrataron hasta una avioneta surcando los cielos. La colocación del lazo amarillo por parte de Torra, al que denunciaron ante la Fiscalía, sirvió para que el partido naranja inflamara la polémica y la convirtiera en eje electoral. No es de extrañar la flema del president el último día de Arrimadas en la Cámara: “¿Oye el silencio? Es lo que queda de su paso por el Parlament”.

orgullo: la policía les desdice Lo acontecido en el desfile del Orgullo LGTBIQ+ ratificó que Cs es capaz de usar precisas técnicas de manipulación, combinadas con su cariz autoritario y el altavoz de los medios, tras negarse a firmar el decálogo que instaba a los partidos a no valerse de los votos de extrema derecha para gobernar. Un informe policial niega la versión naranja de los hechos. No hubo agresiones y Cs acudió a encender los ánimos sin atender a las indicaciones de los agentes. La policía destaca que quisieron “catalizar la atención mediática y publicitaria” pero Arrimadas se permitió llamar “fascistas” a quienes les increparon y pidió la dimisión del ministro Marlaska calificándolo como “la versión sanchista de Torra”. “Es incompatible luchar por la libertad y la igualdad de derechos en las calles y asociarse a quienes enaltecen el odio y la discriminación en las instituciones”, argumentaron los organizadores del Orgullo, que temen que hayan sido utilizados para luego justificar recortes de derechos al colectivo.

La promoción de Arrimadas ha sido ingente, dando titulares hilarantes: “Cs no permitirá que metan a nuestros votantes en el armario ideológico”. Como si fuera Rosa Parks, figura en la lucha por los derechos civiles. “Sois otro tipo de personas, no os queremos aquí”, le espetaron ya el 8-M. Todo es fascismo salvo cuando se miran en el espejo. O a Vox.